miércoles, 25 de junio de 2014

In Memoriam.

No estoy segura de querer estar aquí, en el homenaje a la vida y al trabajo del que fue mi profesor de teatro, Ramón Guzmán. Quiero superar la añoranza que aún siento por este instituto y por los recuerdos que me he forjado aquí durante trece años, y todo este sentimentalismo no ayuda para nada. El Colegio Aljarafe ya no es tanto como un segundo hogar, y eso está bien, porque ahora hay otro lugar que recoge mis triunfos y mis esfuerzos.
El dolor de cabeza se empeña en hacer acto de presencia, alzándose dentro de mi cabeza para aplastarme. Pero yo no me voy a dejar, no.
El cielo está levemente nublado, da la vaga sensación de estar frunciendo el ceño.
Comienza la función. Violoncelos, piano, batería, caja y marimba. Casi sonrío ante el recuerdo de la melodía repetitiva, aguda y resonante. Todas parecían ser una sola, y esto se une al recuerdo de las desastrosas clases de música de primero de secundaria.
Él, Ramón, nos habla a menudo desde la pantalla. Nos habla de su visión de Luces de Bohemia, un magnífico fruto del teatro que él convirtió en una sublime obra de arte en el escenario. Yo lo vi, lo estudié y disfruté con ello como el último hálito de teatro del que gocé en el Colegio Aljarafe. Esa voz tan solemne, tierna, grave, esa voz tan profunda y propia de él nos ha acompañado esta noche con su calor por última vez.
Luces de Bohemia, concretamente Latino discutiendo con la hija de Max Estrella. Es una escena muy divertida, esta noche representada por nuestros profesores. También un fragmento de La Casa de Bernarda Alba, justo el momento en que reciben el duelo. Al final, una magnífica Bernarda golpeó el suelo con su bastón, y todas las mujeres enlutadas del escenario levantaron el rostro. Un segundo golpe, y se retiraron los velos del rostro. Una tercera vez, y todas aquellas voces gritaron a pleno pulmón: RAMÓN, IN MEMORIAM.
Y dos lágrimas rodaron por mis mejillas, buscando el precipicio más allá de mi mandíbula.
Más tarde, música, versos de Antonio Machado que podría recitar de memoria y al revés, música de Camarón, interpretaciones de los más pequeños, los Entremeses, Lope de Rueda, Valle-Inclán, Cervantes. Una noche dedicada a la literatura, a la música, al teatro. Una noche llena de palabras, lo que más le gustaba a Ramón. Un bello homenaje con todo lo que él nos ha enseñado dentro y fuera del aula.
Pienso que es una pena que él no haya podido dirigir a los alumnos y profesores en sus presentaciones de hoy. Pero no pasa nada. Hoy Ramón era nuestro espectador, un último día de teatro con él.
Después de esta reflexión, miro al cielo, y la tirantez de mi pecho desaparece, porque ya no hay ni una sola nube. Las estrellas parpadean, guiñan para nosotros, como si él estuviera dándonos las gracias.Y de pronto, una vez más, el Colegio Aljarafe se siente como estar en casa.

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