Gracias por la primera llamada, por las noches desvelados.
Gracias, gracias por no dejar que lo nuestro se terminara cuando dudé; por seguir al pie del cañón con tu poesía cuando te dije que enfriásemos nuestro fuego, creyendo en nosotros.
Gracias por las interminables madrugadas, por secarme las lágrimas desde lejos.
Por venir a buscarme aquel día, después de navidad, para darme el mejor beso que me hayan regalado.
Y las visitas sorpresa, los planes improvisados, los cristales empañados de Minerva.
Gracias por tu confianza y tu amor, por los mimos, los abrazos que reblandecen los huesos y calientan el alma.
Y por construir un hogar conmigo, una familias...; por convertirme en un bollito de canela entre las mantas, por hacerme el amor cada día con las mismas ganas, por las cenas en la terraza. Gracias por ser bueno, amable, dulce, apasionado, divertido, tierno, agradecido, considerado, inteligente, estimulante, culto, empático, mi mayor apoyo, el amor de mi vida. Me vuelves loca, me revuelves el cuerpo y el alma, me llenas, me apaciguas, me despiertas, y todo a la vez.
Gracias por ser la persona que me merecía.
Te prometo que no me marcharé jamás.
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