sábado, 30 de abril de 2022

Hopeless romantic hour.

     Creo que nunca me cansaré de escribir y soñar, despierta o dormida, con cómo me tocas. Perdóname si me repito cuando te pido que te pido que entres conmigo en la ducha todos los días que quieras del resto de nuestras vidas, que me acunes contra tu pecho para dormir, que me sorprendas con los abrazos más cálidos del mundo, los besos más dulces y las mejores caricias de las manos más amables que he conocido y que conoceré.

El otro día decías que te gustaba la delicadeza con la que toco las cosas, y yo pensé (y no lo dije, craso error) que a mí me gusta la delicadeza con la que me tocas a mí.

Hazlo siempre, por favor. Hazme tuya siempre un poco más de lo que ya soy.

Let's get to it.

     Someone once said that I thrive under adversity. I don't know if it's true or not, to be honest. Not one of those things I've deeply thought about.

However, I do know this: I don't like pity. I'm sick of feeling down and sorry for myself.

There're stuff that I don't like and it only takes hard work to fix them altogether.


martes, 26 de abril de 2022

Intoxicating.

     There's something addictive, intoxicating even, in the warmth that comes out of your skin when you embrace me in bed. I don't seem to get enough of it, I can't help it and I'm yours all over again. For the sweetests of looks, the gentlest or caresses, the most loving of all kisses I've ever received in my life. How do you expect me to not fall for all of that?

As I said, it's addictive.

Intoxicating, even.

Something so important I wouldn't wanna live a single day without it.

     Una pesadilla me molestó la otra mañana con la amarga sensación de haberla vivido antes. Abrí los ojos con sensación de fatiga constante para descubrir la cama fría y vacía a mi lado, su olor aún impregnado en la almohada. Tanteé en busca del móvil entre las sábanas, le mandé un mensaje, pero no recibí respuesta y tampoco le escuché moverse por la casa para venir a darme un beso de buenos días, como solía.

Qué raro.

Tras un breve paso por el baño, así sus pantalones de chándal y me los puse, como de costumbre, y salí a buscarle. No estaba en el estudio, aunque por la hora que era debería haber estado trabajando; los gatos dormían sobre su silla. Bajé la escaleras para no encontrar ningún signo de él en la cocina, la parte más frecuentada del piso interior, donde quedaban restos de su desayuno sobre la encimera. Tras asomarme brevemente por la ventana del salón, comprobé que nuestro coche estaba en la puerta, donde lo habíamos aparcado la noche anterior.

Algo extraño crecía en mi pecho. Su copia de las llaves de casa y del coche estaban en su lugar habitual. Volví al dormitorio y abrí el armario por inercia: estaba vacío. ¿Eh? Angustiada, cogí el móvil nuevamente, pero su contacto aparecía en gris, sin fotografía ni nombre asociado. Traté de llamarle, pero no dio señal.

Repetí entonces mi recorrido por la casa, pero su rastro desaparecía. El escritorio estaba vacío de efectos personales, solo el router del Wi-Fi y una lámpara blanca. Ni siquiera silla, ni gatos, ni cleenex usados sobre la mesa, ni figuritas, ni las fotos que había en el marco de la pared, ni libros en la estantería. Ni una sola caja. La almohada ya solo olía a suavizante. Tampoco estaban los restos del desayuno junto al fregadero. Subí, tropezándome con mis propios pies, pero sus llaves ya no estaban. ¿Se había ido? el pánico se me agarraba al pecho y expulsaba la lógica a trompicones de mi sistema. Y, aunque nada de aquello tenía ningún sentido, traté de llamar a su familia..., cuyos números y perfiles en Redes habían desaparecido de mi teléfono.

Saqué un cuaderno forrado de terciopelo rojo de la estantería del pequeño estudio. Debía haber contenido fotos, dibujos y recuerdos de nuestro viaje juntos, pero sus hojas estaban en blanco. También las de mi agenda del año pasado, esa que llené de datos sobre él. Ni rastro de las notas románticas que poblaban nuestras vidas por las mañanas. ¿No estaba, o nunca había estado?

Antes de darme cuenta, supe que llevaba meses, años esperándole, buscándole. No sabía por qué. Las canas me enmarcaban el rostro arrugado, pero la experiencia no me ayudaba a poner en pie qué era lo que echaba tanto de menos, por qué me sentía tan vacía. Qué había perdido que era tan importante para mí, por qué me iba a dormir deseando no volver a despertarme.


Pero lo hice. Abrí los ojos sobresaltada, con las sienes mojadas y la respiración alterada, en nuestro dormitorio. En nuestra cama. En nuestra casa. Le oí andurrear en el piso de abajo, llamando a la perra con voz aguda, y por algún extraño motivo eso solo me hizo llorar más.

Te quiero. No te vayas.

The "L" word.

    ¿Nunca te has preguntado por qué se asustan tanto los americanos a la hora de decir "te quiero" a alguien? Yo sí. Incluso tienen un eufemismo para la palabra amor: the L word.

A menudo me he vanagloriado de la riqueza léxico-semántica del español, que admite muchos verbos diferentes para expresar afecto. Pensaba que eso nos daba riqueza y complejidad como hablantes pero, reflexionando sobre el asunto y releyendo viejas conversaciones, he caído en la cuenta de que quizá hagamos lo mismo. O solo sea yo, inconscientemente. Me encantas, me gustas mucho, te adoro. Son palabras que he usado partiendo de la vergüenza o de la inseguridad, maneras de evitar decir te quiero o te amo cuando verdaderamente es lo que sentía. ¿No quería afrontarlo? ¿temía que fuera demasiado pronto? ¿estaba insegura de la respuesta de la otra persona? todas ellas son hipótesis perfectamente válidas. Podría incluso confesar que ha habido ocasiones en que he utilizado todas esas alternativas para no hacer daño.

Lo que quiero decir es que lo que valoramos en términos lingüísticos podría no ser más que una consideración hacia la complejidad de la psique humana, de la forma que tenemos de relacionarnos, entendernos, interactuar y asumir y enfrentar nuestras propias emociones.

Llevo meses diciendo que estoy cansada, triste y desmotivada. ¿Por qué me da tanto miedo utilizar la palabra "d"? ¿por qué me da miedo afrontar las consecuencias de lo que verdaderamente siento? flaco favor le estoy haciendo a este vacío si dejo que me devore de nuevo.

jueves, 21 de abril de 2022

Alter... ¿ego?

     No me gusta esta nueva versión de mí. ¿O debería decir "vieja" versión? En todo caso, la cuestión es que me miro al espejo y la reconozco, y no me cae bien; debería ser capaz de controlarla y suprimirla de nuevo.

    Ella es irascible, impaciente, borde, seca, cortante, antipática, desagradable y poco empática. Ella viene y va, y se hace fuerte cuando me pesan el cuerpo y el alma, cuando me cuesta salir de la cama y doy vueltas sobre mí misma tratando de ignorar pensamientos intrusivos y peligrosos. Ella facilita que me sienta insuficiente, poco amable, incapaz de sintonizar con cualquier ser humano, ella es todo lo que odio de mí misma y todo lo que no me puedo arrancar de dentro. Ella me hace querer aislarme. Me siento triste, frustrada, irritada, irascible y mis emociones rebotan sobre las personas a las que quiero..., por su culpa.

    ¿Por su culpa? yo controlo mis emociones, mis palabras, mi tono, mis actos. Que ella exista no debería significar que se manifieste. Es cruel por mi parte asignar una colección de atributos psíquicos a una suerte de alter ego y aislarla de quien soy, pretender que no tengo responsabilidad sobre el hecho indiscutible de que no soy buena persona, de que hago sentir mal a las personas que tengo cerca. Él lo decía, yo me he esforzado en creer que es mentira, pero hoy se me presenta como una verdad como un templo.

    Y más aún a su lado, en su inconmensurable dulzura, su paciencia, su gentileza, su generosidad, su altruismo, su amabilidad, su amor. A su lado soy escoria, no valgo nada. Se merece algo mejor, una mujer a su altura, que le de cariño y no disgustos. A cada lágrima que llena mis ojos y que no puedo prensar de vuelta en el mazacote de pena contenida voy clavándole puntillas en el alma, haciéndole diminuto e incapaz...

    Y yo, ¿Cómo finjo que no me siento como me siento?

    Quizá, a lo mejor, esta vez podemos hacer las cosas de manera diferente. Es posible que, en lugar de espachurrar y suprimir mi "lado malo", pueda intentar dialogar con él, entender por qué aparece, llegar a un acuerdo y hacer las paces.

domingo, 17 de abril de 2022

Back to the 80's.

     Te veo ahí en pie, sonriente con tu suéter ajustado color beige y los pantalones de campana. La larga melena negra alborotada por el viento, los ojos cerrados al sol cegador que se adivina en el brillo de la fotografía, aún tras el paso del tiempo. Postura estudiadamente despreocupada, elegante. La correa de la perra en las manos, el mar al fondo de la imagen tomada en una playa solitaria, quizá otoñal.

Eres tú, pero, a la vez, no lo eres. Son tus ondas oscuras, tus labios carnosos, tu delicado rostro inmaculado de elfa, los grandes ojos, las manos más elegantes del mundo, la postura elongada de una mujer grácil, joven. En tu cuerpo se adivinan delicadeza, fuerza, vitalidad, elasticidad y los albores de una sonrisa libre de contrición, adornada solo por el amarilleo de una década de tabaquismo. Rasgos desconocidos en una mujer que, por un momento, por un día, en un lugar que ama, es libre de todo lo demás. Es joven.

Eres tú, pero no lo pareces. No reconozco nada de ti. No te recuerdo tan larga, tan viva. Eres tú pero a la vez soy yo, o eso dicen a veces. No lo veo, no del todo. Quizá haya algo en nuestras cabelleras, aunque de diferente color. He heredado la negrura de tus enormes ojos de gitana, eso sí. Hay un poco de ti en mis formas y un mucho en mi personalidad.

Te admiro. Te admiro, te envidio, te adolezco. Te echo de menos, a la parte de ti que conozco y a la que no. Te necesito tanto que me da miedo, me entristecen las fotos que hablan de una versión feliz de ti.

La infelicidad de las personas a las que queremos duele mucho más que la propia.

lunes, 11 de abril de 2022

Further back

     No sé por qué me pesa y me cuesta todo tanto. Tener tiempo libre es definitivamente malo para mí, porque me permite pensar..., y pensar es muy peligroso.

Me he sentido revivir brevemente bajo los mimos de mis padres, la evaporación de mis responsabilidades y el brillo del sol en el Atlántico, pero en casa me recibía un cielo gris y un "la perra se ha hecho caca en su crate" que me hicieron querer rebobinar hasta el sábado.

Sé que parte de este obstinado pesimismo cansado se debe al hecho de que el descanso es la última prioridad en esta casa, tanto el mío como el de mi marido. Estamos fatigados. Los días no se acaban, no sale el sol...

Necesito luz. 

martes, 5 de abril de 2022

Set back.

Otra pedrada.
Últimamente no hay ningún aspecto de mi vida que me haga sentir bien. He fracasado.

Hoy es la primera vez en años que la idea de quitarme la vida ha vuelto a pasarme por la cabeza.

Life will do that to you.

What voids am I trying to fill? What's the next?

I don't care anymore.

domingo, 3 de abril de 2022

Possible period talk.

     Hoy he intentado ser superheroína por todos los demás días, cuando el héroe es él. No puedo decir que me haya salido la jugada demasiado bien, no sé cómo se las arregla él cada mañana.

    Si la jornada ha comenzado con mal pie, debo decir que ha continuado peor. El aluvión de responsabilidades no tiene consideración con los muchos días que llevo sin descansar, el viaje a Lisboa ha sido divertido pero no hemos vuelto lo que se dice relajados y la frustración ha hecho de mi marido una persona más bien poco colaborativa. Puedo intentar comprender y perdonar el encontronazo de esta mañana, pero hay un sentimiento ahí molestándome y no lo puedo ignorar..., no consigo, tampoco, ponerle nombre y apellidos para poderlo subsanar hablando. Ojalá tuviera alguien con quien comentar tema.

    Quería un animal de compañía y, paradójicamente, desde que llegó Deva me siento más sola y distanciada de él que nunca, y lo encuentro irritable, cansado, frustrado y triste. Algunas veces me encuentro soñando despierta con las cosas tal y como eran al principio, así que quizá haya cometido un error metiéndonos en esto. A lo mejor todo es un error, tal vez es demasiado pedir, pudiera ser que aún estuviéramos muy verdes para soportar tanta presión. Me están entrando muchísimas inseguridades.