lunes, 21 de junio de 2021

16.01.21

     Hoy hemos abierto la caja de Pandora de lo que nuestra primera vez juntos significó para nosotros. Creo que es la primera vez que lo expreso tan abiertamente; incluso ahora, puedo sentir cómo mis pensamientos se deslizan a través de mis dedos con pies de plomo. Al principio, avergonzada de mis propias emociones, solo podía permitirme enunciar mis dudas en inglés o con frases ambiguas del estilo "una inseguridad aplastante curada con un abrazo cálido".

Estamos de acuerdo en que hay muchos aspectos a resaltar de aquel fin de semana. El Chardonnay, la sensación de conocernos desde siempre, nuestro primer abrazo para dormir, toneladas de amor que  hablaron de la relación que nos unía...

Pero eso no nos quita el mal sabor de boca. A él, dice, de hacerme sentir mal. Para mí quedan algunas ironías y un puñado de rosas y velas olvidadas; el sentimiento culpable de querer salir huyendo, mi reacción inmediata ante la dificultad. Me pregunto si, de haber podido, de haber estado más cerca de casa, lo hubiera hecho...; pero la sola idea de abandonarle, desnudo y expuesto en cuerpo y alma, me ciega de dolor.

No, no lo habría hecho. Hay un condicionante especial, algo que no hubo ninguna de las veces anteriores: amor. Por amor fui y por amor me quedé. El amor fue, al final, más fuerte que el miedo, la vergüenza, la inseguridad...


Y por amor estamos aquí.

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