sábado, 25 de febrero de 2023

ohne Bruder?

Mi pandemia tiene un nombre de tres letras. Por cruel que pueda parecer, pienso en los meses de primavera y verano de 2020 con nostalgia de ese encierro forzoso y cuanto más deformo los recuerdos de tanto visitarlos más ganas tengo de llorar y de revivirlo todo una vez más.

Mi pandemia no tiene intrusas y nada me faltaba o me sobraba entonces. Se hace tangible en la memoria y en la banda sonora. Incluso en los sabores de entonces.

Mi cuarentena fue feliz y felices fueron también los meses posteriores de paseos de ida y vuelta al gimnasio, de trote conjunto, de Coronas frías regando en el porche y de juegos bajo una mantita de retales, una y otra vez.

En esta tristeza que parece llenarlo todo encuentro confirmación de que aún me importa lo que sea de nosotros. Por encima del enfado, de la incertidumbre y de la frustración.

martes, 14 de febrero de 2023

Cuando la soledad es más liviana.

    En determinadas fases de la enfermedad de mi madre siempre llega un punto en que "muda" la piel. Es un proceso largo, lento y doloroso que culmina con la caída de los últimos pellejos resecos en zonas como las palmas de las manos, dejando a su paso una piel extraordinariamente fina, rosada e indescriptiblemente suave. Sensible y delicada. Me recuerda a esa extraña enfermedad, la de la piel de mariposa, pero sin lesiones.

Supongo que es un ejemplo muy gráfico de cómo me siento ante esta primavera incipiente. No quiero hablar demasiado alto, todo me da un poco de miedo, pero a la vez quiero exhibir y probar mi nueva piel. Es sensible, pero al menos ya no duele tanto. Quiero luz y quiero vida.

Es hora de cambiar

miércoles, 8 de febrero de 2023

Erstickungserscheinungen

     Mármol y madera, madera y mármol. Blanco. Estuco. Los olores de siempre. Los mismos ángulos. Qué cosa tan extraña y tan conocida; es mi casa, pero ya no lo es. Hay cosas distintas allá donde mire, el rastro de migajas de una intrusa que me hace sentir fuera de lugar a mí. Escucho el frío húmero del silencio desde arriba, haciéndose eco a sí mismo. Hacía mucho que no me sentía bien aquí, pero hoy me da la paz que necesito.

Tampoco quiero volver a casa; mi marido está de mal humor. Yo también. Hay muchas cosas por hacer y yo no quiero hacer ninguna. Hacía mucho que no deseaba estar sola tanto como lo deseo hoy, ahora. Las lágrimas burbujean y el enfado quema dentro de mí. Con miedo, con incertidumbre. Por mucho que empuje, no avanzo con la vida.

Ahora las ideaciones suicidas se han vuelto tan comunes que ya no me asustan como solían. Aferro el volante con nudillos blancos y gesto crispado y pienso que en medio segundo podría virar bruscamente y terminar con todo; y aunque fantaseo con ello, temo fracasar y quedarme tullida. No tengo agallas y eso me molesta.

Me invade la nostalgia, quiero escaparme y ver el mar. Podría no tomar la salida 14 y continuar por la A-49 hasta el final..., quiero pasear por las playas desiertas de Isla Canela, ese sitio que es hogar siempre que no me tocan las narices. Echo de menos que el rugido de la marea ahogue el silencio molesto que me zumba en los oídos, y que así no tenga que despegar los labios. Quiero salir corriendo yo sola; pero tan pronto como el pensamiento cruza los horizontes de mi conciencia me doy cuenta de que eso no es posible y me siento prisionera. Luego me digo que allí solo estoy en mi hogar cuando salgo de la casa y que volvería peor de lo que me fui.

lunes, 6 de febrero de 2023

Das Mädchen

     Vibrante electricidad la que tienen tus caricias, para cambiar la composición de mis propios átomos. En tus manos ya no soy quien era. En tus manos no existe el miedo.

En el suspiro que dejas contra mi piel erizada te llevas también a la niña que fui; he envejecido mucho desde que estoy contigo, pero no en ningún sentido negativo. Tus labios pegados suavemente a mi espalda, a mi cuello, a mis clavículas..., tus labios moldean mi cuerpo a su antojo. En tu capricho de poseerme me hago mujer, y bajo una atenta mirada llena de hambre se alza mi pecho, se hinchan los labios y se abre como una flor el seno de mi cuerpo esperando el fuego de tu abrazo