martes, 14 de diciembre de 2021

Magia, electricidad, química y poesía.

     Anoche no pude dormir demasiado. La verdad es que esta irrupción de un viejo hábito en mi vida ha sido tan inesperada como desesperante, casi podría decir que he perdido gran parte de mi tolerancia al insomnio en estos meses de descanso apacible; sin embargo, y a pesar de mi nerviosismo inicial, pronto los sonidos se volvieron familiares y mi pulso regresó a un cauce lento. Entre grillos y alguna alondra lejana, por fin pude tomarme unos minutos para retomar uno de mis hábitos favoritos de los últimos meses: observar a mi prometido mientras duerme.

Me tomó alrededor de una hora y media repasar cada uno de sus rasgos en la penumbra, hasta que estuve segura de que podría dibujarle sin buscar su rostro con la mirada. Hice un mapa mental de sus poros, lunares, la distribución del vello de las cejas, la barba, la dirección que tomaba cada pestaña, los surcos de la edad en la piel. 

Qué maravillosamente guapo es. Dejé que el sentimiento me invadiera con su indescriptible calidez, lo sentí expandirse rápidamente por mi pecho y mi vientre en su viaje hacia mis extremidades. Eterno, infinito e inefable, un sentimiento tan grande que no parece que pueda caber en una palabra como "amor". ¿Dónde meto, en esas cuatro letritas de nada, todas las demás emociones que adornan y equilibran nuestro día a día juntos, como las especias de la salsa perfecta? ¿dónde están la admiración, el respeto, el cariño, la confianza, el alivio, la seguridad?

La primera vez que compartimos colchón me pregunté muchas veces por qué sentía tantas cosas a la vez. Parecía que fuera a explotar y a achicharrarme, como si el amor tuviera un voltaje demasiado alto para mí. Pensaba que lo conocía y lo entendía, que no habría nada nuevo para mí; pero observé su rostro como hiciera anoche, encontrando los chispazos de su corriente por el camino de mis elucubraciones. Ahora sé que ese día estaba asombrosamente inquieto, en su quietud, casi sin respirar o moverse en el sueño, demasiado consciente de sí mismo en la inconsciencia. 


Aún hoy no sé explicarlo, parece haberse vuelto más intenso, potente y desconcertante; es imposible acostumbrarse a este sentimiento o aburrirse de él. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario