martes, 13 de noviembre de 2012

Disturbed.

Hoy, nadie describe mejor mis sentimientos que la música. Sí, menuda tontería. Ya sabéis, los típicos dramones adolescentes y tal. Pero mis problemas son, y también me exasperan  Yo misma he subtitulado algunos retazos de las letras de un grupo sencillamente maravilloso.

Llévate su esperanza
Tira sus vidas por la borda
¡No les dejes nada dentro!
Cuando tú mismo has muerto
Cuando ya no queda más orgullo
Cuando tu alma está congelada, 
¿Es eso suficiente?
Cuando tu corazón se ha roto
Una y mil veces
Con cada momento
¿Es eso suficiente?

Enough (Suficiente) Disturbed, 2008.



No hay explicación para mi situación,
Ahora, ¿por qué esta mierda continúa ocurriéndome a mí?

¡He aguantado mucho tiempo justo para dejarlo ir ahora!
¿me ayudará mi fuerza interior a salir adelante, de algún modo?
Desafiándo a la maldición que se ha apoderado de mí
Nunca me rendiré, nunca seré vencido.

The curse (La maldición) Disturbed, 2008




 

sábado, 10 de noviembre de 2012

Et voilà...

La chica abrió los ojos bruscamente en la penumbra del cargado dormitorio. No podía recordar qué había soñado, ni qué la había arrancado de los brazos de Morfeo de aquel modo.
La muchacha se levantó a trompicones. Le latía la cabeza No puso ningún cuidado en mover la litera o despertar a alguien. Sin embargo, ninguno de sus hermanos mayores se movió. Tampoco la respiración pausada y tenue de su abuea materna se alteró.
Descalza y de puntillas, ella se alejó de la habitación. Cruzó el pequeño salón hasta una puerta corredera de cristal, que traqueteó débilmente al deslizarse por el marco. La joven se sentó junto a la barandilla de la terraza, en una de las sillas de plástico blanco.
Una fina línea blanquecina se distinguía entre el azul del cielo nocturno y el negro del mar. Nada se veía, y ella se entretuvo en escuchar el rugido del mar, la madrugada de su 15 cumpleaños.
Era la imagen de la serenidad. Con los ojos despiertos y fijos en el difuminado horizonte. El sol estaba saliendo temprano aquel seis de septiembre. La chica permanecía perfectamente quieta. Los rizos castaños caían perezosamente por sus hombros, derramándose por su espalda, aplastados por la almohada.
Era imposible saber en qué estaba pensando.
¿Siempre tenía que extrañar a alguien el día de su cumpleaños?

Chaos.

Extraído del diario que llevé durante mis vacaciones.

"¡Qué poco me ha durado el desenamoramiento! Aún no sé qué siento por ti, pero no voy a detallarlo, no voy a buscarle nombre, porque lo que para mí sea íntimo y complicado, a otro le parece una chorrada. Y hay ciertos pensamientos que quiero que sigan siendo solo míos; y quizá también sean tuyos si el tiempo y las circunstancias me son favorables..."
"...¿Y si me vuelve a pasar? Hmpf. Solo sé que no me eres indiferente y, y... cada día te extraño más y estoy más irascible, paso grna parte de la noche en vela mirando las tablas de la litera y buscando la voz de Kyuhyun en No Other. ¡Argh!
Mañana es mi cumpleaños..."

Holidays.


“Al dejar atrás el paseo marítimo y las desvencijadas tablas de madera, me quito las chanclas negras de goma. La arena me hace cosquillas en los pies. El aire huele a salitre.
Cuando me acerco a la orilla, dejo que el agua serpentee a la altura de mi tobillo. Está fría, pero yo la siento extrañamente cálida.
No es una playa caribeña, pero intuyo que te gustaría. Me hubiera gustado tenerte aquí, conmigo. Que el roce del viento sobre mi piel fueran tus manos. Que la cálida caricia del sol fuesen tus ojos.”
Paseando, llego a una extensión rocosa, como un pequeño acantilado que desciende desde la barandilla del paseo. Las olas baten furiosas contra los pedruscos negros, y no creo que pueda cruzar, así que me instalo cerca del mar, en la arena húmeda. El viento se disputa mi pelo, lanzándolo en todas direcciones. Me hace cosquillas en el cuello, en los hombros, por la espalda y el pecho. Me dificulta la visión...”
“...La playa me recuerda a ti. La marea baja, que deja grabada la silueta de las olas en la arena compacta. La puesta de sol reflejada en la superficie casi plateada del mar. Su olor....”
“...Es probable que jamás llegues a saber de la existencia de esto. Me recuerda un poco a un libro..., pero solo es que me siento sola y te echo de menos cada segundo.”

9.


Recuerdo aquella noche en que me preguntaste por qué me interesaba por tu. Yo, muy pobremente, traté de explicártelo. Y desde entonces he estado buscando un buen símil.
Hoy, al fin, lo he encontrado.
Imagina que el conjunto de mentes humanas son viviendas. Viviendas de todo tipo.
Hay gente que vive en chozas, que tiene castillos, gente con mansiones sin amueblar, personas que viven en casuchas con síndrome de diógenes. Habrá quien almacene porquerías y quien tenga un mobiliario moderno y en su justa medida. Personas que vivan en laberintos; que copien los muebles de sus vecinos...
Yo soy muy curiosa. Me atraen las casas solitarias e impenetrables. Me encanta asomarme a la ventana de las casas de otras personas. Normalmente, aunque haya quienes se quejen, con el tiempo me dejan pasar, aprenderme cada rincón..., y entonces pierden el interés.
Pero, ¿y tú? he tratado de atisbar el salón, divisar la cocina, otear las estancias. Me has descrito todos los rincones de tu mente, exhaustivamente.
Pero yo no estoy satisfecha. Porque lo que uno se esfuerza en pintar insignificante es porque resulta inmenso e interesante. Valioso y exclusivo.
Y de tanto escuchar sobre ella, de tanto mirarla y desearla..., he acabado por enamorarme de ella.
Quiero que sea mía.
¿Lo entiendes?

Is that enough?

-Es desgarrador, y yo no puedo más...-musité. ¿Cuánto he hablado yo así? Jamás he pensado siquiera en rendirme. Pero, por una vez, esperaba..., no sé, que me dijesen que tengo un motivo. Que me consolasen un poco.
-¿Y no sería más desgarrador que no estuviera a tu lado? ¡Tienes que ser fuerte!

No supe qué contestarle.
Es desgarrador el día a día. Ver cómo su salud cae en declive, cómo languidece, incapaz de luchar.
Es doloroso ver cómo vomita hasta el agua, con la única capacidad de sujetarle el pelo y murmurar torpes consuelos.
Ver cómo delira por la fiebre, pudiendo solo abrazarla para darle calor.
Que no puede enfocar la vista, porque no está realmente consciente.
Que pregunte quién eres tú, su propia hija.
Verla solo media hora al día.
Las pesadillas.
Es desgarrador saber que no va a vivir tanto como una persona sana y normal. Que se nos acaba la tregua.
Saber que sufre cada uno de los días de su vida y no poder hacer nada. Saber que no se queja. Que no rompe a llorar por no hacernos daño.
La angustia cuando su respiración y su latido bajan al subsuelo en el monitor.
Desgarra que no respire bien, y solo ver cómo boquea en busca de aire, como un pececillo en la arena.
Hay muchas cosas que desgarran y yo ni siquiera puedo derramar una lágrima frente a ella.

Pero en mi fuero interno yo soy consciente de lo egoísta que soy. Y de que prefiero que esté a mi lado, aunque sufra dolor, a que no lo esté. Y punto. Lo siento.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Dedicada a mi Oppa Babo Eddie.


Ya no quiero más música. No podré disfrutar unos acordes bonitos. No podré apreciar una voz bella.
¿Para qué quiero el tacto? Tampoco las caricias significan nada. Ni lo áspero o lo suave. Algo que araña, algo que hace cosquillas.

No necesitaré el olfato. No podré oler un perfume bello, una comida apetecible, siquiera una flor...
No necesito degustar nunca más. Dulces, salados, agrios, amargos, y mil de estridentes combinaciones.
¿La vista? El más superfluo de todos. No querré ver un paisaje bonito, las letras de un libro, siquiera una obra de arte. Ni un paisaje. Ni un rostro familiar.
No necesito nada de eso, porque has anulado todos mis sentidos.
Y solo quiero oír tu voz, sentir tu piel, observar esos ojos tan increíbles...
Los sentidos no tienen razón de ser si no son para percibirte.
¿Que qué quiero decir con toda esa parafernalia...? Que te has convertido en mi único punto fijo.
Te quiero



Hasta una tonta como yo se da cuenta de que eres mi todo...

viernes, 2 de noviembre de 2012

Dhal Paeng Ee


La joven estaba en medio de un escenario. No la típica plataforma de los platós de MBC, SM, JYP, YG, MTV Korea..., no, estaba en un escenario, de verdad. Como en los premios anuales MAMA'. Y supo que estaba en Corea, porque desde la oscura sala, miles de ojos rasgados la miraban en silencio.
Todo le parecía muy negro. Los pesados cortinajes de lo que parecía un teatro. Los ojos que me contemplaban de hito en hito. Las butacas, la silenciosa multitud. El fulgurante suelo negro. El gigantesco piano de cola negro, y el esmoquin del intérprete. Pero el negro resultó, a sus ojos, un color cálido, envolvente. Como su desgastada colcha en invierno.
Iba a cantar una bonita balada, estaba claro. Más que ensayado. El vestido, azul oscuro, palabra de honor, se ceñía a su figura hasta las rodillas, donde caía laxo hacia el suelo. Toda la espalda iba al descubierto. El elegante moño hacía ver su cuerpo más estilizado, su cuello más largo, sus delgados hombros delicados y femeninos. Un discreto collar de brillantes adornaba la base de su cuello, y nada más.
En medio de aquella negrura, toda su piel relucía como plata bajo la suave iluminación.
¿Qué mejor regalo de cumpleaños que cantar en MAMA'?. Respiró hondo, caminando hacia el imponente instrumento. Con gracia, el natural balanceo de sus caderas la hacía ver inocente y atractiva de una forma que ella jamás hubiera percibido. En el aire latían expectación, celos, curiosidad y deseo.
Parecía tan segura de sí misma, que todos se sorprendieron de su sobresalto. Las notas que fluían de las manos del pianista no eran las de su canción. El público se percató de ello, preguntándose, ¿sería ella consciente? ¿Se trataba de un fallo de última hora?
Los elegantes dedos de la chica habían estado relajadamente apoyados en la lustrosa superficie del piano todo el tiempo. Se contrajeron, y ella se clavó la impecable manicura en las palmas de las manos. Conocía muy bien la canción.
Le temblaron las piernas. Dahl Paeng Ee.
A su mente acudió el flashback de su infancia, decenas de miles de veces cantando una de sus canciones preferidas. Que la hacía sonrojarse, reír y llorar a apartes iguales, miraba el rostro de su cantante más admirado y soñaba con cantarla juntos algún día.
¿Qué mejor regalo de cumpleaños que conocer a tu Idol, y cantar con él?
Y apareció Kyu Hyun. Vestido con un traje azul marino, a juego con el de ella. Su color favorito. Se le escapó una sonrisa al ver el rostro de la que todos aseguraban, era su mayor fan. Y comenzó a cantar. Disfrutó con la experiencia, porque aquello no era fanservice. Era cumplir un sueño. Los ojos de la chica, occidentales y ya de por sí grandes, se abrieron hasta ocupar casi todo su rostro. Parecía la niña que era, con tacones, un vestido bonito y mucho maquillaje.
El público contenía el aliento. Los dos chicos cantaban cada uno una estrofa, como si realmente se hubieran puesto de acuerdo, como si lo hubieran trabajado mil veces.
Y, allí arriba, ella temía caerse, o despertar, si se movía. Él avanzó lentamente, acunándola con esa dulce voz suya, que llevaba años envolviéndola como en un sueño. Él se situó lo bastante cerca como para entrelazar los dedos con los suyos, y un puñado de mariposas le alborotó la garganta.
¿Qué mejor regalo de cumpleaños que ver a tu sueño sonriendo?
Tuvo que apoyar la cabeza en su hombro, exhausta. Kyu, avergonzado, se reía entrecortadamente.
El público no lo había entendido todo, claro. Allí abajo solo había miles de personas, aplaudiendo, ignorantes de por qué la joven cantante que todos esperaban ver había roto a llorar de pronto.

Y aquí, esta tonta escritora ha estado soñando con su voz durante meses...