sábado, 30 de julio de 2016

Problemas del primer mundo.

No soy una persona vengativa, y quienes me conocen lo saben. Por eso acudí cuando Zowel me llamó desde otra mesa de la terraza del bar, a pesar de algunas de las personas que la acompañaban. Aunque no negaré que había tratado de pasar desapercibida cuando me senté con mis amigas y pedí una cerveza. Vi su mano rechoncha y pálida en la distancia y suspiré.
-Perdonadme un momento.- musité a mis amigos.
Me solté la trenza y los rizos me cayeron alrededor del rostro. Agradecí mentalmente haberme maquillado mientras me levantaba, tratando de no tropezar con mi falda larga, y me acercaba a la ristra de mesas unidas
Zowel es una de esas chicas que despiertan el odio y la envidia de las mujeres allá donde van, y la admiración y las babas de los hombres. Bajita, larga melena teñida de un naranja apagado, acento extranjero y sensual, cuerpo blanco, blando, curvado y perfecto, ojos verdes y boca de infarto. Toda esa voluptuosidad acompañada de un cerebro despierto, brillante, artístico y una lengua viperina y mordaz.
Pero su rostro de facciones delicadas perdió su aire irónico y sonrió abiertamente, de forma cálida, mientras se levantaba para abrazarme.
Sin muchos preámbulos, nos lanzamos a una conversación acelerada de impresiones, personajes, intenciones, patrones, liricismo, citas, páginas, comparaciones, libros, libros, libros y más libros. Cesamos nuestro intercambio para no ser descorteses, bajo promesas de vernos y discutir de nuevo, y prestarnos más libros, con ganas de más. Pensé en lo grato que es encontrar a alguien con una pasión en común que sepa comentar un buen libro.
- Y este es Guaio. Se acaba de leer la Metamorphosis, encontré tu exposición el otro día y se la enseñé.
Estoy tratando de recordar cómo me sentía cuando me giré hacia él con mi sonrisa falsa por excelencia. Estaba nerviosa. Sé que me alegré de lo bueno que había sido mi trabajo sobre Ovidio, ¿o no? Me sentí inmediatamente más segura, más inteligente. ¿Me recordaba? Su media sonrisa decía que sí, y a mí se me cayó el alma pensándolo. No quería que tuviera a la vieja versión de mí en la cabeza. No quería a la chica gordita, triste y acomplejada de hace años. Escribiendo y repensando esta escena, intento encontrar algún resentimiento en mis recuerdos hacia él, alguna pena o rabia ante las cosas que me hizo y me dijo, pero solo encuentro la vergüenza de unos viejos sentimientos no correspondidos; me encuentro ante el vago deseo de que ahora piense en mí como en la persona en la que me he convertido, y que no vuelva a hacerme sentir inferior nunca más.

Un poco más tarde, me senté con ellos y Guaio y yo estuvimos intercambiando impresiones sobre otras obras y movimientos, y sobre series, y cine, y arte, y luego nos pasamos a la historia, y el tiempo voló. Voló, y más tarde me pidió que le acompañara, que le diera mi móvil y que saliéramos más veces. Con una risa encantadora, me negué y le dije que yo no sentía lo mismo por él, citando casi exactamente las palabras que me había dicho cuatro años atrás cuando me rechazó.

Y por fin siento que he dado carpetazo a esos recuerdos, de forma cínica y bastante satisfactoria.

miércoles, 27 de julio de 2016

Stay strong, my friend.

Una conversación de hoy ha sacado a relucir una pieza más de mi vida que debería estar sepultada entre recuerdos banales. No sentía aprensión ni miedo mientras le hablaba de ello, ahora parece una historia vivida por otra persona, en otro mundo, hace muchos, muchos años.

Ahora cierro los ojos y revivo aquellas imágenes difusas como si estuviera recordando escenas de una película. Puedo recordarme abriendo los ojos en el salón de mi casa, sin saber por qué estoy ahí. Debería estar en el colegio, no hace mucho que lo estaba. Hay algo oprimiendo mi brazo izquierdo levemente y abro los ojos para contemplar a mi madre, arrodillada, tomándome la tensión. Mis párpados pesaban como plomo y ahora lamento no haberme llevado recuerdos más precisos de cómo era cuando mi madre podía caminar, con sus pasitos cortos y rápidos, siempre inclinada hacia delante.
Mi madre dijo que tenía la tensión muy baja y me preguntó si había desayunado ese día. Yo gruñí, evitando la pregunta. No, no había desayunado, y tampoco cené la noche anterior, y dejé la mitad del almuerzo del día previo a ese; pero eso no era lo que yo había dicho y nadie tenía por qué saber la verdad.
Alcé mi brazo de hormigón con un esfuerzo sobrehumano y l observé al trasluz, maravillándome de lo delgada que estaba mi muñeca y lo largos y finos que lucían mis dedos. Sé que en ese momento me sentí así, fascinada de la naturaleza de mis huesos sobresaliendo, pero ahora recuerdo ese momento de mi vida como una nebulosa de desmayos, hipoglucemias y bajadas de tensión, una sombra de días rápidos, sin fuerza, sin mella.

Recuerdo que, aquellos días, solo quería dormir, dormir para siempre. Ahora eso ya ha pasado, pero no puedo evitar un escalofrío de ¿ansiedad? ¿miedo? cuando la gente habla tan a la ligera de ciertos temas, cuando la gente no se toma en serio el valor de sus vidas y sus cuerpos.

martes, 26 de julio de 2016

Vida interminable.

"Hay toda clase de historias. Algunas nacen al ser contadas, su sustancia es el lenguaje y antes de que alguien las ponga en palabras son apenas una emoción, un capricho de la mente, una imagen o una intangible reminiscencia. Otras vienen completas, como manzanas, y pueden repetirse hasta el infinito sin riesgo de alterar su sentido. Existen unas tomadas de la realidad y procesadas por la inspiración, mientras que otras nacen de un instante de inspiración y se convierten en realidad al ser contadas. Y hay historias secretas que permanecen ocultas en las sombras de la memoria, son como organismos vivos, les salen raíces, tentáculos, se llenan de adherencias y con el tiempo se convierten en materia de pesadillas. A veces para exorcizar los demonios de un recuerdo es necesario contarlo como un cuento."
Isabel Allende.

Sleep time

El recuerdo mil veces manoseado de esa insinuación repentina y tardía reavivó un fuego que ya creía apagado y, sin planearlo, me quedé dormida fantaseando con el movimiento de su cadera contra la mía, flexible y elástica, sintiendo cada músculo de su cuerpo, su pierna entre las mías, sus manos suaves y su rostro distractor, concentrado, rezumando seguridad y sensualidad. El sueño continuó lo que mi fantasía nocturna había empezado y me encontré dibujándonos en escenarios conocidos y por conocer a lo largo de la noche, mi cabeza recreando la ardorosa pasión de mis recuerdos reales con su rostro y sus manos. Me desperté como si de una siesta se tratara, culpable y anhelante.

domingo, 24 de julio de 2016

Nutshell.

Solo recuerdo negrura. Negura, y angustia, miedo, anticipación. Vagamente, en algún rincón de mi cabeza, sé que estoy soñando, pero no puedo hacer nada al respecto..., salvo esperar.

De pronto, un alarido espantoso  se abre paso en el aire denso y caliente hasta mí. Es familiar, dolorosamente familiar. Un chirrido ronco, sin aire, un gimoteo cascado y grave...
- ¡Mamá! -vocifero, girando sin parar en esa habitación negra sin límites ni contornos.
Otro grito de dolor, terminado en un sollozo. Escucho gemidos y súplicas balbuceadas, y quiero correr en cualquier dirección, moverme hacia la voz que suena tan cerca.
Ahora, alguien me está agarrando desde atrás. ¡No me toque! pienso, o chillo, pero tira de mis brazos hacia mi espalda y bisisea, chista, trata de hacerme callar. Respiro bocanadas desesperadas del aire húmedo de alrededor. Yo grito, mamá grita. No puedo ayudarla, jamás podré ayudarla.


Abro los ojos con una sacudida, sintiéndome como si acabara de correr un maratón; la habitación cargada, oscura y pesada como en mi sueño. Me quito la camiseta con la que duermo para eliminar la fría humedad de mi sudor, pero está en las sábanas, en la colcha, en todas partes; y me incorporo, agarrotada y enfadada, abrazando mis piernas desnudas.
Me pregunto si estas pesadillas acabarán algún día.

viernes, 22 de julio de 2016

Inseguridades II.

- Eres perfecta y me encantas.
Estira la mano. No. No me toques, por favor. Sé lo que vas a hacer, lo has hecho cientos de veces, pero no puedo. Observo cómo pellizca suavemente mi vientre, mi asquerosa y sucia barriga de gorda. ¿Cómo puedes acariciar y besar eso? Es asqueroso. Yo soy asquerosa.

Pero... ¿no importa?

Whatever tomorrow brings.

Me voy de retiro espiritual, otra vez. Galicia, mi bella Galicia...
La última vez fue hace tres años, y me fui con el corazón hecho un lío y setenta amigos. En esas largas caminatas de verdor y silencio pude encontrar la paz de necesitaba para deshacer todos los nudos de mi alma.

Y ahora, allá voy de nuevo. Esta vez, solo cuatro personas me acompañan, y por eso mismo espero que mi peregrinaje sea más íntimo y especial. Tengo la sensación de que he pensado y aprendido mucho en muy poco tiempo y es momento de asentar las ideas y devolverle la calma a mi mente y la alegría a mi espíritu. Poner las cosas en perspectiva, si lo preferís.

Son cuatro personas únicas, y sé que me voy a divertir. Tendremos ocasión de hablar y jugar mucho, pero también espero el silencio del camino, la visión de los valles y colinas con su eterno verdegal lozano, el olor a humedad y el aire fresco que me libren de la opresión del verano.

No va a ser fácil, y no tengo la intención de que lo sea. Me gusta esforzarme. Mi padre dice a menudo que el que algo quiere, algo le cuesta, y yo lo he adoptado como una filosofía vital. Es una forma de apreciarse a uno mismo por el esfuerzo y la dedicación, y valorar mucho más los frutos del propio trabajo.

No va a ser fácil, pero a mí no me gusta fácil.


jueves, 21 de julio de 2016

Inseguridades.

Me miro al espejo como si la persona que está ahí reflejada no fuera yo. Quiero escribir que estoy en uno de esos raros momentos de mi vida en que me odio, me odio de pies a cabeza, pero realmente no son raros para nada. Incluso esas cosas que normalmente suponen un consuelo, como mis pecas, mis ojos, mi cabello bonito o mis manos largas y elegantes parecen defectos bajo estos ojos distorsionados míos.
En situaciones como esta, solo quiero llorar y escupirme. Me pregunto quién podrá quererme en este cuerpo. Me pregunto si Ale me querría de tener más donde escoger. Me pregunto por qué el resto de las personas no me dicen la verdad cuando me miran.
Esbozo una sonrisa fingida, exhibiendo mi hermosa sonrisa de ortodoncia, pero tomo nota del color oscuro de mis huesos, los labios finos y redondos, y un rictus triste reemplaza a mi sonrisa fría en el espejo.
Cada centímetro de mí parece deplorable. El cabello, crispado por el maltrato de los tintes y el calor. Mi rostro abrupto, mi mandíbula pronunciada, mis ojos pequeños, el bultito en el puente de mi nariz, mi escaso pómulo. Odio mi cuerpo grande y fuerte, mi piel áspera y dermatitosa, mi cintura ancha, mi pecho bajo y flojo, las grandes aureolas rosadas, mis pies anchos, mi culo plano, mis caderas estrechas, mis piernas juntas. Odiaba estar más gorda de lo que estoy, y ahora odio las largas estrías de colores diversos -del morado al blanco, pasando por el rosa y el tostado- que cruzan como cicatrices mi estómago, mis muslos, mi espalda, mis brazos, mi pecho. Odio mi palidez rosada en invierno, y este moreno amarillento de verano. Odio mis huesos grandes y los depósitos de tejido adiposo asentados al azar en lugares extraños. Odio mis mejillas rubicundas y mi rubor de muñeca pepona.

Así que le pongo mala cara a esa imagen con la que tengo que vivir y, con un suspiro, le doy la espalda para meterme en la ducha.

Sleepless nights.

Me da miedo la noche.
Intento no enfrentarme a esa aterradora verdad mientras mis ojos recorren ansiosos la oscuridad del dormitorio. Anoche dormí a cabezadas, cada vez que cerraba los ojos, un nuevo horror para perseguirme. Atrapada en el duermevela, no puedo forzar mis ojos a abrirse de nuevo, y percibo cómo la negrura de la pesadilla se abate sobre mí.
Siento el corazón en la boca y me esfuerzo por tragármelo de nuevo. Con mi respiración, se acelera su latido, y siento un breve pinchazo de protesta en mis sienes. Dios, estas jaquecas son terribles. Respiro hondo, fuerzo a mis pulmones a calmarse, mi cuerpo palpita en tensión.
Trato de pensar en un lugar feliz, y recuerdo vagamente el escenario florido, de colores pastel, que soñé no hace mucho; estaba tumbada, con la cabeza en el regazo de Ale, que mecía una cereza delante de mí, haciéndola girar por el tallo. Yo me alzaba, riendo, tratando de pescar la fruta con los dientes. Pronto, otras imágenes de Ale pasan por mi cabeza y mi ritmo cardíaco aletea de nuevo, mi cuerpo se contrae de forma muy distinta y se me seca la boca. No, esto no va a funcionar.

Suspiro y me siento en la cama. Mi camiseta huele a tabaco y arrugo la nariz, asqueada, antes de sacármela por la cabeza de un solo movimiento fluido. Mi pecho se yergue ante el aire frío de la habitación, mi piel erizada.

Fuera llueve en forma de pegotes oscuros, el cielo se ilumina intermitentemente. Esto no es lo que yo quería...

lunes, 18 de julio de 2016

Flawless.

Por un momento, recordé lo que se siente cuando crees que controlas tu propia vida. Por una vez, mi existencia no era una sucesión de días anodinos. Ya no era una historia triste. Supongo que me sentí como la protagonista de una historia, de un cuento, cuando enfrenté un edificio descolorido, tosco y excesivamente volumétrico, decorado con negros barrotes en los vanos y con los cuerpos coloridos de mis nuevos amigos. Creo que pocas veces en mi vida he experimentado un sentimiento tan intenso.
Supongo que me sentí viva.
Y sí, sé que en algún momento, este día perderá su colorido, y con el paso del tiempo se convertirá en una anécdota más. Sé que me haré vieja, y nada tendrá sentido más allá de seguir empujando los días; tampoco espero que lo tenga. Para entonces, imagino que mi papel en este mundo será guiar los pasos de mis hijos y mis sobrinos, e intentar en la medida de lo posible que no comentan los mismos errores que me quedan por cometer ahora. Sólo seguiré dejando mis ideas por escrito, y con un poco de suerte, algún día inspiraré a alguien. Entonces sabré que toda mi existencia ha servido para algo.

Mientras tanto, supongo que cada día vibra como el resplandor de este sol de verano oculto bajo la palma tenaz de mis manos. Librada de la ceguera repentina, puedo sentir el halo de blancura manchando el perfecto azul del cielo en rayos puntiagudos. Cada día es mío para hacer lo que quiera con él. Creo que esto es sentirse vivo.

sábado, 16 de julio de 2016

An endless sporadic

Como siempre en esta clase de situaciones, mi cabeza está funcionando mucho más allá que mis sentidos, pero el latido veloz de mi corazón está resonando con fuerza en mis oídos, y hormigueando en mis sienes, y no me puedo concentrar.
Está apoyado sobre su espalda, y yo sobre él. Puedo sentir cada músculo contraerse bajo mi peso, y mi mente empieza a elaborar una descripción minuciosa según se tensan sus bíceps para abrazarme, su abdomen, su pierna entre las mías. Se me ha secado la boca, y siento un revoloteo ansioso en el esternón, y un ramalazo de calor según mi sangre burbujea buscando mi cara. Respiro hondo, y por un momento me alegro de mi elección de hoy.
Él huele a desodorante y, de forma un tanto vaga, a algo dulce. No puedo pensar. Si entro en contacto con su piel, estoy perdida. Mi imaginación está volando y no puedo evitar sentir las miradas ajenas pinchando mi piel abrasada por el calor, por su abrazo y por un deje de culpabilidad.
Echo el rostro hacia atrás, tratando de aclarar mi mente, de respirar algo que no sea su calor. En un momento incómodo, siento que está demasiado cerca, y que puede verlo y sentirlo todo.
 Observo sus rasgos, absorbiéndolo todo: su piel suave, la barbita incipiente, la curva de su pómulo, esos labios entreabiertos, rosados y suaves, y esos ojos que me miran con seriedad por una vez desde su resplandor casi ambarino. Uf.


Y entonces, cómo no, me despierto.

martes, 12 de julio de 2016

2:20

Creo que hoy he empezado a entender un poco mejor a las chicas que siempre dicen "nada" cuando les preguntan qué les ocurre. "Nada" nunca es nada, obviamente. "Nada" es que no me apetece hablar de ello ahora, o que estoy triste; a lo mejor también estoy cansada o necesito pensarlo un poco mejor. "Nada" se traduce en "déjame tranquila", aunque solo sea por unos instantes.
Pero ese "nada" es tan predecible que al menos ya sabéis lo que no significa. Por eso más vale dejar de usarlo y buscar buenas excusas, de esas que no son completamente inventadas. Mitad verdadera, una buena escusa que valga por "nada" debe ser otra cosa que ande rondando tu mente, pero que sea más banal o menos seria que la anterior.
Adeps me acaba de preguntar exactamente eso mismo, y por ser quien es, he estado a punto de ser sincera. Pero no. Si me hubiera estado mirando a los ojos, me captaría de inmediato, pero Whatsapp tiene sus ventajas.
Creo que no se lo he contado porque hasta cierto punto me parece casi "banal", pero por alguna razón, que ocurra con frecuencia no quita los nervios o el miedo. Según pienso en el pasado, me asusto del futuro, y vuelvo a no poder dormir, ni vivir, y seguir escribiendo, y darle mil vueltas al pánico que me atenaza la existencia y morirme de pena mientras murmuro verdades a medias como que "no me pasa nada".

Delicious summer time.

Debo ser la única persona de este mundo que odia las vacaciones. ¿Quién puede odiar dormir, tomar el sol y tener tiempo para ver series y leer libros? pensaréis. Bueno, pues yo. Odio tener tiempo para mí misma y sentirme culpable sobre no ser productiva. Además, eso significa pensar, y pensar es malo. Las pesadillas vuelven a ser recurrentes y aplastantes. A veces me despierto a las cuatro o cinco de la mañana y me quedo leyendo y escribiendo en el pequeño cuaderno verde que vive en mi mesita de noche. Estoy pensando en empezar a medir el tiempo en horas a partir de ahora, olvidando los días, que transcurren tan lentamente que han dejado de tener sentido. Tampoco me importa.
El verano me hace sentirme sola y olvidada. También triste. Sinceramente, solo quiero que acabe.

Son las 3:12 a.m

Surprise!

I've read so many times that you'll never know what people are capable of that I thought I had understood it. What I had never considered is what friends are capable of.
Some of them turned out not to give a fuck about your wellbeing. Sometimes, they were too selfish to even notice your feelings.
But somehow there are still people that care enough to at least ask. Friends that would come to your place despite the burning sun to help you with your emotional breakdown. I've been there...

I feel betrayed by my own stupidity and inocence. I never thought I was the only one that cared, but I do think it now and I also realise it hurts more than I expected. I have always given too little value to my feelings towards my friends when comparing them to what I feel when I'm with my family. But I get surprised every single time by how much I love them, and how hard does it feel when they harm me.

Enough books.

Soy abrupta, y lo sé. No estoy ni remotamente cerca de una señorita elegante en mi aspecto de mujerona corpulenta, o en mis modales sin gracia. No tengo la sutileza necesaria para encandilar con mi contoneo, o para bailar. No resulto elegante ni siquiera en reposo; pero eso no quita que sepa disfrazarme en modelos elegantes de marcas moderadamente caras, y encantar a base de sonrisas, lenguaje y modales impecables.

***

-Vienes a por la matrícula, ¿verdad?
- Sí-. No.
La mentira me salió naturalmente, de sopetón, como todas las importantes . Otra persona que me conociera mejor habría adivinado el temblor bajo mi sonrisa eficaz. Creyéndose conocedor de mis intenciones, alzó las cejas divertido cuando bajé la mirada, colorada como un tomate, y me senté.
Me cae bien. Resulta cómodo hablar con él, y me hace sentirme como dentro de un libro. Me explico: las profusas descripciones de muchos autores me han educado para buscar en los ojos de mis interlocutores sorpresa, ironía, recelo o diversión, pero no todas las personas son tan expresivas en sus gestos o expresiones como el señor Cucullus.
Había estado encaprichada con el señor C desde el principio, de forma inexplicable. Mi vena sapiosexual entra en acción con poca frecuenta, y me siento irremediablemente atraída por personas de toda clase y condición con una característica común: son individuos inteligentes, brillantes o con grandes conocimientos. No es una atracción romántica, sino más bien platónica en el sentido filosófico de la palabra. Estos seres constituyen un ideal para mí y quiero estar cerca de ellos en todo momento; probablemente jamás les besaría, pero sí quisiera estar horas escuchándoles hablar.
Así que mi corazón emprendió cabriolas de saltimbanqui, influenciado por ingentes cantidades de literatura romántica en los últimos días, y yo me esforcé por pensar en Piscor. Ésto me llevó al recuerdo de nuestro tórrido atardecer de sábado perezoso, y sentí cómo me ardía la cara y mi corazón se colgaba cabeza abajo como un trapecista loco.
Fueron unos instantes de conversación agradable, informal. Me lleva a recordar a otro cierto personaje de mi vida, el profesor Fibula. Como Cucullus, él también tenía un cierto aire casi religioso y también me sacaba muchísimos años. Es por eso que cuando su cabeza de ideas firmes y su palabrería de mago me encandilaron, me asusté. Sintiéndome loca, o enferma, me preguntaba cómo podía sentirme como me sentía hacia alguien que tiene casi cuarenta años más que yo. Por suerte, la edad y los libros me curaron del espanto hacia mi propia naturaleza y he aprendido a aceptar mis propios clichés extraños hacia hombres mayores, poco atractivos y endemoniadamente listos.
Observando a Míster C, que elude mi mirada con frecuencia buscando el ordenador, me pregunto qué tiene para despertar la fascinación ajena como lo hace. Ideas disparatadas recorren mi cabeza y se estrellan con preguntas y más preguntas mientras advierto una vez más sus manos largas, perfectas, de dedos delgados y movimientos elegantes.
Bueno, creo que ha sido suficiente.

domingo, 10 de julio de 2016

But instead, I felt gross.

Yesterday, I was obnoxiously aware of my body. Not in a good way, believe me. I wasn't feeling every single caress or gooseflesh. Oh, no, I was feeling ugly.
As I lost weight, my body has become limp. I could sense every stretch mark on my belly as it was burning. I could feel fat deposits on my thighs. I know my breasts have fallen from their natural position. I hated parts of me I had never thought of before.
For the first time in my life, I want to be atractive to somebody.

However, he still kissed every inch of my skin as if I were perfect. He embraced every part of me I can't even look at.

miércoles, 6 de julio de 2016

Raining (but not men)

Hoy ha llovido en Sevilla, pero no en Mairena.

Me gustaría mucho que lloviera. Después de la intensidad del calor opresivo, me imagino la lluvia caliente como un baño de fresca humedad. A veces creo que me gustan los cielos abiertos del verano, pero luego me encuentro extrañando el frío, la humedad, la lluvia o tiritar y me doy cuenta de que, simplemente, el invierno encaja mejor conmigo.

El verano me recuerda lo sola que puede llegar a asentirse una persona, me recuerda muchos malos momentos, y me encuentro extrañando otros lugares, otros olores de mi pasado. Necesito salir a pasear...

アレ

Para bien o para mal, siempre he tenido buena memoria para las fechas. Hay días especiales que me recuerdan a personas que fueron especiales para mí, o sucesos concretos. Eso tiene un lado malo, por supuesto, porque siempre hay algo o alguien a quien no queremos recordar; puede que le echemos de menos, puede que nos hiciera daño, puede que nos entre la nostalgia.
Además, no es raro que ocurriera algo especial en una fecha señalada. Nunca olvidaré la noche que cumplí diecisiete años, con un beso a escondidas y champán sin burbujas; también atesoro, por alguna razón, aquella ocasión en que abrí los ojos a un nuevo año con el regalo más bonito que me hayan hecho, y recuerdo aquella tarde perezosa de un día de navidad mirando llover desde la calidez de una cama ajena.

Pero, por alguna razón, apareciste de la nada en un día cualquiera y le diste la vuelta a todos mis calendarios. El tiempo pasa con desdeñosa locura cuando estoy contigo, y todos los días son especiales, porque cada palabra, cada caricia, cada gesto y cada beso son únicos, y aún no puedo creer que sea todo para mí.

lunes, 4 de julio de 2016

When writing is not enough.

Después del sueño, con la energía, volvió el enfado. Supongo que según me descargue de nuevo, volveré a sentirme triste. Ahora mismo me cuesta dominar mis emociones, y creo que debería desfogar un poco, pero no se me ocurre cómo.
Sería maravilloso poder estar delante de un enorme espacio vacío y gritar. Tengo la sensación de que eso me dejaría vacía y tranquila, pero sé que eso es solo producto de mi mente demasiado literaria. También se me ha ocurrido agotarme físicamente, así que creo que fundir mi enfado en el ejercicio podría ayudarme, como hizo en una ocasión, o bracear en la piscina a ver si me ahogo.

Me pregunto en qué momento la escritura no ha sido suficiente. Supongo que a estas alturas, es tan solo un medio para racionalizar mi enfado y tristeza, pero poco tiene de desahogo. Es como contarlo y llorar, solo tiene sentido en el momento, pero los sentimientos permanecen ahí, amortiguados.
Por alguna razón, este blog se ha convertido en un medio banal del día a día, que no está nada mal, ojo; pero de poco me sirve si no puedo pensar en él como el camino para deshacerme de la rabia y otras cosas por el estilo.

Otra vez me siento vacía. No tengo ganas de nada..., y odio el verano.