A mi "yo vulnerable":
Hola. Sé que es muy egoísta por mi parte querer dirigirme a ti después de haberte maltratado durante tanto tiempo, pero necesito disculparme. Te he ignorado, te he insultado, te he alienado y aún así mírate, fuerte y entera, aún formando parte de mí.
Durante mucho tiempo te convertí en mi alter ego, como si así pudiera separarte claramente de mí. De todo lo que no me gustaba. Te di los atributos que no me gustaban, convertí tu necesidad de descanso en acusaciones de pereza, la expresión de las emociones en debilidad. Quería que "Cristina" fuera significado de actividad, efectividad, seguridad, inamovilidad, y convertí lo humano y lo femenino en peyorativo, lo personifiqué en torno a mi segundo nombre y traté de excluirlo de todas las facetas de mi vida. Así, cada vez que alguien me preguntaba si podía llamarme "Elena", yo respondía que probablemente no me iba a dar por aludida. "Esa no soy yo" pensaba. Elena es suave, redondeada, blanda, llorona, quejica, floja, débil, cutre, servicial, ociosa, romántica, cursi, boba, emocional, irracional, dependiente.
¡Ah, si yo hubiera sabido...! Que los sentimientos no me hacen blanda, sino que complementan mis ideales de inteligencia y madurez. Que descansar es necesario para sanar y regenerar. Que en el equilibrio está la clave del éxito..., si lo hubiera sabido, seguramente habría valorado más algunos de los aspectos que me hacen única, que me hacen quien soy; incluso aquellos en los que debería trabajar, como la impulsividad o el genio.
Perdóname. No tenía derecho a tratarte como lo hice; al fin he comprendido la importancia que tienes para mí.
Necesitar compañía no te hace dependiente.
Apoyarte en los demás no te hace incapaz.
Llorar no te hace débil.
Descansar no te hace vaga.
Socializar y dedicar tiempo al ocio no te hacen perezosa.
Ahora quiero intentar hacer las cosas de otra manera, si quieres y me dejas. Me gustaría abrazar todo lo que me ofreces y aprender de ello. Me gustaría reconectar con las personas que me importan y dejar de hacer daño a los demás con la hosquedad de mis silencios, no exentos de significado. Me gustaría ser más sincera, porque habitualmente omito las cosas que no me interesa expresar. Me saber cómo desenredarme las emociones del alma, cortarles las espinas para que no pinchen e hilarlas con sentido, transmitirlas, saborear el alivio y compartir con las personas a las que quiero.
Quiero aprender a reconocer qué es lo que necesitas y cómo darte paz, porque en mi empeño de cuidarme el cuerpo para lograr una perfección física he olvidado que la mente también es salud. No te di el crédito que merecías y ahora admiro y deseo tu resiliencia, para curarme.
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