miércoles, 3 de junio de 2015

End.

Quiero hablar sobre muchas cosas en esta entrada. Sobre mi graduación, sobre bachillerato, sobre lo que ha significado el Juan de Mairena para mí. Querría dedicar una entrada especialmente bonita a Silvia, a Carmen, a mis artistas; a mis profesores (Germán, Eva, Carmen, Leonor).
Pero no puedo.
Mientras redacto estas palabras, mi voz mental las está dictando en algún lugar de mi cerebro, interiorizándolas, haciéndolas mías. Todas las lágrimas que contuve ayer se están desbordando ahora, así que seré breve, o lo intentaré.

Este es el discurso que debería haber escrito en primer lugar:

Bachillerato ha sido una etapa muy fructífera de mi vida. Aunque me pasé una buena parte de primero añorando lo que había dejado atrás en el Colegio Aljarafe, ahora no volvería allí ni aunque me pagasen. En estos dos años he crecido y he aprendido muchas cosas; no solo sobre letras, arte y traducciones, sino acerca de lo que significa ser humana, y equivocarse, acerca del esfuerzo, del trabajo y la superación. Creo que he comprendido un poco mejor cuáles son mis límites y cuáles son mis objetivos, y a no rendirme.
Y he aprendido a querer.
He aprendido a querer cada uno de los gestos cariñosos de Esse (son bien escasos...); los consejos de Zoe o las palabras amables de Carmen, que siempre sabe cómo hacerme sentir mejor. Todos mis compañeros me han enseñado algo en distinta medida: Alejandro Conejo me ha enseñado a canalizar mi irritación, Julia y Paula me mostraron el poder de la cerveza después de una tarde de estudio y Zoe me enseñó a leer, ver y escuchar con ojos distintos. Mis artistas me han enseñado que no hay cabida para un amor tan grande en este corazón mío, y que todo lo que pueda darles es suficiente, y poco al mismo tiempo. Ana, Pablo, Patri, Paula, Edu, Naty, Chufi, Taiga, Saray. Mi vida no hubiera sido lo mismo sin vosotros.
Me gustaría decir muchas cosas a los profesores, todo lo que no pude dedicarles personalmente en el acto de ayer. Empezando por Germán, por supuesto, porque como todo el mundo sabe, es mi favorito entre favoritos. Desde su forma de explicar, con esa fuerza que lo caracteriza, hasta lo más personal. Desde sus gestos extraños, su hábito de mentir compulsivamente. Desde su cabezota despistada hasta ese desconcertante parecido que tiene con mi padre.
Gracias, Germán, por proponerme cosas nuevas, por invitarme a crecer, por llevarme a la Feria de las Ciencias.
Y gracias, Eva, por todo. Por ser tan tierna, por las horas sueltas de charla. Gracias por enseñarme tanto, por descubrirme la pasión del arte y la historia, por prestarme tus oídos. Gracias por ser tan buena, por tus abrazos, tu sinceridad abrumadora, por los consejos. Te debo dos años increíbles.
Tampoco puedo olvidarme de mi Leonora, que ha difuminado como nadie los límites de nuestra relación hacia la amistad. Gracias por escucharme tan a menudo, Leonor, y por preocuparte por mí, Debería contaros a todos lo que ha significado el proyecto "Ni diosas ni muñecas" para mí: una forma de redescubrirme desde otra perspectiva, de trabajar con otras personas, de involucrarme en algo nuevo. Una oportunidad más de investigar planos diferentes.
Gracias a Carmen por su genialidad, sus inventos, por obligarme a esforzarme más allá de lo que creía posible y enseñarme lo que significa la palabra #resiliencia.

Y no puedo seguir. Gracias a los que no he mencionado, que no son pocos: a Pilar, que organizó el tinglado, a José María (magnífico montador de amplificadores); a mi familia por apoyarme en todo momento y estar ahí.

Os quiero tanto a todos. No podré olvidaros jamás.
Pero esta vez sí siento que tiene que acabarse, y dar paso a algo nuevo, y lo que venga será también gracias a vosotros.

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