sábado, 21 de junio de 2014

Summer in...

Me sentía incómoda en bañador, una vieja costumbre que aún no ha desaparecido. Si antes me asustaba que vieran mi barriga redondeada y mis muslos grandes y gruesos, ahora me asusta el después de todo eso. Miré hacia abajo, una parte de la eslasticidad de mi piel se había ido junto con gran parte de mi tejido adiposo, llenándose de largas estrías purpúreas. Mi piel parecía una fina y nívea porcelana agrietada por el paso del tiempo.
Quise meterme en el agua con la camiseta, pero no sería posible. Con todos aquellos ojos buscando a quién juzgar. Una rápida mirada me confirmó que conocía a mucha gente.
Así que me dejé arrastrar por el entusiasmo general de la fiesta, de Esse, por aquel par de ojos oscuros buscando los míos a cada momento.
Con él a mi lado, ya no me preocupaba mi cuerpo, ni lo alta que estaba la música, ni todas aquellas personas más o menos conocidas, o mi obsesión por ir a buscar mi móvil (bien seguro en mi mochila) y hablar con Eddie.
Qué pena que no hiciera más calor la víspera de la entrada del verano.
Pero incluso a pesar del viento mordaz, permanecimos en el agua cálida de las dos piscinas del recinto. Estuvo bien.
Fui aplastantemente humillada a waterpolo por él, que a pesar de su cuerpo delgado y de lo rápida que soy nadando, me arrebataba la pelota una y otra vez con sus largas extremidades.
Al final de la noche acabamos todos en grupos dispersos en la piscina grande, donde nadie llegaba a pie. Las conversaciones se fueron acallando, la música se relajó un tanto y la atmósfera se tornó mucho más íntima.
Esos ojos negros me tragaban entera, y dadas las circunstancias, no tuve ningún problema en dejarme llevar por ellos.

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