viernes, 23 de diciembre de 2011

Sisters.


-¡Cuánto te pareces a tu hermana!
Es algo que escucho con mucha frecuencia. Nuestro parecido no es algo que se limite al exterior.
Es algo de lo que estoy orgullosa.
Y eso fue lo que pasó esta mañana. Yo estaba sentada en el suelo, abrazándome las piernas, y ella sentada con las piernas cruzadas en la cama. Mi madre nos miró con atención después de confundir nuestros nombres un par de veces, y la ternura suavizó su semblante un momento después.
Y dijo exactamente lo que ambas esperábamos oír.
-¡Cuánto os parecéis!
Y supongo que tiene razón. Esta mañana, las dos llevábamos el pelo recogido en media cola. El suyo es algo más rizado, y más oscuro, también. Más largo y espeso. El mío tiene reflejos rubios, el suyo ligeramente rojizos. Las dos tenemos el rostro redondeado y pálido. El mío, cubierto de pecas. Las dos poseemos los mismos ojos. Grandes, de forma almendrada, brillantes. De un color castaño claro que se torna acaramelado bajo el sol, verdoso en la proximidad al mar, un castaño verdoso enmarcado por largas y espesas pestañas negras. A las dos nos falta un diente entre el colmillo y las paletas. Las dos somos altas, y tenemos bonitas curvas. Nuestros cuerpos se parecen mucho, las dos gastamos la misma talla en ropa y zapatos. A ambas nos quedan bien las gafas y los gorros. Nos gusta leer, y somos trabajadoras, un completo desastre, inteligentes y algo vagas. Las dos amamos la pizza y la pasta. Aunque a mí me gusta maquillarme y ella lo hace muy de vez en cuando, yo soy heavy y ella es hippie...o lo era, antes de que le lavaran el cerebro con todo ese rollo pijo-elegante.
En concreto, aquella mañana, ambas llevábamos vaqueros oscuros y estrechos, converses, y el mismo jersey en diferentes colores.
Tengo una foto de ella en mi cartera, con su toga, su camisa y corbata. Foto para la orla, con su lacio cabello castaño a ambos lados de la cara, como una cortina uniforme de satén. Sus ojos rebosan confianza, madurez, ilusión. Y deseo con todas mis fuerzas ser capaz de reflejar lo mismo algún día, esa belleza sutil, esa inteligencia que no está al alcance de cualquiera; Quiero ser como ella, especial, inteligente.
Sí, supongo que me parezco mucho a mi hermana. Y estoy orgullosa.

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