viernes, 27 de febrero de 2015

Now, seriously.

No puedo dormir.
Hace días que el sueño escapa de mis manos, con lo lirona que yo soy.
Ni leyendo, ni haciendo ejercicio, ni estudiando hasta el dolor de cabeza. Ni siquiera con música clásica.
Y cuando duermo, me despiertan mis propias vueltas, sueños extraños, patadas a las sábanas..., demasiada tela.
Despierto cansada. Cansada de haber dormido. Con la espalda anudada, y el cuello torcido. Un sabor de boca amargo, y escozor en los ojos.

Dance of the sugar plum fairy.

Ni tiempo, ni ganas.
Solo música.

viernes, 20 de febrero de 2015

Aren't you ashamed?

Me parece que este vídeo es una síntesis muy poderosa de la situación que vive mi país en este momento. Toda todos los temas que están al día: los recortes en los derechos, la corrupción en el poder, la perorata de que ya no hay crisis, los desahucios, los suicidios, la ley mordaza, los recortes en educación y sanidad, la postura denigrada de la cultura y la inteligencia y muchas otras cosas. Menciona aspectos característicos de España, como la patética incapacidad de nuestros dirigentes de aprender una sola palabra de inglés, el asunto del ébola, nuestra monarquía impuesta, la inmensa diferencia entre la riqueza de los que tienen poder y la miseria de la gente común...
Bueno, eso, que es muy bueno. La rima y la ironía hacen que las frases atraviesen la conciencia de una servidora...

miércoles, 18 de febrero de 2015

Relief...

Después de mucho dilatarlo, hoy hemos hablado las cinco tranquilamente. Bueno, con Silvia también.
Hemos dicho lo que nos molestaba a las unas de las otras, hemos aclarado chismorreos y malentendidos,
Así que ahora hay dos posturas opuestas enfrentándose dentro de mí:
Un lado es más joven, más ingenuo. Es la parte de mí que cree que las cosas no se hacen realmente a malas, que se puede confiar en las personas. Probablemente esa parte tierna e inteligente de mí misma tenga como resultado un montón de patadas en el culo.
La otra postura de mi cabeza es el lado más adulto. Cínico, desconfía de todo lo que no sea yo, mi inteligencia y mis instintos. Es así. Es el lado que cree que nada de lo que he percibido ha sido mentira en absoluto, la parte que defiende que me han mentido por librarse del marrón que podría haberles caído de no ser así.
A menudo me recrimino el no escuchar más a ese lado de mi cabeza, me recrimino el no creer en mí y desconfiar más en los demás. Hoy ha sido distinto, y extraño también. Sería un poco incongruente desconfiar de su sinceridad si es que quiero que percepción que yo tenía de mi posición en la clase y mi relación con ellas en concreto cambie un ápice. Sería ridículo que no las creyera.
Quiero relajarme, dejar de estar pendiente de lo que digan, hagan, de cómo me miren o de las cosas que escriban en las redes sociales. Si mi hermana leyera esto, probablemente me reñiría y me pediría que estuviera incluso aún más ojo avizor, que soy muy lenta y despistada...
Pero estoy cansada de la tensión, quiero experimentar este alivio mucho más tiempo...

domingo, 15 de febrero de 2015

The heart asks pleasure first.

Había muchas alternativas diferentes para ayer.
Había sofá, y libro o película moña.
Había ese trabajo de latín que debí haber hecho hace tres días.
Había bar, y amigos, y cervezas a raudales.
Estaba su cama, su abrazo, su calor.
Y no estaba ninguna, porque tampoco estaba yo.

Pero hoy sí estoy, dolor en la cabeza y nudo en la garganta
Y está el trabajo de latín.
Y están las series, y el libro, y el sofá.
Está Michael Nyman en mi oreja,
y pensamientos revoloteando hacia el olvido, hacia la nada.


Tryna find something new.

Quizá porque es hoy, post- san Valentín; quizá porque estoy de bajón; o puede que porque intento dejar algo diferente en la vida..., por todo eso, y por otras tantas razones que no vienen a cuento dejo por aquí la epifanía de hoy.
Puede que al verlo muchos piensen que es ese vídeo moralizador y repetitivo que pinta una realidad maravillosa e idealista y que solo ocurre en las películas, y que tiene unos dibujitos muy monos, y bla bla bla...
Pero es bastante real. No puedo decir que lo haya intentado ni que haya funcionado, o que conozca a alguna persona que piense así, pero qué más da. Si solo diera por válidas las cosas que funcionan de forma universal para todo el mundo me estaría comportando como esos pro-científicos que tanto coraje me dan. Y yo soy humanista, creo en los pensamientos, en los sentimientos y en las personas.
Así es que dejo de justificarme, porque al fin y al cabo a nadie le importa lo que yo piense, y sé que esta es una más de esas entradas que se quedan archivadas para mí misma, para releerla si es que me hace falta un poquito de positivismo mental.

viernes, 13 de febrero de 2015

Idiots...

Hoy en los juegos olímpicos Castro&García 2015: Brutalidad. Padre con neumonía VS madre comatosa.
El primer premio es a la idiotez, el segundo a la irresponsabilidad (que no es poco)
¡Hagan sus apuestas!

jueves, 12 de febrero de 2015

Enamorada 1.0

Querido San Valentín:
Te escribo esta pequeña carta porque creo que deberías ampliar tus miras y no auto limitarte... 
Una vez me dijeron que mi adolescencia había sido más triste que la de mis compañeras porque me había cerrado al amor. Y yo sonreí, como cada vez que oigo una burrada por el estilo.
No le faltaba razón: me he cerrado en banda al amor romántico en muchos aspectos. No solo porque tema experimental dolor de nuevo, tampoco me apetece tener novio: no me apetece sacar tiempo de mi descanso (paso demasiadas horas estudiando), ni de mi lectura, ni quitarle tiempo a otras personas, ni pensar en fechas y regalos y citas. En otras palabras: tener novio me da una inmeeeeeeeeeeensa pereza.
Pero ese no es el motivo por el que el comentario sacó a relucir mi lado más desdeñoso: el asunto es que aquella persona, como tantos otros, limita el amor al ámbito de pareja.
Yo me reí porque nado en amor. Tengo unos padres magníficos, que me aman y me protegen, tengo unos hermanos maravillosos, que me adoran y me sobreprotegen y tengo muchos amigos para darle sentido, alegría y experiencias a mi vida. 
El amor me sale por las orejas..., tanto que a menudo tengo que salir sola a dar un paseo, y despejarme.
Si bien mi orgullo hace que a veces me resulte difícil admitir que me importan las personas, el hecho de que amo a mi familia y a mis amigos es tan obvio que sería una estupidez ocultarlo. Y muy hiriente para ellos, supongo.
Todos cometemos alguna que otra tontería, y yo no soy menos. Por supuesto que me he encaprichado con chicos, he sentido la más intensa de las emociones y también el más oscuro de los vacíos..., pero ni siquiera equipararía esas exageradas experiencias a la felicidad que me proporcionan las personas a las que quiero.
Por eso, mi malinterpretado amigo, me gustaría que avisaras a El Corte Inglés de que este año, como cualquier otro, no tengo la más mínima intención de dejarme un solo euro en absolutamente nada, precisamente porque yo amo todos los días y no solo el catorce de febrero, y me gusta regalar espontáneamente (tal y como me vienen las ideas) y no por compromiso.
Con amor y un gran y satírico mal humor,
Cristina Elena Castro García

miércoles, 11 de febrero de 2015

Sadness made up as anger.

¡Odio las indirectas!
Odio las indirectas, porque no me estás diciendo a la cara lo que piensas pero sabes que lo voy a ver. Estás usando las mismas redes sociales que nos unieron para hacerme daño.
Porque lo estás usando para hacerme daño. No me molesta tanto la indirecta como que la hayas usado infantilmente en lugar de hablar conmigo. Hiriéndome.
Porque, ¿sabes qué? han sido dos semanas terribles. ¿Te cuento mi horario, o lo intuyes? Clase, casa, biblioteca, casa, clase. He estado muchos días estudiando casi once horas al día, y dudo mucho que sepas lo que es eso siquiera.
Pero eso no es lo malo, es cansado, pero no es malo. Lo malo es que haya estado triste por la tensión en clase, triste por sentirme aislada y vulnerable. Y también es malo el efímero pero puñetero catarro que pesqué la semana pasada y que ha mantenido mis sentidos embotados durante cinco largos días en los que me he sentido impotente, agobiada e inútil sin motivo ninguno.
Y pienso que te doy igual, porque no has sacado ni cinco minutos para preguntarme tú si me encontraba mejor, si la situación había mejorado o cómo me ha salido el examen de lengua. ¿Siempre tengo que ir yo detrás de ti? Sé que hemos perdido confianza y que en parte es culpa mía: culpa de mi orgullo, de mi falta de tiempo, culpa de mis celos y de mi intento de alejarme de ti. ¿Crees que no me siento culpable de no haber estado ahí cuando probablemente me necesitabas? Por supuesto que sí, mierda, pero tampoco es como si me hubiera sentido apoyada por ti.
Estoy furiosa, mierda. Furiosa y triste, por sentirme culpable y herida. Y ahora no te vas de mi cabeza y necesito espacio para memorizar todas las características técnicas del románico.
Ah, por cierto, yo no necesito ir con indirectas. La has liado, Ed.

jueves, 5 de febrero de 2015

Germán.

Germán no necesita introducción. Al fin y al cabo, este es mi lugar y soy yo quien lo conoce, ¿no?
Germán, al igual que Esse, es una de esas personas que me llaman la atención lo suficiente como para escribir sobre ellas sin saber realmente qué decir. Y no porque me quede sin palabras, sino todo lo contrario: hay demasiado que quiero plasmar; y yo no querría que esto resultase una mera descripción, un batiburrillo sin sentido de cualidades y anécdotas. Germán, al igual que Esse, merece una dedicación que cree un bonito retrato, con sentimientos incluidos.
Probablemente él odiaría esto, y mientras lo pienso sonrío.
Escribo sobre él por varios motivos. En primer lugar, porque le admiro; admiro su inteligencia, su forma de transmitir pasión sobre todas las cosas. Su labia, su capacidad de pensar y analizarlo todo y llegar a conclusiones más allá de mi alcance. Su empatía. Admiro sus opiniones, y esa forma tan razonable y elocuente de transmitirlas: probablemente me convencería de cualquier cosa en el acto si no estuviera segura de mí misma..., no, ni siquiera entonces.
Pero si ahí acabase todo, Germán solo sería una de esas personas de las que quiero aprenderlo todo. Sin embargo, siempre hay más. Me siento agradecida hacia él: le debo muchas cosas. A ese profesor despistado y brillante le debo una parte de mi criterio. Le debo buenas ideas. Gracias a él, soy un poco mejor escritora cada día. También es por él que tengo proyectos y grandes oportunidades en mis manos haciendo lo que más amo. Sea como fuere, la cosa no acaba en estructuras, gramática y latinajos, porque si eso fuera todo, le debería poco más que un conocimiento efímero y las bases de mi futuro profesional.
Ha sido por sus clases que he disfrutado, incluso en aquellos días en que me hubiera escondido del mundo bajo el edredón, inútilmente, por supuesto. Podría agradecerle un mejor conocimiento de mi propio idioma y de otros, una cierta capacidad crítica, nuevas opiniones y muchas horas de reflexión. También que se haya salido de su papel de profesor de cuándo en cuándo para defenderme y para orientarme.
Debería saber que el motivo por que no quiero que acabe este año es, en gran medida, por sus clases; y también que atesoro ciertos momentos y muchos consejos en mi cabeza. A pesar de que me pique más a menudo de lo que me atrevería a reconocer, no pasa nada: esa mezcla de exasperación y admiración tuvo sentido cuando me di cuenta de que se parecía a mi hermana, es decir, cuando deduje que era Acuario.
También odiaría que aludiera tan confiadamente a esa tonta pseudociencia.
Por encima de todo eso, que no es poco, Germán debería saber que es gracias a él que estoy un poquito más cerca de la persona que siempre he querido ser. Y que quiero que esté orgulloso de mí en la medida en que lo merezca, porque Germán siempre sabe dónde está el equilibrio de las cosas.
Ojalá existiera una palabra mayor que 'gracias', pero como no es el caso, citaré a Virgilio:
"Mientras el río corra, los montes hagan sombra y en el cielo haya estrellas, debe durar la memoria del beneficio recibido en la mente del hombre agradecido"

I'm only human.

I can hold my breath.
I can bite my tongue.
I can stay awake for days if that's what you want,
be your number one...

I can fake a smile.
I can force a laugh.
I can dance and play the part
it that's what you ask
Give you all I am.

I can do it...

But I'm only human,
and I bleed when I fall down.
I'm only human,
and I crash and I break down.

Your words in my head,
knives in my heart,,,
You build me up,
and then I fall apart
'Cause I'm only human....

I can turn it on,
be a good machine
I can hold the weight of words
it that's what you need.
Be your everything

I'll get through it...

But I'm only human and I bleed when I fall down,
I'm only human and I fall and I crash down,..

I can take so much,
until I've had enough

I'm only human... just a little human...

~ Christina Perri ~

Luck.

- Todos los profesores están alucinados contigo.- me observa unos instantes, sus ojos brillan de forma extraña y una sonrisa bailotea por las comisuras de sus labios.- Igual que yo.
Cavilo unos instantes. Todos defienden que mis compañeros sienten envidia de mí, y que mis profesores me adoran; y yo aún no entiendo por qué.
Mis notas ni siquiera son tan buenas, y menos aún a comienzo del curso, cuando aún no me siento segura. No soy especialmente inteligente, simplemente me esfuerzo en las cosas que me gustan. No escribo tan bien como me gustaría, al menos fuera del ámbito literario, y muchos de ellos no han hablado mucho conmigo como para admirar cualquiera de mis capacidades, si es que existen.
Mis compañeros me envidian, pero tampoco sé por qué. No soy guapa, ni tengo sentido del humor. Ni siquiera soy buena persona..., soy egoísta, y voy a lo mío. Tengo amigos, muchos y muy buenos amigos, pero eso tampoco me distingue mucho de ellos. Y menos aún dentro del aula, ese territorio tan hostil para mí.
¿Inteligencia, dicen?
¿Qué inteligencia? Ni siquiera estoy segura de que eso exista. Acumulación de datos, capacidad de estudio o elocuencia quizá, pero la mayor parte de esos supuestos atributos vienen de la mano de la lectura.
Luego pienso que es una suerte que mi hermana no estudiase en ese instituto, porque si lo hubiera hecho..., bueno, probablemente entonces yo solo sería una copia menos inteligente y menos agradable que la anterior.
No lo voy a negar: me gusta ser halagada, pero solo cuando lo merezco, y raramente es el caso...

martes, 3 de febrero de 2015

Underground.

Tecleo a mi derecha. También a la izquierda. Pasos sobre el mármol en el silencio de todos estos zombies inmersos en la tecnología.  ¿Y yo? Yo suspiro. Las hojas del libro se pasan solas, ni siquiera las estoy mirando.
Y, de pronto, un resplandor verde se engancha en mis ojos.
Es él, lo sé, estoy segura. Lo conozco mejor que mi nombre.
Sintiendo la sangre bajo la piel, golpeando en las sienes, me pongo de pie, y antes de darme cuenta, estoy corriendo. Ya nadie teclea, ya ni siquiera existe el libro; mis ojos se deleitan en la curva de sus labios, el rápido aleteo de las pestañas que cubren el iris esmeralda brevemente. Abre los ojos, y puedo respirar, puedo reír, soy consciente de mi propia vida.
Le persigo, pero el tren se va. Se lleva su nuca encorvada, su mirada, se lleva sus bromas y su mente brillante. Se lleva mi aliento, mi felicidad, el latido de mi corazón.
Y mientras mis resquebrajados sentimientos se vuelven a romper en pedazos, la gente me sigue con la mirada, y yo no puedo entender por qué no vienen a rescatarme.
En el vagón, mi mirada perdida dice que pienso en él. No sólo en cómo su risa era capaz de anular mis pensamiento, ¿de qué serviría eso? Es más fácil recrearme en la más maravillosa de las sensaciones cuando dijo que me amaba. Tanto tiempo defendiendo que los sentimientos son producto de la mente para que mi cuerpo quemase de aquel modo...
Me recreé en él, que encarnaba el día más feliz de mi vida y también el más nefasto. Y yo que pensaba que no podría haber dolor más grande que el que ya había conocido, para que él destruyese mi mundo.
Ya no tiene sentido pensar en cómo era o qué decía. Tampoco en el adiós, ni siquiera en las cosas buenas. Jamás me he sentido tan viva y feliz como entonces, y basta saber que era lo más maravilloso de mi vida y que le perdí, le dejé ir.
En instantes como este, me siento Heathcliff.
El mundo entero es una atroz colección de testimonios de tu existencia. Y, sin embargo, no podías estar en aquel vagón; como tus ojos no están escondidos entre el mar de tréboles color jade en mi jardín. No era tu voz, solo el viento, y las palabras que parecen tuyas las he imaginado.
Podría enterrar mi corazón bajo tierra, por si algún milagro ocurre y vuelve a florecer.

A ver, orden.

Han pasado tantas cosas, he pensado tantas cosas que ni siquiera sé por dónde empezar.
Por primera vez en mi vida, el frío se me ha metido en los huesos. Puedo pasar una hora bajo el agua caliente, ahogándome en el vapor, pero mi piel continúa fría y me duelen las manos.
Hoy, especialmente, ha sido un mal día.
He tratado de eludir el pensamiento desde que emergió, apenas un tierno brotecito ligeramente puntiagudo...
Estuve con mis amigos, preparando uno de tantos proyectos en los que estoy metida. Mi capacidad organizativa pasiva como nunca, las ideas atrofiadas.
Todo el día desesperada por escribir, una narración imparable en mi cabeza, y ahora no puedo poner en pie lo que sentí hace cuatro horas. Alguien solía decir que el dolor es el más poderoso aliciente para escribir..., mis textos son hermosos en cuanto son desgarradores. Esa persona lloraba cuando me leía.
Pero ya no está.
Igual que mi arrebato, se ha ido.
Y no sé muy bien cómo expresar el desolador vacío que hay en mi mente. Que he tratado de concentrarme en muchas cosas, todo en vano, por lo que ha sido llamado un hecho banal. Banal, sí, porque soy inteligente. Pero aún así, duele en cierto modo, y por primera vez en mucho tiempo no puedo encontrar razones para que duela, ni tampoco para que deje de doler. Es el fracaso de la mente sobre la materia, como diría Meyer (por mucho que me fastidie citarla).
Así que podría contarlo muy bien, y no os llegaría. No sabríais cómo ardía mi piel, helada por dentro, delante del calentador de la ducha, ni que me ahogaba en el calor que tanto he anhelado estos días, o esas extrañas ganas de llorar con los ojos secos.
Y que nada de eso tiene motivo, tampoco solución.
El tierno brotecito es ahora una áspera y espinosa zarza.