viernes, 15 de marzo de 2019

La inercia de pensar rápido

Le pedí que lo imaginara pero fui yo quien comenzó a hacerlo. En el fondo no podía evitar preguntarme si no le estaría dando mucho bombo y platillo a una tontería y luego no iba a ser lo que me esperaba, pero resolví dos cosas muy rápido: la primera, que si a mí me hacía ilusión y nunca quise hacerlo por absolutamente nadie, es que era importante y no tan tonto como quería hacerme creer; y la segunda, que nunca jamás me había sentido decepcionada en la cama hasta el momento, y, como siempre, él sabría hacerlo bonito y memorable.

Lo cierto es que no sabía muy bien qué esperar. Conocía la sensación, pero no sabía cómo terminaba la historia. Eso sí, la piel se sentía muy diferente al plastiqueo del látex... Y era posible que pudiéramos necesitar lubricante en algunas ocasiones. Además, nos ahorraríamos un buen pellizco en preservativos..., Pero, dejando asuntos prácticos a un lado, lo que de verdad me preguntaba era qué esperar de la sensación de que me llenara. Físicamente, no sabía si sería agradable o incómodo, emocionalmente, sentía que nos daba una intimidad desconocida. Y, ¿Cómo sería para él? Me imagino que debe ser incómodo eyacular en látex, retirarlo y no poder limpiarte bien después. Pero no es lo mismo expulsar que acoger, y, a parte de esa comodidad... ¿Experimentaría él más placer? ¿Sentiría algo diferente, envuelto en mi calor? Porque, para mí, ese era en buena parte el objetivo.

También me di cuenta de que quizá intentaba darle experiencias únicas para compensar el no haberle podido entregar mi cuerpo íntegro y puro, por no haber esperado a enamorarme para acostarme con alguien.
Las convenciones sociales son absurdas en la teoría, pero calan hondo. No es que me sintiera mala o sucia por no haber llegado virgen a nuestra relación, es que me habría gustado tener una manera de demostrarle que, con él, las cosas adquirían otro significado. Me preguntaba si todas esas ideas no estarían solo en mi cabeza porque leo demasiado y soy una romántica sin remedio. Me preguntaba si él sabía que, a pesar de mi aparente desprecio por esas imposiciones tontas de la sociedad, yo atesoraba con todo mi corazón el recuerdo del momento en que eligió entregarme esa primera experiencia a mí y solamente a mí.

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