miércoles, 7 de diciembre de 2011

Obviously.


Con el tiempo, todos se hubieron marchado. Todo aquello que constituía mi autodestrucción, pero también mi droga. ¿Adicta al dolor? Pensé <<Estoy enferma>> Y supongo que tenía razón.
Todos me hicieron daño a lo largo de su transcurso. Parecía que venían a poner tiritas en mis heridas, pero echaron sal sobre ellas, creando profundas llagas en carne viva.
¿No parecía lógico y racional? Si no abría mi corazón a nadie, no podrían hacerme daño. Eso fue lo que mi delirio me instó a creer, y me apresuré a construir una tupida muralla lejos de todo el mundo.
Hubo quién excavó a través de la roca, y la estructura de resquebrajó por momentos. Esas personas, por pocas que fuesen, socavaron mi resolución. Y cuando se hubo caído el naipe, se vino abajo todo el castillo.
Los recuerdos de las personas a las que quería me persiguieron, y no transcurrió un sólo día sin que les echara de menos a todos. Pronto, decidí que la inteligencia no importaba, sólo lo que sentía.
Si las personas no me conocen, no podrán hacerme daño. Pero tampoco podrán curar las heridas que todos han dejado.

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