sábado, 30 de marzo de 2019

Excusas.

Vaya patada en todas las emociones cuando te encuentras a alguien a quien no veías desde hace años y te pregunta por tu ex. Tragándome el nudo que se me formó en la garganta como buenamente pude, le expliqué con un hilo de voz en un par de frases que aquello no había funcionado.
Esa conversación incómoda con Nuria me recordó fugazmente a aquellos días de bachiller. Si mis encontronazos con Dani durante años habían sentado los maravillosos pilares de mis inseguridades, encapricharme de Eddie puso las tejas y dio los retoques finales al maravilloso edificio que fue (y es) mi falta de autoestima.
Eddie es un tipo guapo, consciente de su propio atractivo. Descendiente de canarios y mexicanos, tiene una complexión alta y fuerte, una preciosa piel cobriza, una buena melena negra, espesa y rebelde y una mirada lánguida y rasgada que no sabría si definir como gris o verdosa. Como todo el mundo, tiene cosas buenas y malas: es sensible, tierno, indeciso, hábil con casi todo lo manual, deportista y buen bailarín..., pero también es egoísta y superficial. Él mismo se auto-definía con esta última palabra y yo no podía menos que darle la razón aunque él intentara excusarse en que es necesario que alguien te entre por los ojos un mínimo, que venía a traducirse como que me quería, pero se avergonzaba de mí y de mi cuerpo. Nunca quiso admitir y definir lo que había entre nosotros, que para mí era claramente complicidad e intimidad, y terminó de lanzarlo al vertedero de mis emociones cuando empezó a salir con una mocita joven, lozana, pequeña y delgada a mis espaldas, y de la que solo me contaba las cosas malas.
Pobre Itziar, cómo la odiaba. Odiaba su lustroso cabello castaño y la curva suave que iba desde los marcados huesos de sus costillas hasta las sobresalientes crestas ilíacas de su cadera. Odiaba sus jugosos y suaves labios rosados y las espesas pestañas que coronaban esa mirada inocente que tenía.
Ahora la entiendo y la compadezco, claro. Estar con Edu no es fácil, significa que jamás cumplirás sus estándares, por mucho que te esfuerces, y la sensación de fracaso y de falta de atractivo y deseo se acentuará un poco más cada vez que intentes acercarte y te diga que eres una pesada y que no quiere tener sexo contigo.
No entiendo a esas personas, que se definen a sí mismas como gente con un vasto apetito sexual pero que al final nunca quieren tocarte. Solo consiguen que te sientas una mierda, como Itziar, como Candela, como yo.
Pero todo esto se quedó masticado en la despedida cutre que le escupí a Nuria antes de largarme por patas. No quería saber nada de nada sobre el pasado, los recuerdos, y la persona que fui un día y que ya no está.

jueves, 21 de marzo de 2019

Voices.

Si hubo un antes, eso quiere decir que este es el después. Pensé que conseguir mis metas me haría más independiente y me daría seguridad, pero en este nuevo tiempo aún existe esa vocecita cruel que hace acto de presencia cuando estoy en mis peores momentos. No solo se mete con mi cuerpo, que cada vez me inspira menos asco y más vergüenza, sino que dice que soy mala en mi trabajo y un estorbo para mis compañeros. Que he dejado de lado mi educación, que soy una vaga que se cansa por nada. Que no sé gestionar la frustración. Que todo lo hago mal y solamente sé quejarme, sin solucionar nada. Que si sigo demostrando mi aburrimiento y mi hastío, no voy a conseguir otra cosa que la gente se canse de mi actitud de mierda y se aleje de mí. No soy constante. No voy al gimnasio. No hago nada en casa y no paro de perder el tiempo. Soy un pimiento mustio y para nada deseada ni deseable. 
Esa perorata que llevo por dentro me consume a veces, me impide disfrutar de las cosas, y se suceden los días rapidísimo y muy despacio a la vez. Y mientras, yo: insomnio, hambre, mareos, temblores y una pena tan grande que no me cabe en el pecho.
Pero estoy bien. O sé que lo estaré, porque eventualmente... esa vocecita se va.

lunes, 18 de marzo de 2019

9:50

He nacido con pasión por muchas cosas, como el arte y los libros, pero solo la vida ha sabido darme al amor de mi vida. Quiza nací enamorada del amor, pero solo él ha sabido darle sentido.

domingo, 17 de marzo de 2019

Nothing but music.

En la euforia del momento, de las luces y los focos, del humo y el fuego. Miles de cabezas a mi alrededor, meciéndose, los brazos en alto, los bajos y golpes de batería retumbando en mi pecho. La voz rota, aguda, desigual, que solo puedo oír yo porque los altavoces se lo llevan todo. Una emoción desconocida que nace dentro y se subleva, y me invita a saltar durante horas, mi cuerpo se queja, pero yo no noto nada. Nada más que música.
¡Fantástico y malvado!


viernes, 15 de marzo de 2019

La inercia de pensar rápido

Le pedí que lo imaginara pero fui yo quien comenzó a hacerlo. En el fondo no podía evitar preguntarme si no le estaría dando mucho bombo y platillo a una tontería y luego no iba a ser lo que me esperaba, pero resolví dos cosas muy rápido: la primera, que si a mí me hacía ilusión y nunca quise hacerlo por absolutamente nadie, es que era importante y no tan tonto como quería hacerme creer; y la segunda, que nunca jamás me había sentido decepcionada en la cama hasta el momento, y, como siempre, él sabría hacerlo bonito y memorable.

Lo cierto es que no sabía muy bien qué esperar. Conocía la sensación, pero no sabía cómo terminaba la historia. Eso sí, la piel se sentía muy diferente al plastiqueo del látex... Y era posible que pudiéramos necesitar lubricante en algunas ocasiones. Además, nos ahorraríamos un buen pellizco en preservativos..., Pero, dejando asuntos prácticos a un lado, lo que de verdad me preguntaba era qué esperar de la sensación de que me llenara. Físicamente, no sabía si sería agradable o incómodo, emocionalmente, sentía que nos daba una intimidad desconocida. Y, ¿Cómo sería para él? Me imagino que debe ser incómodo eyacular en látex, retirarlo y no poder limpiarte bien después. Pero no es lo mismo expulsar que acoger, y, a parte de esa comodidad... ¿Experimentaría él más placer? ¿Sentiría algo diferente, envuelto en mi calor? Porque, para mí, ese era en buena parte el objetivo.

También me di cuenta de que quizá intentaba darle experiencias únicas para compensar el no haberle podido entregar mi cuerpo íntegro y puro, por no haber esperado a enamorarme para acostarme con alguien.
Las convenciones sociales son absurdas en la teoría, pero calan hondo. No es que me sintiera mala o sucia por no haber llegado virgen a nuestra relación, es que me habría gustado tener una manera de demostrarle que, con él, las cosas adquirían otro significado. Me preguntaba si todas esas ideas no estarían solo en mi cabeza porque leo demasiado y soy una romántica sin remedio. Me preguntaba si él sabía que, a pesar de mi aparente desprecio por esas imposiciones tontas de la sociedad, yo atesoraba con todo mi corazón el recuerdo del momento en que eligió entregarme esa primera experiencia a mí y solamente a mí.

martes, 12 de marzo de 2019

Les rêves.

¿Sabes? No sé muy bien cómo definir esto, pero siento que hay momentos contigo que me gustaría poder embotellar para probarlos de nuevo de vez en cuando. Como cuando guardo un mensaje bonito y quiero releer conversaciones enteras, ojalá pudiera guardar ciertas sensaciones para volverlas a visitar.
Si pudiera, volvería a vivir nuestro primer beso en un bucle eterno. También la primera vez que te vi correrte entre mis muslos, mojado de mí y rebosando timidez por los poros. Reviviría cada beso, cada caricia, cada una de las miradas tiernas que se te escapan a veces, acompañadas de medias sonrisas. Recordaría la melancolía triste y bonita de aquella tarde de agosto en que hicimos el amor por última vez antes de que yo me marchara y también quisiera volver a temblar en ese beso desesperado cuando volvimos a vernos, casi seis meses más tarde. Aún siento la misma epifanía, sé que no puedo vivir sin ti..., O, mejor dicho, puedo, pero renunciando a ser feliz.
Recuerdo una vez que me besaste y dijiste que sabía a mar. Recuerdo muchas, muchas veces en que me has dicho que soy preciosa y que me amas. Y que me hablaras de lo bonitas que eran las vistas, pero mirándome a mí y no al horizonte. Quiero vivir de nuevo los mimitos para dormir, todas las noches de mi vida. Quiero hacerte regalos y verte vibrar de emoción y nervios y atesorar recuerdos que aún no han tenido lugar pero sé que tendremos. Quiero revivir cada minuto de nuestro viaje a Londres, y las Focacias y los paseos de Toulouse. Y también los recuerdos de la última Navidad, cuando me sanaste. Porque tú le das una luz nueva y preciosa incluso a los recuerdos que tienen algo de tristes.

sábado, 9 de marzo de 2019

Skin.

Me encanta estar pegada a ti... ojalá fueras mi segunda piel.
Más en concreto, así, especificando, la piel caliente y suave de tu pecho y tu vientre, pegada a la curva de mi espalda. Ojalá más tardes ociosas con tus labios pegados a los míos, a mi pelo, a mi cuello; ojalá más abrazos, más cucharitas, más tiempo enredados en las sábanas en la frontera entre el calor y el frío, entre la blancura del uno y del otro. Te siento por todas partes, llevo las huellas de tus manos por encima y por dentro. Te recuerdo, y suspiro para expulsar un poco de aire, para tener más espacio centro, porque me tienes el alma llena de todas las cosas bonitas que hay en este mundo... 

jueves, 7 de marzo de 2019

Estoy enferma.

¿Por qué ibas a echarme eso en cara? ¿Por qué ibas a tratarme como si fuera algo que yo eligiera y/o pudiera cambiar?
Pues claro que me sentí herida y culpable. Herida porque se utilice mi debilidad insultarme, culpable por sentir que debería poder cambiarlo y no puedo. Culpable por priorizar mal y preocupar a todo el mundo. Culpable de sentirme triste y transmitirlo, de elegir encontrarme a gusto conmigo misma antes que gustarle a quien le tengo que gustar, sabiendo además que no le agrada la forma que estoy adoptando, y no ser una novia feliz de la vida que te de buenos momentos y alegría infinita. Hoy he sentido por primera vez que me mentías al decir que me quieres de cualquier manera.
Solo quiero que entiendas que nadie elige este camino. Nadie elige la compulsión ni la ansiedad constante y poquísimas personas lo abandonan de verdad algún día. Ya sé que soy débil y poco inteligente, se encargan de recordármelo a menudo, pero quiero que entiendas que yo no quiero vivir así..., Y esta es solo una de las estrategias que he intentado para superarlo. Lo siento si no te va bien.
Pero sabes que yo no lo digo en voz alta, yo lo rumio por dentro (y además no quería llorar y hacerte sentir mal), y luego lo vomito. Eso pone las cosas en perspectiva.

Por favor, no vuelvas a decírmelo así, porque luego esas cosas me persiguen y no me dejan dormir.