No sé por qué me pesa y me cuesta todo tanto. Tener tiempo libre es definitivamente malo para mí, porque me permite pensar..., y pensar es muy peligroso.
Me he sentido revivir brevemente bajo los mimos de mis padres, la evaporación de mis responsabilidades y el brillo del sol en el Atlántico, pero en casa me recibía un cielo gris y un "la perra se ha hecho caca en su crate" que me hicieron querer rebobinar hasta el sábado.
Sé que parte de este obstinado pesimismo cansado se debe al hecho de que el descanso es la última prioridad en esta casa, tanto el mío como el de mi marido. Estamos fatigados. Los días no se acaban, no sale el sol...
Necesito luz.
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