lunes, 31 de enero de 2022

You make me feel so young?

     Me queje cuanto me queje de la pésima administración de la universidad de Sevilla, de sus métodos anticuados y poco efectivos y de los horarios que rigen mis días, lo cierto es que la necesito en mi vida.

 Me da igual lo que me cueste, no me importan ni el tiempo ni el esfuerzo ni el dinero: mi faceta como estudiante se convierte una vez más en una parte esencial de mi identidad, de mi independencia y de mi autoestima. Me doy cuenta de que anhelo mis pequeñas victorias, mis avances, mi sensación de progreso. Temo anquilosarme. No quiero, no sé parar. A veces caigo en los tentadores pensamientos de recogimiento y hogar, pero sigo deseando volver a las cúpulas, las escayolas, los mármoles, las antiquísimas maderas; a las clases magistrales, al ámbito de debate, de crítica. No puedo negar que con frecuencia me cuesta relacionarme e integrarme con personas de - aproximadamente - mi edad; pero el aire que aquí se cuece me hace sentir más joven, más viva, más acorde con el tipo de experiencias que las personas de mi edad suelen disfrutar.


Cris del futuro: sé que volverás sobre estas palabras. Sé que es duro, pero, aunque a veces no te des cuenta, esto es tu futuro. Esto te gusta sinceramente y desde el fondo de tu corazón; no lo dejes, no pares, no te rindas. Puedes con esto y más.

domingo, 30 de enero de 2022

Mi casa.

     Mi casa es un edificio de dos plantas, adosado y, como ya he anticipado, lleno de imperfecciones; y, a pesar de eso, me encanta.

Tengo que confesar que no me enamoró la primera vez que la vi. Tenía potencial, pero eso es todo. Cuando decidimos comprarla, la contemplé con anticipación e ilusión, pero no estaba enamorada..., y, sin embargo, todo cambió la primera mañana que amanecí aquí.

La larga ventana de doble hoja que alumbra mi habitación por las mañanas recibió nuestro despertar con un amanecer generoso en luz, llenando de un fulgor verde los dos descampados que hay justo frente a mi casa. Una vasta extensión de cielo azul y los coros de las aves más tempraneras para coronar una escena gloriosa.

Con o sin fallos, me encanta mi nuevo hogar. Es nuevo solo para mí, lo sé, está lejos, lleno de agujeros, losetas rotas y cosas que no funcionan; pero cuando la luz del mediodía llena mi patio de vida, a mí se me olvida todo. Los ecos fríos de sus muros despoblados no pueden rivalizar con el bonito aleteo de una mariposa entre las hojas del jazmín que vive en el parterre delantero, con la belleza atemporal de la barandilla de hierro forjado que encabeza las escaleras o con el aire de nostalgia que me llena el pecho en esa cocina, tan similar a la que tenía antaño mi abuela y donde solo pasaban cosas buenas. 

Me doy cuenta de que mi casa solo se ha empezado a convertir en mi hogar cuando he podido compartir tiempo con Diego en ella. Solo entonces y solo ahora, a su lado, acunada por los ecos de su voz y por los maullidos nerviosos de mis niños, tienen sentido todo el tiempo y el esfuerzo que invertimos en esto.

Plural inclusivo del verbo mudar.

     El lapso del 24 al 30 de enero de 2022 ha sido uno de los más intensos y estresantes de mi vida. Juraría que los días no tenían suficientes horas y que yo me arrastraba dando tumbos entre ellas, navegando a duras penas las corrientes de mi turno de noche, mi máster vespertino y lapsos máximos de sueño de 4 horas al día (no consecutivas). El tiempo dejó de tener sentido, la taquicardia fue mi nuevo segundero, el estrés el minutero, la pérdida de apetito la falta de las horas. ¿He llegado? Sí, pero no en las mejores condiciones. Mis padres se reirían de mi cansancio, así que mejor dejo que se intuya entre líneas y más allá de los márgenes virtuales de mi blog, donde está más cómodo.

Así que sí, la casa está en peor estado de lo que creíamos. Lo que no es una chapuza es una cagada, y lo de más allá es un despropósito. Hay agujeros por todas partes, poco o nada funciona. Los primeros días, mientras yo vagabundeaba como un muerto viviente por entre las distintas esferas de la vida pública, mi suegro y mi marido se hicieron cargo de los primeros tejemanejes, sobre todo de evaluar daños, instalar fibra, quitar basura de en medio, poner bombillas y arreglar todo lo que no funciona, que ya anticipo que es mucho. Eché de menos estar a su lado, trabajando juntos codo con codo, cada minuto.

Llegó el fin de semana y, con él, el traslado definitivo. Mi padre, mi hermana, Diego y yo. Carretilla vacía arriba, cajas, muebles, chismes e historias en una abolladísima furgoneta de seis metros cúbicos. Diego maldiciendo de vez en cuando (¡Me cago en mi puta vidaaaaaaaaaaaa!) para poner banda sonora a un traslado suave y poco accidentado de 7 horas de carreras, pesos muertos y bastante hambre. Un poco de "esto cuando podamos lo ponemos así" y "aquí pondremos esto otro", de planes de decoración y reformas.

Un día muy intenso seguido nuestra primera noche juntos aquí. La primera noche de muchos, muchísimos años, espero.

25 de enero de 2022

     El 25 de enero de 2022 firmamos el contrato de compraventa de nuestra nueva vivienda.

Los dueños, tensos y desmejorados, se lanzaban pildorazos de rencor los unos a los otros mientras todos plasmábamos nuestra rúbrica ante la atenta mirada del personal bancario, inmobiliario y notarial; él parecía no querer admitir la derrota ante un matrimonio poco y mal cuidado, ella, resignada a la omnipresencia de su ex marido, a la pérdida de su hogar y a la ruptura del núcleo familiar.

Una despedida apresurada, un par de apretones de manos dubitativos y emprendimos el camino hacia nuestro nuevo pueblo armados con una botella de cava y una Polaroid.

Nos recibió un edificio estoico, anhelante de calor humano. Entre sus fríos muros intuimos la magnitud de las chapuzas a las que tendremos que enfrentarnos en los próximos meses, pero no quisimos atender a esas circunstancias hasta que no sobreviniera la luz del día. Se veía el esfuerzo sostenido de la mano firme que había dejado surcos, regueros, pequeñas gotas y caminos de agua en los cristales al limpiar. Ni una mota de polvo, ni una pelusa que reprocharle a los electrodomésticos o a la cocina.

La casa huele al cansancio y la pena de Carmen y a la dejadez chapuchera de Jesús. 

Unas horas después compartimos tarta y cava con algunas de las personas que han hecho posible que estemos aquí, ahora y en estas condiciones. Rebosábamos agradecimiento y yo más que nadie; al fin y al cabo, era el cumpleaños de mi marido y tengo que celebrar el enorme regalo que es compartir tiempo y espacio con él.

El 26 comenzaría la batalla.

martes, 25 de enero de 2022

De las 5:17 y las 7:22

     Hoy lo siento en cada poro, en cada célula, y del día ya solo espero que acabe, misericordioso y sin dolor. Sin embargo, quizá por efecto de la borrachera de "tranquilidad" y "descanso" de los últimos dos meses, no consigo pellizcar y retener ese sentimiento de hastío que asoma la cabeza por detrás de la angustia que oprime mis pulmones.

Esta parece una maravillosa oportunidad más para sentirme agradecida. De la sensación cálida de luz del sol en la piel, del cariño impregnando el sabor de una merluza en salsa verde preparada por mi marido, de despertarme con besos y palabras de amor, de cada minuto compartido con las personas a las que quiero. Es un día perfecto porque tengo la oportunidad de aprender sobre lo que me gusta en un edificio cuyo recorrido histórico y belleza arquitectónica son abrumadoras.

Hoy es un día perfecto para ponerle un adoquín más al camino que hemos recorrido.

Estoy deseando pasar el resto de mi vida contigo.

martes, 18 de enero de 2022

Seeds for chaos.

    No he mencionado esta pequeña anécdota a nadie, no había escrito sobre ello, pero aquí estoy. Supongo que eso significa que ha estado echando raíces en mi pecho hasta que he sentido que se me pudrían los pulmones. 

La noche que daba paso al comienzo de un nuevo año, con todas sus nuevas oportunidades y sus páginas por escribir, mi madre me mordió con palabras dolientes, remarcando con un hierro al rojo el estigma persecutorio de las decepciones y de la pesada etiqueta que, como un cadáver, parece que llevo atada al tobillo. Así y todo, parece que no hubiera pasado nada, pero lo dicho no se puede desdecir, lo oído no se puede desoír y solo queda mi memoria - y únicamente la mía - como solitaria testigo del dolor que unos pocos vocablos arrastrados sobre una lengua reseca, un puñado de insinuaciones como pullas y toneladas de decepción pueden hacer con una persona.

Pueden aplastar un alma durante días.
Pueden crear impotencia.
Pueden catapultar agotamiento y dolor.

He llegado a ese punto en que ya no me valen las excusas, ya no me valen las disculpas y ya no me quedan consideración o perdón hacia una persona adulta que, enferma o no, me ha vuelto a hacer sentir miserable. Me importa un bledo si sus mordientes reproches son resultado del lacerante pánico hacia las repercusiones que la situación pueda o no tener; su pésima gestión de las emociones no justifica la manía de desgarrar mis esperanzas de mejorar día a día, paso a paso, poco a poco. ¿Qué tendrán los padres que a veces deseamos desesperadamente su aprobación? ¿y por qué duele tanto oír a una madre enunciar las evidentes implicaciones de la decepcionante imbecilidad crónica de su propia hija?

Pero, lo dicho, ni ella lo recuerda ni yo voy a malgastar saliva en ello. Solo crearía más reproches. Frustrada o no, enfadada o no, triste o no..., no le importa a nadie. A veces eso me devuelve a la espiral de desazón y desesperanza a ratos arrumbada en el desván polvoriento de los desechos de la mente, acicate de la certeza absoluta de haber fallado y fracasado a ojos de las personas que me importan.


jueves, 13 de enero de 2022

Nesting.

     Dijo Agnes Grey que siempre es duro dejar un sitio donde se ha vivido dos o tres años. Yo discrepo. No se trata del tiempo transcurrido, sino de los recuerdos vividos.

Ahora me marcho de aquí. No ha sido mucho tiempo, no ha sido mi sitio favorito, pero han sido los meses más felices de mi vida hasta ahora, y puntualizo, porque sé que aún me quedan cosas increíbles que vivir en los próximos días, semanas, meses.

Este piso simboliza el salto de fe que dimos al apostar por lo nuestro, contra todo pronóstico, contra la locura y la opinión ajena. Simboliza aprender a vivir juntos, a comprar juntos, a desenvolvernos juntos, simboliza el esfuerzo sostenido de sacar nuestra pequeña familia adelante. Este piso, con sus habitaciones cálidas y llenas de luz (y pelusas), es el reducto de paz tras el día largo, es el nido donde hemos compartido nuestras primeras películas juntos, nuestras primeras comidas, nuestros desayunos en la cama, nuestra pasión desaforada aquí, allá y a todo volumen. Entre sus cojines y mantas han crecido nuestros peluditos, con sus zarpitas y ronroneos, y también eso lo hemos disfrutado juntos.

Hubo algún que otro "déjame mi espacio", porque es el máximo al que llegan nuestros rifi-rafes, algún "esto no me ha gustado" y más de mil lágrimas, que son pocas para las que nos hayan de quedar. No pasa nada, así es la vida; a mí me gusta la mía  a su lado y a lo único a lo que aspiro es a que sigamos compartiéndolo todo (lo bueno, lo malo y lo regular) juntos.

miércoles, 12 de enero de 2022

Granted.

     From all the words scrambled among the reflections of Agnes Grey, there are some general considerations on education, religion, love and the general nature of human being that still resonate within my mind. Great novels always give me a good time of critical thinking which, along with the satisfaction of finishing up a rather enjoyable story, is one of the greatest feelings on Earth.

I may be fond of reading, but I'm not one of those avid devouring readers that have already consumed all highly regarded masterpeaces of human literature, like the great fire from Diane Setterfield's Thirteenth Tale. I'm just a fast reader, generally, which allows me to go through a decent deal of words when I have the time to relax in front of the pages; and it usually takes quite a while for me to "get over" a novel that I truly enjoyed before moving on to another.

Therefore, althought I might not be one of the Brontës (nor do I aspire to be), I still like the simple pleasure to put my mind into paper with some of the feelings that books arise. They're just hard to describe, so I'll simply drop a few thoughts in here.

How lucky we are to marry out of love, and how common it is nowadays to take it for granted! I can't even begin to imagine how hard it must be to share a family, a bed or even a household with someone you can't stand, someone who doesn't treat you well. How hard it must have been (and still is for others) to be forced to take a life companion you may not even know. 

My heart just explodes with joy when I wake up next to Him. There is just no greater feeling on Earth than true, pure love. I am to marry this person and share the rest of my life with them, not because we're forced, not out of money, but willingly and madly in love. If we believe in the kind of affection that drives two people into expending their loves together it's not because there is no other option, but because we're just meant to be.

It's just destiny. As Agnes Grey very cleverly stated, I could live in a house surrounded only by enemies and I wouldn't mind as long as I could count on them, such is the comfort that they grant to my spirit.