miércoles, 10 de noviembre de 2021

Nuevas pesadillas

     En el marco de escenarios que rodean esa pesadilla que para mí es tan familiar que ya casi ni asusta (ojalá) se ha colado una imagen nueva, tan remota, que al principio ni siquiera la reconocí como un recuerdo.

Pero ahora no se va. Necesito sacarla, aunque sea a golpe y porrazo de teclado.

Los márgenes están difuminados en blanco. Me veo doblada, con las manos apoyadas en los azulejos blancos del cubículo individual de un baño público, sucio y viejo. Golpes rítmicos, secos y forzados contra mi cadera, dentro de mí. Con cada embestida irradia un calor abrasador, como el de las lágrimas que me arden en los ojos. El dolor es insoportable. Me quejo, me tira del pelo y casi ni lo siento.

Acaba rápido, exactamente igual que la vez anterior; no tanto así las secuelas, o eso pienso ahora. Como aquella primera vez: sangre, lágrimas y semen.

domingo, 7 de noviembre de 2021

Panic! at my bedroom

     No tengo la suerte de ser una de esas personas a las que el miedo despierta y activa. Se supone que es un mecanismo natural de defensa del cerebro, así que imagino que el mío ha involucionado, porque donde, en teoría, debería poder recoger y procesar información cincuenta veces más deprisa, yo me quedo congelada. Bloqueada. Aquí lo único que va a acelerarse es tu respiración, darling, parece decir mi cuerpo.

Ayer me quedé mirando durante veintidós largos minutos la falda en la que había querido meterme, reventona, morcillosa, abotonada y con su enorme cremallera - obstinadamente abajo en la bragueta - revelando el azul deslavado de las bragas que llevaba debajo. No tengo claro si es por cómo me quedaba la falda o por el hecho de que no pudiera abrochárnela, pero aquellos minutos también fueron terroríficos..., y mi expresión de pasmosa fascinación no reveló en absoluto el derrumbamiento inminente de mi ánimo herido.

La sensación regresó fortalecida esa misma noche por mi tenaz voz mental, que disfruta al recordarme que tengo un aspecto repugnante. Esperaba a mi prometido sentada al borde del colchón cuando mi reflejo en el espejo captó mi atención. Vaya, esta postura hace que me salga una lorza en la espalda. Esa mollita llevaba años sin estar ahí. Forcé la postura, me puse más recta, pero otro rollito de grasa se marcó en una zona diferente y una imagen mental de las tiras del body de encaje que llevaba debajo hundiéndose se me antojó asquerosa. Cuerdas hundidas en sebo rollizo y sudoroso...; de pronto parecía como si esas mismas tiras de satén y tul estuvieran oprimiéndome el pecho. Ya nada me queda como debería, porque soy una cerda que no sabe controlarse, una puta niña chica caprichosa que no es capaz de decir que no a las guarrerías, ni comer a horas normales y en lapsos razonables, ni cuidar su resolución de hacer ejercicio. Funciono con la explosividad descoordinada de una adolescente enrabietada y lo peor es que ni siquiera puedo explicar por qué me asaltan unas ganas de llorar tan terribles cuando me desnudo para el amor de mi vida, por qué me resulta imposible dejarme llevar y disfrutar cuando veo los hoyuelos grasientos de mis muslos rodear su rostro al hundirse entre mis pliegues. Y él me lleva a la luna, que conste, pero yo estoy más pendiente del aspecto que tendría para él si un día le da por mirarme como yo me miro y..., bloqueo.

Llorar a veces ayuda, pero en otras ocasiones, el sentimiento se me estanca en el pecho y ya no hay un Dios que salga de esa mierda, porque no soy capaz de expresarme y me siento de piedra. Total, que me levanté, me moví hacia donde no pudiera ver mi reflejo ni en el espejo ni en el cristal de la ventana y me quité la ropa. Me di prisa y, a pesar de ello, mi marido me cazó desnuda frente a él cuando entró en la habitación y todo lo que yo querría haber hecho era esperarle en la cama, con esos impresionantes tacones de piel, una de las pequeñas y bonitas bragas brasileñas de tul negro que él mismo me regaló y la camisa que se había quitado hacía unos instantes, envuelta en el olor más reconfortante y dulce que existe. No pude, claro está, pero tampoco pude desmigajarme como un bizcocho seco y explicarle que ni siquiera me siento yo misma en esta piel que ya no parece mía; fui sincera, más por su bien que por el mío, y le comenté que me había sentido ridícula - incapaz de seducir, grotesca, incapaz de disfrutar de las cosas que me apetecía hacer - y él me reconfortó sin juzgarme. Por algún motivo es más difícil desnudar el alma que el cuerpo y mi instinto era protegerme en su ropa grande y sin forma, pero no lo hice hasta que no terminé de hablar. Entonces, él me preparó una cena equilibrada y dulce, que saboreé con gusto, y me abrazó durante buena parte de la noche con sus preciosos ojitos enrojecidos de cansancio y angustia hasta que nos dormimos juntos.

jueves, 4 de noviembre de 2021

恋愛。

     Expresar amor en japonés es muy curioso. Mientras que en la mayoría de casos se utiliza un -a mis ojos seco- 好きです (una suerte de soso "me gustas", una expresión idónea para el interés o el afecto), la complejidad de los ideofonogramas puede llegar a ser inmensa. Uno podría usar el kanji de 恋, en el que domina el radical de corazón y la idea de pasión tierna, naciente y efímera, perecedera. 恋 Tiene fecha de caducidad; Uno también podía ser más romántico, más tradicional y casi... sólido, ciertamente, usando el término 愛してる。Ya de por sí, el origen chino de 愛 le otorga un peso cultural que es difícil de definir; tampoco el mundo del análisis ideográfico arroja mucha claridad. Tenemos movilidad, pero también una cubierta, una garra y un corazón espachurrado entre radicales. 愛 simboliza el amor verdadero, el que dura. Si 恋 es recibir, 愛 es dar.

¿Cómo podría yo explicar lo que significa 恋愛, y por qué la fusión del egoísmo apasionado y el sólido romanticismo es perfecta? ¿por qué no solo 愛?

Porque me gusta la idea de un amor fuerte como los cimientos de la tierra, pero que tiembla como en el primer beso. Sabía que existía la noción de que 恋愛 solo se dice a una persona en este mundo, y sabía que cuando la encontrara lo tendría claro. Que es la perfección de quien ama todos los días como el primero. Reciprocidad. Autenticidad, inocencia. Quizá no sea el primer amor (初恋), pero hasta ese término utiliza la voluble inconsistencia de 恋.

Un día lo tuve delante, y me sentí temblar como la primera vez que mi teléfono vibró en mi mano y oí su voz, grave y susurrante, al otro lado del auricular. Aquella noche, reflexionando, sentí que los cimientos de mi vida se sacudían una vez más con su calor y su mirada, pero nunca me había sentido tan firmemente atada a nadie.

Así que lo dije. Lo dije y lo seguiré diciendo. No lo retiro, he encontrado a mi mitad. Mi 恋愛. El que me entiende con una sola mirada, me busca en la cama aunque casi nunca durmamos juntos y suspira mi nombre en el calor de las sábanas. Equilibrio, reciprocidad, perfección. Y eso sí que es inexplicable y perfecto, más allá de un ocho, dos corazones, un tejado, una garra y un descenso. Más allá de ideogramas y sonidos, de kanjis, sinología, lingüística y otras connotaciones culturales. Es solo una forma más de intentar explicar y expresar cuánto te amo.

Vamps.

     Todo estuvo bien al principio. Una habitación enorme, toda iluminada de blanco cegador, dominada por un escenario desolador de equipos viejos y sillas dolorosamente incómodas; e integrada por cuatro gatos que se difuminaban progresivamente en una masa creciente de personajes más que excéntricos según se aproximaba la salida del sol. Una ucraniana xenófoba, un obeso amanerado enamorado de un chino doce años más joven que él con alergia a la ducha. Un gigante color bronce que había perdido a sus hijas tras una ruptura difícil y comía porridge como quien come pipas. Una asiática bajita y aniñada tan dulce como malhablada, un refugiado político de origen nicaragüense con hábito bebedor.

Algunos estuvieron de paso y otros se han quedado hasta el final, pero de todos aprendí algo.

Fue fantástico, a pesar de los altibajos, mientras pude ver sus caras, reír y salir con ellos de vez en cuando, compartiendo cenas, cafés y chicle. Todos con sus historias, sus angustias, sus papeles, sus anécdotas.

Todo se fue al traste cuando nos separaron; las noches dejaron de fluir y comenzaron a convertirse en la piedra de Sísifo. Ya no hubo a quién ayudar con sus consultas, a quién ofrecerle lo que llevara aquel día en el tupper. Solo oscuridad y silencio, hastío, dejadez, irritación, soledad. Quizá las cosas habrían sido diferentes si hubiéramos seguido allí, por muy monótono que sea el trabajo, puede que hubiera tardado más tiempo en llegar al límite y demandar un cambio; pero también es posible que no hubiera conocido al amor de mi vida tal y como son las cosas hoy, mi faro en las noches tristes. Mi esperanza, mi apoyo, mi refugio.

No tiene sentido preguntarse qué habría pasado, son tantas la vertientes posibles que es fácil pensar que cualquier alternativa es mejor a la que tengo ahora en las manos. Por ahora se acaba una etapa, con una mezcla de nostalgia y alivio (y un poco de incertidumbre), y con la esperanza de encontrar algo mejor en la siguiente..., o, por lo menos, más de las cosas buenas de la anterior. Mis vampiros.

lunes, 1 de noviembre de 2021

Es real

     De pronto fue como si estuviéramos en el ojo de un huracán: el mundo siguió corriendo frenéticamente a nuestro alrededor, pero su magia había hecho detenerse el mundo en una suerte de pausa para respirar, cargada de electricidad, anticipación y nervios.

Sé que, cuando me abrazó, su intención real era la de proporcionarme confort; pero como si no hubiera transcurrido un solo minuto desde el 26 de diciembre, el aire entre nosotros pareció soltar chispazos y mi corazón trató de escapar trepándome por la garganta, buscando mis labios ocupados.

Cuando quise darme cuenta, ambos jadeábamos.

- ¿Lo sientes? - me preguntó.

Mi vida..., mi amor, mi hogar, mi suerte, mi designio, mi pilar, mi roca, mi destino, mi prometido, mi refugio, mi lugar seguro, mi tesoro, mi todo, mi pequeño..., ya sables cuál es la respuesta.