martes, 30 de junio de 2015

Beneath the lies.

A veces quiero decir la verdad. En serio, lo prometo. Ojalá pudiera memorizar mi voz mental y ser igual de sincera que cuando hablo, pero es demasiado difícil. A veces simplemente pienso demasiado rápido y no dejo huella en mí misma. Otras veces unas ideas vienen a mi cabeza, pero la boca me desobedece.
Pero, ¿para qué buscar excusas?

- ¿En qué estás pensando?
"¿Para qué preguntas, si ya lo sabes?"
- En nada.
Baja la música con las puntas de los dedos.
- No sé por qué no acabo de creérmelo.
Encogimiento de hombros. En el retrovisor, el sol se refleja en mis ojos y por una vez los libros tienen razón, y puedo ver miedo en ellos.
- Pues es así. Sigo pensando en ese libro que acabo de leer.
Bien, eso no es del todo mentira, pero me mira de reojo. Es cierto que pensaba en el libro, en el amor, en la pasión, en el destino... pero no desde un punto de vista contemplativo. ¿Cuándo he sentido la necesidad de mentirle?
Quizá en este momento, cuando intento mantenerme serena.
- No me lo creo.
Silencio. Me deja, y finjo que sigo cavilando, pero estoy pendiente de él, de la música, del aire y del paisaje. Del sol. Casi puedo oírle pensar lentamente, profundamente, porque sé que sabe qué es lo que cruza mi mente siempre.
- Todos los caminos llevan a Roma, Cris.
"Qué chorrada. Es como creer en el destino". Una parte de mi mente desarrolla esa idea, pero no me apetece ser seria y darle la razón, así que decido lanzar una broma estúpida.
-Y todas las Romas llevan a los caminos.
"Maldito cerebro defectuoso".
-...No.
Coge mi mano y la coloca en el cambio de marcha.
- Comprueba siempre los espejos antes de ponerte en marcha, nunca en el camino.
-Ah, ¿no?
Sé que lo hace para distraerme. "Gracias", pienso con fervor.

¡!

Mi blog es privado. Espero haberlo hecho bien, y que nadie pueda acceder a estas palabras, que no son otra cosa que lo más profundo de mis pensamientos y sentimientos.
Seguirá siéndolo de aquí en adelante, hasta que deje de importarme que sepan lo que pasa por mi cabeza, hasta que deje de sentirme vulnerada por mis propias emociones.
Seguirá siendo así hasta que a mí me de la gana...

sábado, 27 de junio de 2015

Watched.

Siempre he sabido que este blog no es un lugar seguro para escribir, pero es la primera vez que me siento incómodamente observada, probablemente sin razón. No es que espere que este sitio sea privado, es más, comenzó como un lugar para escribir historias, no para escribirme a mí misma.
Pero ahora el teclado es la forma más efectiva de organizar mis pensamientos, y ahora que tengo una importante elección que hacer, tengo miedo de acudir a mis más preciosos oídos, esos que no pueden responderme para recordarme lo idiota que soy.

SH.- review

Junjou Romantica me gustó muchísimo más.
La historia principal ha terminado como un coitus interruptus en toda regla, sin definirse. Todas las demás historias estaban bastante vacías... Pero el estilo inconfundible de Nakamura me ha mantenido en vilo, enamorada y emocionada...
Junjou no deja cabos sueltos, cosa que me encanta, y además profundiza en todos los distintos personajes que protagonizan las parejas romántica, egoísta y terrorista, como se denominan en el anime. Olvidas que estás viendo yaoi, sinceramente los feels son como de un shojo.
Voy a por la segunda temporada de Sekaiichi con la esperanza de que llene el vacío que dejó en mi patata la primera parte...

Hell, no.

Una risa espontánea apareció como un resplandor en su rostro redondo y pálido, y mi corazón se saltó un latido. O quizá dio uno de más. Luego emprendió una carrera frenética que yo no comprendía, irradiando calor por todo mi cuerpo, levantando el vello de mi piel, enrojeciendo mis mejillas, secándome la boca, revolviendo mi estómago.
Había pasado más tiempo del que podía recordar, pero no el suficiente. No estaba preparada.

viernes, 26 de junio de 2015

JdM

Hoy ha sido el último de los adioses, pero por algún motivo no se siente como definitivo. No pasa nada, porque no quiero que lo sea. Hablo sobre dejar atrás el pasado y crecer y avanzar y esa mierda, y me muero de nostalgia por dentro, justo como hace cuatro años, pero es un dolor más profundo porque carece de la irracionalidad de la infancia.
No pasa nada, porque no creo que sea el adiós definitivo. Solo una pausa, un discurso, un hasta pronto. No es como la última vez, de eso estoy segura, porque ese instituto ha cambiado los mismos cimientos de mi mente, mis engranajes.
Ugh, Gracias.

martes, 23 de junio de 2015

Movimiento.

Un momento antes, mientras sus frágiles dedos acariciaban rítmicamente las castañuelas, había parecido una niña. Su cuerpo delgado y nervudo se camuflaba entre los pliegues y volantes del vestido, que contrastaba con su pálida tez en su oscuridad moteada de blanco. Allí sentada, pequeña y delgada, era como una muñeca disfrazada, maquillada para parecer mayor con esos labios rojos, los ojos verdes enmarcados por un halo negro, el cabello recogido en un moño bajo, con una flor.
Podía ver la concentración en sus labios entreabiertos, como sendos pétalos rosados sobre el blanco de su rostro, con la mirada brillante y vagamente perdida. Entonces, durante un instante, su sonrisa relampagueaba devolviéndola a la vida como un amanecer abriéndose paso en un día nublado, puro, virgen y bello. Luego, entre taconeos y vueltas y revuelo de faldas, la vi como la mujer que nunca me había parecido, como la rosa blanca que llevaba prendida del pelo. Grande, orgullosa, florecida, fuerte y delicada; perfecta. Aquella noche Ana brillaba con luz propia, resplandeciente con su inmaculada blancura etérea.
Tan pronto como me propuse juzgar el espectáculo con el ojo crítico de un artista me di cuenta de que mi amiga se había convertido en una obra de arte en movimiento.

Prodigios.

" Aislada del mundo por la magia del amor, Alma podía ignorar las voces interiores y vivir para el encuentro del día, sin mañana ni ayer. Solo existían ellos dos, el primer beso anhelante, las caricias de pie, el despojarse de la ropa, los cuerpos desnudos, trémulos, sentir el calor, el sabor y el olor del otro, la textura de la piel y del pelo, la maravilla de perderse en el deseo hasta la extenuación, de dormir abrazados por un momento y volver al placer renacido, a las bromas, las risas y las confidencias, al prodigioso universo de la intimidad.

Alma se abandonó a la alegría inconsciente del amor. Se preguntaba cómo nadie percibía el resplandor en su piel, la oscuridad sin fondo de sus ojos, la liviandad de su paso, la languidez en su voz, la ardiente energía que no quería ni podía controlar. En esa época escribió en su diario que andaba flotando y sentía burbujas de agua en la piel, erizándole los vellos de gusto; que el corazón se le había agrandado como un globo y se le iba a reventar, que no cabía nadie más que él en ese inmenso corazón inflado, el resto de la humanidad se había desdibujado; que  se tapaba los oídos para evocar su voz suave y lenta, su risa vacilante, sus palabras de amor, sus exclamaciones ahogadas...
La necesidad de Alma de saberse amada era insaciable. "

El amor.

" El recuerdo de los meses benditos en que se juntaba con Ichimei en aquel motel sostuvieron a Alma en los años venideros, cuando intentó arrancarse el amor y el deseo con rigor extremo y reemplazarlos por la penitencia de la fidelidad. Con Ichimei descubrió las múltiples sutilezas del amor y del placer, desde la pasión desenfrenada y urgente hasta esos momentos sagrados en que la emoción los elevaba y se quedaban inmóviles, tendidos frente a frente en la cama, mirándose a los ojos largamente, agradecidos de su suerte, humildes por haber tocado lo más hondo de sus almas, purificados por haberse desprendido de todo artificio y yacer juntos totalmente vulnerables, en tal éxtasis que ya no podían distinguir entre el gozo y la tristeza, entre la exaltación de la vida y la tentación dulce de morir allí mismo para no separarse jamás. "

martes, 16 de junio de 2015

Let's talk about love.

No, no le voy a explicar a un niño de dónde vienen los bebés.
Lo que a mí me preocupa es Ana. Sufre mucho desde que, por mi consejo, dejó a ese malnacido que es David.
Ahora empiezo a dudar de si hizo bien o no. Bueno, él es una mala persona y la hacía sufrir, pero conozco ese amor ciego que se olvida de las diferencias y aprecia hasta la más gélida de las miradas como si eso fuera amor en algún sentido.
Pero he empezado a cuestionarme hasta qué punto las decisiones que ha tomado Ana se han visto influidas por mis experiencias personales. Al fin y al cabo, también yo hice caso del consejo de Esse y hace meses que no hablo con Eddie.
Dios, cómo le sigo echando de menos. Cada día es peor que el anterior sin su calor, sin un solo "te quiero", sin nadie que me llame fresita. Nadie que me diga que soy preciosa. Cada día está tan vacío que no sé cómo tengo la cara dura de decirle a Ana que se puede seguir adelante. Soy una sucia hipócrita.
Sé que me aferro demasiado a lo que sentí por Dani, por otro lado. Me aferro al recuerdo de esa sensación ácida y dulce, desbordante, que lo llenaba todo desde mi pecho, y que me provocaba una sonrisa que no podía reprimir. Sé que jamás he sentido nada parecido como creo que jamás sentiré de nuevo esa felicidad suprema y expansiva.

Y sin embargo, he aprendido a ser feliz.
No se puede llamar de otra forma. He renunciado a un absoluto a cambio de otro que me hiciera la vida más soportable (si Nietzsche levantara la cabeza...). He dejado a un lado el amor, que solía ser el centro de mi vida, por el conocimiento y la introspección. Aprendes a vivir sin ello.
Sin la risa que te hacía feliz. Sin esa charla por la que esperabas todo el día, por la que no dormías en las noches y no estudiabas, ni leías, ni salías. Sin todos esos recuerdos atesorados con mimo a lo largo de los años.

¿Qué importa? ya he dicho que he aprendido a ser feliz. Ahora he atesorado todo lo que antes estaba de más mientras le tuviera a él: he recuperado mi amor por los estudios, la relación con mi familia, el sentido del humor, mi propio tiempo y la risa. He recuperado a mis amigos, y ese dulzor intenso sirve para paliar el regusto amargo que aparece de cuando en cuando en el paladar para recordarme que aún tengo sentidos, sentimientos y recuerdos. Y es cierto que soy feliz, a base de las pequeñas satisfacciones: cultivar la mente, cuidar de los míos, la autorrealización... (Aristóteles, gracias). No me falta nada. En aquel momento la felicidad suprema oscurecía las cosas que son realmente importantes.

Es posible que algún día me de una de mis pájaras y cambie de parecer, arrepintiéndome de estas palabras, pero de momento puedo afirmar que no cambiaría esta felicidad por la que conocía antes.
No pasa nada si hay un pequeño espacio vacío.
Quizá algún día venga alguien y lo llene, y mis recuerdos se tornen menos amargos.
A lo mejor no, y no seré menos feliz por ello. Tampoco pasa nada.

Selectividad 2.

Y allí, sentada en las incómodas sillas de la UPO, me debatía entre el aburrimiento y la pereza preguntándome por qué los apellidos de todos mis amigos estarían al final del abecedario. El corrector trataba de captar mi mirada con las cejas enarcadas, mi examen de inglés aún en blanco... ¿cómo explicarle que me daba vergüenza terminar en 20 minutos y que tenía que hacer tiempo para salir después de la primera media hora?
Caí en la cuenta de que los nervios habían desaparecido incluso antes del examen de lengua. Recordaba haberlo pasado infinitamente peor durante los exámenes de historia de Carmen Fernández, esperando entre la multitud antes de entrar al SUM con las manos sudorosas y el corazón irradiando su nervioso rebotar por toda la extensión de mi piel.
No valía la pena caer en el victimismo una vez más cuestionándome la escasa utilidad de aquella tonta prueba de papagayo y por qué tenían que hacerme memorizar todas aquellas cosas de nuevo. Podría haberlo hecho, sí, pero suspiré después de comprobar la hora y cogí el bolígrafo para rellenar el folio con aquellas respuestas breves y copiadas que tanto me molestaban, sabiendo que de nada servía albergar ningún otro tipo de pensamiento, y menos si no estaba en inglés.

viernes, 12 de junio de 2015

Selectividad.

Miro el horario de estudio, y de pronto me agobio. Vale, está muy bonito pasar todo esto a limpio, también la montaña de doscientos folios junto a mi brazo derecho, pero, ¿cómo diablos voy a memorizar eso antes de cuatro días? es irónico, porque llevo semanas -o incluso meses- preparándome para esto. Segundo de bachillerato parece bastante fácil ahora que ha terminado, pero no puedo ignorar los dolores de cabeza y estómago, los nervios, y las noches sin dormir durante el tercer trimestre. En comparación, esto parece fácil, y sin embargo... ¿por qué lo estoy pasando tan mal?
Estoy a punto de llorar. A lo largo del curso ha habido muchas lágrimas de decepción y angustia, y algún que otro colapso, pero nada tan señalable como algunas de las anécdotas que me han contado de cursos anteriores (a una chica le dio un ataque de ansiedad en el segundo trimestre y estuvo dos meses sin ir a clase, según nos contó un profesor. Y no era la única.); pero yo solo he llorado dos veces: cuando mi madre me acusó de no mirarla a la cara (porque pasaba demasiado tiempo estudiando y una noche me quedé frita sobre los apuntes de filosofía y no le di las buenas noches antes de irme a dormir), y cuando suspendí el examen de historia de España en la segunda evaluación, cosa que ni siquiera pienso recordar, porque respondí muy mal a la decepción y a la presión.
No va a ser esta la tercera vez que llore.Incluso Silvia se ha desesperado una vez hasta las lágrimas, o eso me contó, y ya sabéis que ella está hecha de hormigón armado y acero.
Siento un extraño mareo, aunque no hace ni cuatro horas que comí por última vez. Aún así me levanto y voy a por una coca-cola, que es refrescante y dulce. Como hace mucho tiempo que no la bebo, siento el cosquilleo del azúcar y la cafeína en mi sistema y me pongo a estudiar con música alegre y renovadas energías.
Lo de la música es un cachondeo. Empecé con piano y violín, algunas de las suaves composiciones de Yiruma, música instrumental de videojuegos y películas, jazz y blues. Luego me pasé al rock más suave, más tarde al metalcore y al pop (rara combinación), y terminé con una etapa de música clásica que duró más que todas las anteriores juntas. Hasta que puse una selección cuya primera pieza era la marcha fúnebre de Chopin... capté la indirecta y me pasé al DnB y al musicote feliz de mi hermano. Eso me ha salvado la vida, lo juro.
Acabo de tomarme un café y siento que el estómago se me contrae en retortijones y arcadas, producto del nerviosismo inquieto y punzante que desbarata mis nervios cada vez que pienso en el próximo martes. Estoy tan cansada y aburrida... Me gustaría dormir de un tirón, y no tener pesadillas, ni estar de mal humor. Y encontrar una serie, y terminar de leer "La caída de los gigantes" y saber qué pasa con Maud, Ethel, Billy, Walter, Lev y todos los demás, si sus esperanzas se verán cumplidas, si morirán en la guerra, si sus amores sobrevivirán. Quiero jugar a Los Sims, y tratar de hacer una copia de la casa Kauffman hasta donde me sea posible, o de la Villa Saboya. Quiero hacer un boceto de La habitación de Arlés, que hace muchos años que no dibujo y re-dibujo algo de Van Gogh. La noche estrellada. Los almendros.
Y sin embargo, cuando termino de estudiar un poco antes de lo normal, no sé qué hacer con mi tiempo, con mis manos, con mi mente cansada. No quiero mirar más tiempo la pantalla, ni letras, ni historia ni papel. Así que aprovecho para descansar la espalda tendida en la cama, pero eso tampoco es placentero, porque cada hora despierto sudorosa y sin aliento, como si hubiera corrido una maratón de sonámbula.
Y todo esto, ¿para qué? ¿para demostrarme que no sé estudiar de memoria? eso ya lo sé sin necesidad de que Selectividad me lo recuerde. ¿O la idea es que comience a odiar los temas, los autores, los cuadros que antes me hacían tan feliz? porque si ese no es el objetivo, no puedo comprender qué es la selectividad, o para qué existe, en cualquier caso. Hace menos de un mes que conseguí matrícula de honor, ¿por qué tengo que pasar por lo mismo de nuevo? ¿por qué tengo que demostrarle a nadie si soy madura o no lo soy? ¿tanta relación tiene eso con seguir estudiando?

domingo, 7 de junio de 2015

Samples.

- I'm glad you removed that tumor out of your head Bri; I missed you
- Thanks Stewie. You never gave up on me. I mean, I was having fun, making new friends, getting laid all the time, sleeping like a rock...; but you made the choice. You unilaterally decided I was better being a embittered-alcohollic failer who can only hung out with a baby.
- Hey. We have fun.

#WhyShouldn'tYouMakeDecisionsForTheOthers
I'm such a terrible writer that now I talk using hashtags...

miércoles, 3 de junio de 2015

End.

Quiero hablar sobre muchas cosas en esta entrada. Sobre mi graduación, sobre bachillerato, sobre lo que ha significado el Juan de Mairena para mí. Querría dedicar una entrada especialmente bonita a Silvia, a Carmen, a mis artistas; a mis profesores (Germán, Eva, Carmen, Leonor).
Pero no puedo.
Mientras redacto estas palabras, mi voz mental las está dictando en algún lugar de mi cerebro, interiorizándolas, haciéndolas mías. Todas las lágrimas que contuve ayer se están desbordando ahora, así que seré breve, o lo intentaré.

Este es el discurso que debería haber escrito en primer lugar:

Bachillerato ha sido una etapa muy fructífera de mi vida. Aunque me pasé una buena parte de primero añorando lo que había dejado atrás en el Colegio Aljarafe, ahora no volvería allí ni aunque me pagasen. En estos dos años he crecido y he aprendido muchas cosas; no solo sobre letras, arte y traducciones, sino acerca de lo que significa ser humana, y equivocarse, acerca del esfuerzo, del trabajo y la superación. Creo que he comprendido un poco mejor cuáles son mis límites y cuáles son mis objetivos, y a no rendirme.
Y he aprendido a querer.
He aprendido a querer cada uno de los gestos cariñosos de Esse (son bien escasos...); los consejos de Zoe o las palabras amables de Carmen, que siempre sabe cómo hacerme sentir mejor. Todos mis compañeros me han enseñado algo en distinta medida: Alejandro Conejo me ha enseñado a canalizar mi irritación, Julia y Paula me mostraron el poder de la cerveza después de una tarde de estudio y Zoe me enseñó a leer, ver y escuchar con ojos distintos. Mis artistas me han enseñado que no hay cabida para un amor tan grande en este corazón mío, y que todo lo que pueda darles es suficiente, y poco al mismo tiempo. Ana, Pablo, Patri, Paula, Edu, Naty, Chufi, Taiga, Saray. Mi vida no hubiera sido lo mismo sin vosotros.
Me gustaría decir muchas cosas a los profesores, todo lo que no pude dedicarles personalmente en el acto de ayer. Empezando por Germán, por supuesto, porque como todo el mundo sabe, es mi favorito entre favoritos. Desde su forma de explicar, con esa fuerza que lo caracteriza, hasta lo más personal. Desde sus gestos extraños, su hábito de mentir compulsivamente. Desde su cabezota despistada hasta ese desconcertante parecido que tiene con mi padre.
Gracias, Germán, por proponerme cosas nuevas, por invitarme a crecer, por llevarme a la Feria de las Ciencias.
Y gracias, Eva, por todo. Por ser tan tierna, por las horas sueltas de charla. Gracias por enseñarme tanto, por descubrirme la pasión del arte y la historia, por prestarme tus oídos. Gracias por ser tan buena, por tus abrazos, tu sinceridad abrumadora, por los consejos. Te debo dos años increíbles.
Tampoco puedo olvidarme de mi Leonora, que ha difuminado como nadie los límites de nuestra relación hacia la amistad. Gracias por escucharme tan a menudo, Leonor, y por preocuparte por mí, Debería contaros a todos lo que ha significado el proyecto "Ni diosas ni muñecas" para mí: una forma de redescubrirme desde otra perspectiva, de trabajar con otras personas, de involucrarme en algo nuevo. Una oportunidad más de investigar planos diferentes.
Gracias a Carmen por su genialidad, sus inventos, por obligarme a esforzarme más allá de lo que creía posible y enseñarme lo que significa la palabra #resiliencia.

Y no puedo seguir. Gracias a los que no he mencionado, que no son pocos: a Pilar, que organizó el tinglado, a José María (magnífico montador de amplificadores); a mi familia por apoyarme en todo momento y estar ahí.

Os quiero tanto a todos. No podré olvidaros jamás.
Pero esta vez sí siento que tiene que acabarse, y dar paso a algo nuevo, y lo que venga será también gracias a vosotros.