miércoles, 30 de septiembre de 2015

Feminazi.

Estaba pensando en todo este debate en auge sobre las quejas de las mujeres con respecto a todos los estereotipos, condicionantes y demás elementos que han estado presentes en la vida de las chicas siempre. También la respuesta por parte del sector más conservador de la sociedad, la palabra feminazi, una "inteligente" fusión del término fémina y la palabra nazi, que (supongo) hace referencia al comportamiento dominante y cruel del partido fascista alemán entre 1930 y 1945 y no al nacional socialismo, que no tendría ningún sentido.
La cuestión es que vi el otro día una imagen de Facebook que expresó de forma muy acertada una idea que había estado rondando por mi cabeza desde que vi un vídeo de Ana Akana sobre las mujeres, a las que se considera responsables de "no ser violadas". Ya sabéis: no lleves ropa corta, no salgas de noche, no te detengas junto a un coche, no hables con extraños, cuidado con los callejones, si te siguen da un rodeo y escóndete... cosas así.
La imagen en cuestión mostraba a una mujer en lo que parecía una manifestación posando con el torso desnudo (con los pezones convenientemente tapados por una cruceta de esparadrapo, pero ese es otro debate), y en él se había escrito las palabras "Still not asking for it". Para no anglo-parlantes: aún no lo estoy pidiendo. Imagino que sería una respuesta a la popular excusa de "su ropa y su actitud me incitaron".
La foto fue colgada en una página de Tumblr, y la persona que lo compartió escribía lo siguiente (traduzco): "La razón por la que comparto esto no es por la foto en sí misma (que es épica a su manera) sino por los comentarios que generó.
Una persona escribió: Y de nuevo, es como mostrar una pieza de carne y decirle a un tiburón que o se la coma.
Y quien subió la fotografía respondió lo siguiente en negrita: ¡Nosotros (los hombres) no somos malditos tiburones! No somos animales viviendo de puro instinto. Somos capaces de pensar racionalmente y de entender. Solo porque alguien está cocinando comida no significa que tengas el derecho de comértela. Solo porque un banquero esté contando dinero no quiere decir que vayas a obtener dinero gratis. Solo porque una persona esté desnuda no quiere decir que tengas el derecho de follártela. No tienes el derecho sobre el cuerpo de otra persona simplemente porque esté expuesto. ¿Qué resulta tan jodidamente complicado sobre este concepto?"

Y yo pensé: Wow, por fin.

martes, 29 de septiembre de 2015

No time in space.

A veces tengo que recordar que el resto del mundo tiene sus problemas, sus miedos y sus historias; y que no soy la única que... que...

Con frecuencia tengo que recordarme que no soy la única persona en este mundo con una historia trágica y que todos tienen sus dificultades. Por eso soy tan arrogante y estúpida. Lo que sin duda no cabe en mi cabeza es ir de triste por la vida, divulgando algo que a mí me daría vergüenza admitir, algo que no cuento a mis amigos casi nunca: mis momentos de debilidad y locura. Me avergüenzo de cómo soy y de lo que pienso, y de lo superficial que parezco, juzgando a todo el mundo como si yo ya hubiera vivido todas las cosas. ¿No soy despreciable?
¿Por qué pienso esto siquiera?

Ohmaigash.

Hay ciertos tabúes de la vida que todos damos por hecho, pero nuestros instintos de seres humanos a menudo nos empujan a romper esas reglas "tácitas" y a sentirnos culpables por ello. Lo negamos, lo repudiamos, nos repudiamos y muchos -mos más, pero los sentimientos y los pensamientos son los que son y están ahí por algún motivo. O sin motivo, qué coño, la cuestión es que existen y que, por su misma condición de "prohibidos", son ideas tremendamente complicadas de suprimir. Como la primera (y la segunda) vez que me sentí atraída sexualmente hacia otra mujer.
O como esta vez.
Pero yo no soy Aria Montgomery. No necesito un Ezra Fitz, ni miedos, ni excusas, ni justificaciones. No necesito más problemas.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Now, what?

Se va, y la soledad se ceba con mi viciada alma.
A veces siento que ya no aguanto más melodrama, ya no soporto que me echen más cosas en cara, ni tanta lagrimita, ni tanta limpieza, ni determinadas actitudes. Creo que no soportaré el vacío, y que perderé a uno de mis guardianes. Y quiero vivir determinados momentos sin que nadie me riña por algo en particular cuando llegue a casa, y más teniendo en cuenta que soy una hija jodidamente ejemplar. ¡Solo quiero vivir! vivir como una persona de mi edad cinco minutos... (más no, que me aburro)
Pero, ¿qué haría yo sin las caricias de mi padre después de cenar, sin los huesitos y las series de policía? ¿qué haría yo sin la cabeza de mi hermano sobre mi muslo, o en el hueco bajo mi cuello? en parte siento a veces que las actitudes a las que me refiero son muy concretas y que, en ocasiones, el afecto reemplaza a la obligación moral, y es en ese momento cuando la culpa me atenaza la garganta con su nudo de lágrimas y de recuerdos ñoños de un antes que ya nunca volverán.

Qué derrotista yo, meh.

domingo, 20 de septiembre de 2015

A toda vela.

Esa pacífica y placentera sensación de estar justo donde tengo que estar en este momento, haciendo lo que me corresponde. Y no porque así esté estipulado, sino porque yo misma lo he decidido. Esa sensación de que todo va viento en popa...

domingo, 13 de septiembre de 2015

Shush.

Si no escribo es que todo va bien, dentro y fuera de mi cabeza.
Por eso sigo escribiendo, supongo; pero es muy complicado poner ciertas cosas en palabras porque eso significa pensar, paladear los sentimientos, hacerlos míos y luego escupirlos. Pero hay veces en que las palabras simplemente no son suficientes y no reflejan todo lo que pasa por mi a veces degenerado cerebro. Nunca pensé que las palabras iban a faltarme. ¿Me hace eso una mala escritora?

sábado, 5 de septiembre de 2015

Emptiness and feelings.

Esta mañana estaba en la playa. Brisa, salitre, el sol calentándome la piel casi perezosamente. Sentí tanta tranquilidad en ese momento... una calma feliz, sin problemas. Eso me hizo preguntarme cuándo fue la última vez que experimenté una emoción intensa de verdad. Se me vino a la cabeza el apagado recuerdo que conservo de esa explosión jubilosa y centelleante que llamaba amor, pero hace mucho tiempo de eso y solo queda un vago color desvaído en mi memoria.
Pero hay otra emoción que ha estado intermitentemente presente y que es peor, extraña. Diría que la furia es la emoción que alimenta el sentimiento de odio corrosivo que aparece sin previo aviso y parece no tener límites, y quema, y me empuja a decir cosas crueles sin conciencia de las personas a las que pueda herir con ello. Y eso no ayuda, sino que el odio se trunca en impotencia, desesperación y pena, y termino por sentirme simplemente triste.
¿Es lo normal? me pregunto si todos los odios son así, o solamente el que yo siento hacia el marido de mi abuela. No, no son noticias nuevas y no me siento culpable admitiéndolo. La gente se cohíbe y se siente culpable por sus propios deseos y sentimientos; a veces yo también me increpo a mí misma el no sentir resquemor alguno cuando sueño despierta que mis manos suaves y blancas se cierran en torno a su cuello, y su voz cascada de borracho viejo grazna súplicas burbujeantes mientras se queda sin oxígeno.
Me pregunto qué sería de mí entonces. ¿Resentimiento por no poder hacer una "justicia" real? pero, ¿qué justicia se le puede aplicar a semejante abominación? O quizá mi irritación se debe a que aún tiene poder para herirme cuando yo jamás le he importado nada, nunca.
Pero ahora estoy bien, bajo el sol, relajada, y puedo decir que estar así de "vacía" es mejor que amar y que odiar. O, cuanto menos, más manejable.

Contusiones que hicieron "crack".

El tiempo, entre otros elementos, me castigó con saña.
Creo que se ha cansado de mis vaivenes: de ser precioso cuando toca estudiar o cuando quiero evitar algo que sé que va a suceder versus ser prescindible cuando estoy en la playa, paseando por la orilla de la playa con mi padre. Entonces, los minutos corren al ritmo de nuestras huellas marcando brevemente la arena blanda, oscura y húmeda, y nada importa tanto como el calor de su mano sobre la mía.
Pero el tiempo es también incertidumbre... como una gota de agua formándose lentamente sobre el vaho de un cristal frío. ¿Caerá? sabes que sí, eventualmente. Y si cae, ¿qué? tanto tiempo mirando la gota, admirando su fresca audacia, sabiendo que desaparecerá dejando un reguero de pequeñas gotitas en las que no vale la pena fijarse.
El tiempo eran hojas de un libro pasándose sin atención, y parpadeos temblorosos, ronquidos y miedo. El miedo, en concreto, estira las horas como si fuera un chicle, o queso fundido del que hace hebras que quieres cortar desesperadamente, pero se te pegan a las manos y a la barbilla. El tiempo es, en gran medida, la espera. Es ahí cuando eres consciente de que existe y pasa, a menudo para mal. Puños apretados, paseos, café, sudor frío. Mi espera.

Mientras escribo estas palabras, los minutos se transforman en unidades reciclables que debo aprovechar para dormir; y quizá mañana se repita el ciclo de gritos, bostezos, visitas inesperadas, "privacidad" y risas de alivio.
Nunca falta tiempo para bromear un poco.

La gota no ha caído. Aún no.