Sé lo que tengo que hacer. Conozco los pasos, viejo es el sendero. Me canso de tantos vaivenes, de tantas relecturas, de estas esperas abisales.
Dime, ¿Qué sentido tienen tantas lágrimas? He envejecido doscientos años en los últimos meses y ya no me compensan los momentos bonitos, los chispazos de color, de calor y hasta de fuego.
Si yo te recordé que hay luz, tú me recordaste lo fácilmente que pueden apagármela.
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