jueves, 8 de diciembre de 2011

Theatre~


Me dejé caer a su lado con un gruñido. Ella balanceaba los pies en el aire, impulsando levemente el columpio. Aquello era una chiquillada, pero también una costumbre. Supongo.
-Así que...no me has contado nada hasta ahora. ¿Qué me he perdido?
Yo intentaba sonar amable, pero lo cierto es que quería que me distrajera. Ella empezó a parlotear sin necesidad de animarla, y yo traté de concentrarme en seguir su historia. Me puse de rodillas sobre el columpio libre a su lado, y me incliné hacia adelante con el fin de balancearme levemente también.
-Pues vaya lío-comenté cuando se calló.
Ella se limitó a asentir con el semblante desanimado. No hacía tanto frío como viento, y yo tenía la piel de gallina, pero no quería admitirlo. Además, debo ser la única persona que lleva una camisa de media manga en diciembre. Pero supongo que estaba habituada, y de verdad que el frío nunca me ha incomodado.
-Y tú...¿Cómo te ha ido la vida?-inquirió al fin, pasándose los dedos por la melena rubia. El tinte la hacía parecer mayor de lo que era.
-No ha pasado mucho-aumenté la fuerza que ejercía para impulsarme. Resoplé-Después de una serie de desconcertantes y largas idas de olla, acabé por ser inteligente durante los minutos que tardé en enamorarme de nuevo
Mi risa sonó histérica. Ella guardó silencio.
-Le conoces-murmuré finalmente.
Su mirada chispeó de curiosidad. Le di un par de pistas antes de que lo adivinara. Luego, rompió a reír, divertida.
-Es una cosita de lo más linda-admitió, entre carcajadas. Pero cada semana le gusta una chica diferente, él es así. Además pone los cuernos
Llegados a ese punto, ella torció el gesto. Yo no me inmuté
-¿Es que no te importa?-parecía sorprendida.
-No-murmuré finalmente-eso significa que yo también puedo ponerlos sin sentirme culpable
Ahora me tocó sonreír a mí. Era puro teatro, claro, me importaba. En algún lugar, yo seguía siendo tierna y dulce. Sólo había que encontrar ese lugar
-Además, está pillado por una chica. Tiene tu edad, es castaña clarita, casi rubia, y tiene los ojos verdes...
No quise escuchar más. Seguí con mi charada, haciéndome la tonta, y murmuré palabras de consuelo a mí misma.
-De todos modos-la interrumpí-tampoco me gustaba tanto...
Mi mentira fue convincente. Supongo que la aplacó, y le di cotilleo hasta que se olvidó del tema.
Puro teatro. Supongo que debería haberlo sabido. No sentí el frío, ni siquiera cuando la noche se nos echó encima. No sentí nada...
No sé por qué me importó. Supongo que porque él no me era indiferente. ¿Hasta qué punto dependo de las emociones? Imagino que debí hacer caso a mi amigo Aziz..."Los sentimientos son de maricones" dijo. Yo no le di el crédito que merecía.

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