¿Nunca te has preguntado por qué se asustan tanto los americanos a la hora de decir "te quiero" a alguien? Yo sí. Incluso tienen un eufemismo para la palabra amor: the L word.
A menudo me he vanagloriado de la riqueza léxico-semántica del español, que admite muchos verbos diferentes para expresar afecto. Pensaba que eso nos daba riqueza y complejidad como hablantes pero, reflexionando sobre el asunto y releyendo viejas conversaciones, he caído en la cuenta de que quizá hagamos lo mismo. O solo sea yo, inconscientemente. Me encantas, me gustas mucho, te adoro. Son palabras que he usado partiendo de la vergüenza o de la inseguridad, maneras de evitar decir te quiero o te amo cuando verdaderamente es lo que sentía. ¿No quería afrontarlo? ¿temía que fuera demasiado pronto? ¿estaba insegura de la respuesta de la otra persona? todas ellas son hipótesis perfectamente válidas. Podría incluso confesar que ha habido ocasiones en que he utilizado todas esas alternativas para no hacer daño.
Lo que quiero decir es que lo que valoramos en términos lingüísticos podría no ser más que una consideración hacia la complejidad de la psique humana, de la forma que tenemos de relacionarnos, entendernos, interactuar y asumir y enfrentar nuestras propias emociones.
Llevo meses diciendo que estoy cansada, triste y desmotivada. ¿Por qué me da tanto miedo utilizar la palabra "d"? ¿por qué me da miedo afrontar las consecuencias de lo que verdaderamente siento? flaco favor le estoy haciendo a este vacío si dejo que me devore de nuevo.
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