domingo, 11 de julio de 2021

Cartas a mis... ¿ex?

 D:

    Lo irónico de todo el asunto es que ni siquiera sé si puedo llamarte ex, ya que nunca quisiste definir las cosas; y, cuando lo hiciste, dejaste claro que yo no era la mujer "principal" en tu vida. Sin embargo, y a pesar de años de paz desde que decidí cerrarte las puertas de mi vida, no puedo negar que tu influencia fue determinante en mi desarrollo personal.

Supongo que el problema principal radica en que éramos muy jóvenes..., o, más bien, yo lo era. Romanticona y fantasiosa, caí en el cliché del chico misterioso e inaccesible que solo sabe ser vulnerable burlándose de sí mismo, sin abrirse del todo a nada, de modo que el complejo de salvadora entró en acción y nunca fui capaz de decirte que muchas de las cosas que te pasaban (y, estoy segura, siguen pasándote) te las busca(ba)s tú solito. Sarna con gusto no pica, amigo.

Así que después de tragar paletada tras paletada de mierda, de aguantar tus idas y venidas, de te quiero pero no, ni conmigo ni sin mí, aparece Patri en escena. Hoy puedo entender por qué proyecté en ella todo lo malo que había entre nosotros: los celos y la inseguridad hicieron mella en mí mientras ambos admirábamos consternados esos bucles castaños y sus grandes ojos color avellana. Más ironías del destino: hoy somos buenas amigas y ella está bien desde que se liberó de tus opresivas ataduras, de tus chantajes y tus amenazas.

Realmente hace tiempo que estoy en paz con lo que hiciste: desde las inseguridades hasta las ataduras, pasando por tus frecuentes y violentas rabietas, tus castigos de silencio y también de tipos más tangibles. Casi todas las heridas, tanto las físicas como las emocionales, han sanado; lo único que te dejaste detrás cuando recogiste tu victimismo crónico y te marchaste a "buscar fortuna" al otro lado del continente fue un breve recelo hacia el compromiso romántico que, a día de hoy, también ha cicatrizado, y el asqueroso y omnipresente miedo de ser reemplazable. Es lo que hacen las infidelidades: una se pregunta qué ha hecho mal, qué ha faltado, para ser la segundona en el banquillo cuando la morena de los ojos pardos te paraba los pies.

Fuiste manipulador, cruel y mezquino, no puedo decir ni que te eche de menos ni que te desee buena fortuna en tus pesquisas. Solo espero que hayas aprendido algo y no hagas daño a nadie más 

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