jueves, 30 de diciembre de 2021

Magic

     Llevo meses llamándolo magia: al cosquilleo de energía que satura mi sistema nervioso. Aparece en los momentos más obvios y también en los más inesperados. Aparece durante un beso, un abrazo o un orgasmo, aparece con los regalos, con la comida casera y con la atmósfera íntima e intensa que se crea cuando me pierdo en la profundidad de sus iris de cacao, caramelo y café. Aparece con el timbre cálido y vibrante de su voz al teléfono, con las notas románticas que me deja por doquier, con su compañía y con su atención.

En la misma medida me asalta cuando le veo sonreír, cuando observo su rostro dormido, cuando me doy cuenta de que repito sus muletillas o veo algo que le gusta y pienso en comprárselo. Está presente en su perfume, en sus caricias y en lo mucho que le echo de menos ahora mismo, cuando no está a mi lado.

Hace meses que digo que estás lleno de magia, cuando quizá sea yo la que está llena de amor. Nombres por doquier para una realidad de cosquillitas en el aire, sonrisas embobadas y pensamientos enlazados.

¡Un año ya del placer de enamorarme de ti a cada momento!

lunes, 27 de diciembre de 2021

Un año vista.

    Echando la vista atrás, lo mismo podría parecer un año que un siglo de todo aquel torbellino de emociones, decisiones, dudas, miedo y pena. Sé que ya lo he mencionado antes, pero ahora siento que en el borrón difuso del transcurrir del tiempo hay tendencias luminosas, puntos de color brillante que conforman el telar de una de las etapas más maravillosamente mágicas y bonitas que he vivido.

Por supuesto me quedo con absolutamente todo, porque lo bueno estuvo también aderezado por el contraste con lo malo. Me quedo con cada ansiada llamada en la misma medida que abrazo cada hora que no dormí y desde luego no cambiaría ese paseo en noria por la culpa que sentí después. El mundo no ha cambiado, pero tanto mi vida como yo misma; supongo que madurar también consiste en contar la historia completa sin omitir la parte en la que eres culpable.

No sé si eso lo leí en alguna parte o viene de mí misma (no lo creo, no soy tan original), pero el caso es que, con el tiempo, me ha ayudado mucho. Creo que fue mi terapeuta quien me dijo que sería mucho más feliz si dejaba de intentar de ser la persona inocente de todas las situaciones y con el tiempo lo he procesado para comprender que cada una de las personas que han pasado por mi vida tienen su propia versión del tiempo que hemos compartido juntos. 

Así que, un año después de romper con mi primer amor, puedo decir que he aprendido muchísimo. Lo más importante, quizá, es que las personas pueden tener más facetas que las que conocemos de ellas, caras de sí mismos que salen a relucir en determinadas situaciones solamente, caras que ni ellos mismos tienen por qué conocer. También he aprendido mucho de mis propias emociones y de mecanismos para gestionar algunas de las experiencias más duras que he vivido, y cómo sobrevivir a ellas. 

Así que gracias: a quien quiera leerme, a quien quiera darse por aludido, a quien haya estado en mi vida y a los que se han marchado también. Todos me habéis dado algo. Gracias.

martes, 21 de diciembre de 2021

"Unite" et vinces.

     There's something very soothing on the way he holds me, almost as if I were a baby. He caresses me, rocks me, and gets me to feel protected. Safe. Understood. Almost... petite.

I hadn't felt like that in a very long time. He makes me feel young in a very unexpected way.

At first I felt almost distrusting, but not of him nor did I doubt his intentions - rather, I wanted to prove myself strong and independent. Now, I'm beggining to understand and realize that my strength doesn't lie in my habit of pushing people away, but in trust and cohesion. Being on my own doesn't make me any better, it makes me lonely, sad and weak.


He is my sidekick now, and I love it. My partner in crime. My doppelganger, my best half. He's the one with the best of ideas, he gets the energy flowing when my batteries are out. He made my dreams come true, he's the source of all the good things in my life and part of me.

He's mine - well, not him, but part of his feelings belong to me and I love knowing that. That means that he can share whatever percentage he wants of his existence with me, and not just love, but dreams, frustrations, plans, ideas, time and even the bad days if that's what he needs. That's so much more than the plain, boring physical meaning of the phrase "you're mine", but says even more of what we are as a family.

Yea. He is definitely mine. And I'm his and only his, as I've never been part of anybody else.

martes, 14 de diciembre de 2021

Magia, electricidad, química y poesía.

     Anoche no pude dormir demasiado. La verdad es que esta irrupción de un viejo hábito en mi vida ha sido tan inesperada como desesperante, casi podría decir que he perdido gran parte de mi tolerancia al insomnio en estos meses de descanso apacible; sin embargo, y a pesar de mi nerviosismo inicial, pronto los sonidos se volvieron familiares y mi pulso regresó a un cauce lento. Entre grillos y alguna alondra lejana, por fin pude tomarme unos minutos para retomar uno de mis hábitos favoritos de los últimos meses: observar a mi prometido mientras duerme.

Me tomó alrededor de una hora y media repasar cada uno de sus rasgos en la penumbra, hasta que estuve segura de que podría dibujarle sin buscar su rostro con la mirada. Hice un mapa mental de sus poros, lunares, la distribución del vello de las cejas, la barba, la dirección que tomaba cada pestaña, los surcos de la edad en la piel. 

Qué maravillosamente guapo es. Dejé que el sentimiento me invadiera con su indescriptible calidez, lo sentí expandirse rápidamente por mi pecho y mi vientre en su viaje hacia mis extremidades. Eterno, infinito e inefable, un sentimiento tan grande que no parece que pueda caber en una palabra como "amor". ¿Dónde meto, en esas cuatro letritas de nada, todas las demás emociones que adornan y equilibran nuestro día a día juntos, como las especias de la salsa perfecta? ¿dónde están la admiración, el respeto, el cariño, la confianza, el alivio, la seguridad?

La primera vez que compartimos colchón me pregunté muchas veces por qué sentía tantas cosas a la vez. Parecía que fuera a explotar y a achicharrarme, como si el amor tuviera un voltaje demasiado alto para mí. Pensaba que lo conocía y lo entendía, que no habría nada nuevo para mí; pero observé su rostro como hiciera anoche, encontrando los chispazos de su corriente por el camino de mis elucubraciones. Ahora sé que ese día estaba asombrosamente inquieto, en su quietud, casi sin respirar o moverse en el sueño, demasiado consciente de sí mismo en la inconsciencia. 


Aún hoy no sé explicarlo, parece haberse vuelto más intenso, potente y desconcertante; es imposible acostumbrarse a este sentimiento o aburrirse de él. 

jueves, 9 de diciembre de 2021

That mom's cuisine

Cuántas veces no habremos escuchado expresiones relacionadas con fogones, ¿verdad? El famoso calor de los fogones, el hogar, la familiaridad reconfortante del amor que colma la comida doméstica. Incluso aunque no sea la mejor, cuando llegue el momento, la añoraremos.
Ironías de la vida, nunca he cocinado con fogones, o al menos no con los típicos fuegos de gas que se me vienen a la mente con ese tipo de frases hechas. Todo lo que yo he conocido son las placas vitrocerámicas, con su cristal negro, su reflejo soslayado de la realidad culinaria, su distribución uniforme del calor y su bajo consumo. Eficientes y aburridas, pero aún así sinónimo de hogar para mí.
Imágenes de los vapores del puchero elevándose hacia la campana extractora colman mi mente de calidez. Peladuras de ajos, cebollas, zanahorias y patatas a mi alrededor. El aroma suculento de algo asándose en el horno y el crepitar del aceite haciéndole los coros al borboteo del tomate guisado. Sabores no de mi infancia, pero sí de mi juventud - refrito, fumé, pastel de berenjenas, queso gratinado, bizcocho de limón, albóndigas en salsa, pollo al chilindrón, carrillada, pisto de verdura con huevo, crema de calabacín. Comida no de mamá, no de la abuela, pero sí de papá, de mi hermana; mis anclas.

Pensaba que me gustaba cocinar hasta que me quedé sola, entonces aprendí que, cuando la comida es para mí, el placer queda relegado a un segundo plano y solamente existe el control. El proceso de preparación para a ser una mera composición química de la que busco la eficiencia de la nutrición fundamental, de no pasar hambre pero tampoco estar llena, de no ingerir demasiadas calorías, de controlar la fibra, el sodio y la grasa. Es una obligación desagradable que escasamente merece la faceta problemática y la inversión de tiempo en la compra, la preparación, la limpieza o el envasado.

Así pues, para mí, la cocina solo es acogedora cuando hay un corazón amado esperando a la mesa. Entonces los sabores, las salsas, las cremas, las guarniciones..., todo se convierte en canal sagrado..., en una suerte de corriente transmisora de cariño, el hilo conductor de lo mejor de mis sentimientos concentrados para el otro. No espero ni agradecimientos, ni gemidos de apreciación ni otro tipo de reacciones, pero... ¡qué placer cuando tienen lugar! los ojos se empañan, el pulso se ralentiza, un leve sonrojo adornando los pómulos y los labios liberamente contraídos, como reteniendo los matices en la boca. Entonces sabes que es posible que hayas mejorado el día del otro, aunque sea solo un poco, brevemente; y no existe mayor placer.

¿Será la mía, algún día, la comida que otrx atesore como la "comida de mamá"?

martes, 7 de diciembre de 2021

Su paisaje vivo.

     El sol de diciembre en la piel, calor. Sus manos en mi espalda, cosquilleo. Por la ventana se cuelan el aroma del rocío tardío evaporándose, de la tierra húmeda secándose bajo el Astro Rey y una lejana intuición de madera quemándose en una chimenea. Los aromas de un invierno tan incipiente como inusitadamente feliz.

La habitación parece estar henchida de luz, reluciente. Cegadora. Me obliga a mantener los párpados entornados y teñidos de los colores más bonitos que se pueda imaginar, pero nunca describir. Sé perfectamente cuál es el elemento distintivo de entre los inviernos grises y fríos de mi vida; observo la diferencia viva, respirando y durmiendo a mi lado, desterrando el frío, la soledad, la pena y los fantasmas del dolor y la ira. Observo cómo sus pestañas enredadas entre sí se agitan en un tremor somnoliento, el brillo saludable de sus labios rosados y jugosos, las líneas, surcos, marcas, valles y cuestas de esas facciones tan bellamente esculpidas que amo como un paisaje familiar e idealizado. Como si hubiera pasado la vida admirando esos rasgos, una obra de arte con la que he soñado toda la vida, aun sin saberlo.

Las pestañas se separan en un aleteo despreocupado y vibrante y la habitación se hace añicos a mi alrededor. Ya no existe realidad física o material a la que pueda dirigirme o aferrarme, su conciencia tranquila y sobrecogedoramente profunda lo absorbe todo. Le brillan los ojos. Sonríe, paralizándome el corazón, deteniendo mi respiración, llenando mis venas de su luz. Haciéndome sentir más viva, más suya que nunca.

Y me consumen las llamas de la piel, el corazón, el cuerpo.

viernes, 3 de diciembre de 2021

Goodbye.

Se me dan mal los cambios, siempre lo he dicho. No me gustan, me abruma el miedo.

Y sin embargo, estoy sorprendida (y un poco orgullosa de mí misma) y de mi capacidad de afrontar los vaivenes de la vida con entusiasmo. Empezar una nueva relación - sin haber digerido la anterior -, irme de casa, prometerme e hipotecarme. All went by smoothly, y yo he tenido la suerte de contar con el mejor compañero para este imponente viaje. No ha habido ni dudas ni molestos "¿Y si...?" que considerar durante el camino.

He elegido mi vida y ahora quiero empezar a vivirla.

Sin embargo..., sin embargo, me he dado cuenta a lo largo de las últimas casi tres semanas que los cambios que no involucran mi vida sentimental siguen siendo igual de difíciles de afrontar que siempre. El trabajo, para no acabar la increíble tragedia griega que comenzó a representarse hace tres años, me trae aún por la calle de la amargura. ¿Qué ha sido lo más complicado? bueno, todo, en cierta medida: volver a relacionarme con otras personas, volver a reprimir lo que pienso o lo que siento, acostumbrarme a sistemas nuevos, despedirme de una dinámica cómoda que no me disgustaba tanto por el qué como por el cómo. Quiero volver, no sabría decir cuánto, pero no en las mismas condiciones. Empiezo a pensar que no lo haré. Por mucho que pueda tratar de disfrazar un empleo de estimulante cuando evidentemente no lo era - desde casi el segundo mes, diría yo - sé que caigo en los paradigmas de la idealización. Funciono por comparaciones, qué le voy a hacer. Volvería, sin pensar, con placer, a las noches de videollamada de hace un año, a la primera primavera en nuestro piso, a desayunar juntos, a dormir por las mañanas, a ver películas con él mientras trabajaba en la tarde. Volvería con los ojos cerrados a tener un equipo cómodo y un jefe profesional, productivo, resolutivo e implicado.

Y supongo que eso ha sido lo más complicado. Aceptar el hecho de que me estoy despidiendo de una etapa muy, muy feliz.

Finally moving on.

   I've heard many times in the course of the last year that the only way of knowing if I had really moved on would be to be able to stick to the good memories of what we were and let go of everything else.

I'm not quite there yet, if I'm being honest. One can't really expect to overcome five years in one sitting, sort to speak, but there could potentially be an indicator of progress lying down on my subconscious in the shape of a stealthy dream waiting for my vulnerable sleep time to strike me down.

A happy memory, finally. Something short but worth holding on to, as a reminder that not everything was that bad. Yea, there were funny, emotional moments that made me forget how tired and sad I was.

I'm on my way to let go of it all.

Throwback to when I almost destroyed everything.

    A veces aún me abruma la enormidad de los cambios acaecidos en mi vida en el último año. Lo he aceptado todo con tanta tranquilidad -para ser yo- que es difícil de asimilar cuando me paro a pensarlo. Sí, quizá ahí resida el secreto del éxito: que lo he pensado todo con el máximo pragmatismo posible. He considerado mi bienestar y mi seguridad por encima de muchas otras cosas y, mira tú por dónde, al final he acertado de pleno en mis consideraciones metafísicas. Quién me lo iba a decir a mí.

Aunque, siendo sincera, me gustaría haber llorado mucho más por las cosas que han dolido y siguen dentro de mí. A veces, especialmente cuando hago daño inintencionadamente a alguien a quien quiero, el recuerdo me persigue durante mucho, mucho tiempo.

Y me he parado a pensar en esto precisamente ahora porque, un día como hoy de hace un año (es decir, unos cinco minutos para mí), casi "rompí" con mi marido.

Es difícil usar la palabra "romper" porque, siendo honesta, no estábamos oficialmente juntos y es difícil romper algo que casi ni había arrancado. Un día como hoy, hace un año, me levanté de la cama a duras penas, me tomé un minuto para lamentar mi reflejo mustio en el espejo del baño y bajé a desayunar a la cocina. Mi padre estaba allí, sorbiendo poco a poco el café ese aguado e híper azucarado que se toma, me dirigió una mirada de lástima que por suerte he visto pocas veces en la vida y me llamó a su lado. Yo comencé a marear la tostada en el plato, la cucharilla en el café. No tenía hambre. Mi padre arrancó a hablar poco después y yo le escuché, y también aporté un poco. No tenía demasiadas ganas pero sé que es parco en palabras y cuando te dedica ese tiempo, es especial y merece muchísimo la pena. Aquella mañana, como tantas otras veces en mi vida, me abrumó el amor tan especial que siento por mi familia y la suerte de contar con ellos me hizo sentir segura, arropada y protegida en el mar de decisiones difíciles en el que se había convertido mi vida.

Quizá no fue el mejor consejo, pero me dio perspectiva y decidí ponerlo en práctica, aunque casi resultara en catástrofe. Intenté ponerlo todo en una suerte de standby, pero eso implicaba casi destrozar lo más bonito que he tenido en la vida. Entonces, claro, no lo sabía; pero desde entonces me persigue la imagen de mi marido, triste y cansado, tratando de contener las lágrimas de derrota y animándome a ser feliz.

Como si yo pudiera vivir sin él

Como si yo quisiera pasar un solo segundo sin estar a su lado

Como si no hubiera sido ya, en ese momento, el centro mismo de mi existencia. Mi vida, mi futuro, mi todo.