viernes, 12 de junio de 2015

Selectividad.

Miro el horario de estudio, y de pronto me agobio. Vale, está muy bonito pasar todo esto a limpio, también la montaña de doscientos folios junto a mi brazo derecho, pero, ¿cómo diablos voy a memorizar eso antes de cuatro días? es irónico, porque llevo semanas -o incluso meses- preparándome para esto. Segundo de bachillerato parece bastante fácil ahora que ha terminado, pero no puedo ignorar los dolores de cabeza y estómago, los nervios, y las noches sin dormir durante el tercer trimestre. En comparación, esto parece fácil, y sin embargo... ¿por qué lo estoy pasando tan mal?
Estoy a punto de llorar. A lo largo del curso ha habido muchas lágrimas de decepción y angustia, y algún que otro colapso, pero nada tan señalable como algunas de las anécdotas que me han contado de cursos anteriores (a una chica le dio un ataque de ansiedad en el segundo trimestre y estuvo dos meses sin ir a clase, según nos contó un profesor. Y no era la única.); pero yo solo he llorado dos veces: cuando mi madre me acusó de no mirarla a la cara (porque pasaba demasiado tiempo estudiando y una noche me quedé frita sobre los apuntes de filosofía y no le di las buenas noches antes de irme a dormir), y cuando suspendí el examen de historia de España en la segunda evaluación, cosa que ni siquiera pienso recordar, porque respondí muy mal a la decepción y a la presión.
No va a ser esta la tercera vez que llore.Incluso Silvia se ha desesperado una vez hasta las lágrimas, o eso me contó, y ya sabéis que ella está hecha de hormigón armado y acero.
Siento un extraño mareo, aunque no hace ni cuatro horas que comí por última vez. Aún así me levanto y voy a por una coca-cola, que es refrescante y dulce. Como hace mucho tiempo que no la bebo, siento el cosquilleo del azúcar y la cafeína en mi sistema y me pongo a estudiar con música alegre y renovadas energías.
Lo de la música es un cachondeo. Empecé con piano y violín, algunas de las suaves composiciones de Yiruma, música instrumental de videojuegos y películas, jazz y blues. Luego me pasé al rock más suave, más tarde al metalcore y al pop (rara combinación), y terminé con una etapa de música clásica que duró más que todas las anteriores juntas. Hasta que puse una selección cuya primera pieza era la marcha fúnebre de Chopin... capté la indirecta y me pasé al DnB y al musicote feliz de mi hermano. Eso me ha salvado la vida, lo juro.
Acabo de tomarme un café y siento que el estómago se me contrae en retortijones y arcadas, producto del nerviosismo inquieto y punzante que desbarata mis nervios cada vez que pienso en el próximo martes. Estoy tan cansada y aburrida... Me gustaría dormir de un tirón, y no tener pesadillas, ni estar de mal humor. Y encontrar una serie, y terminar de leer "La caída de los gigantes" y saber qué pasa con Maud, Ethel, Billy, Walter, Lev y todos los demás, si sus esperanzas se verán cumplidas, si morirán en la guerra, si sus amores sobrevivirán. Quiero jugar a Los Sims, y tratar de hacer una copia de la casa Kauffman hasta donde me sea posible, o de la Villa Saboya. Quiero hacer un boceto de La habitación de Arlés, que hace muchos años que no dibujo y re-dibujo algo de Van Gogh. La noche estrellada. Los almendros.
Y sin embargo, cuando termino de estudiar un poco antes de lo normal, no sé qué hacer con mi tiempo, con mis manos, con mi mente cansada. No quiero mirar más tiempo la pantalla, ni letras, ni historia ni papel. Así que aprovecho para descansar la espalda tendida en la cama, pero eso tampoco es placentero, porque cada hora despierto sudorosa y sin aliento, como si hubiera corrido una maratón de sonámbula.
Y todo esto, ¿para qué? ¿para demostrarme que no sé estudiar de memoria? eso ya lo sé sin necesidad de que Selectividad me lo recuerde. ¿O la idea es que comience a odiar los temas, los autores, los cuadros que antes me hacían tan feliz? porque si ese no es el objetivo, no puedo comprender qué es la selectividad, o para qué existe, en cualquier caso. Hace menos de un mes que conseguí matrícula de honor, ¿por qué tengo que pasar por lo mismo de nuevo? ¿por qué tengo que demostrarle a nadie si soy madura o no lo soy? ¿tanta relación tiene eso con seguir estudiando?

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