domingo, 1 de abril de 2012

Final chapter.

El día en que mi mundo se acabó, yo me había levantado tarde. Me he esforzado en olvidar los detalles, y sin embargo aún permanecen a fuego en mi memoria muchas cosas que hubiera preferido olvidar.
Almorcé temprano, recogí la mesa con prisa, puesto que había quedado. A la hora de siempre, en el sitio de siempre, con las personas de siempre.
Las escaleras a la casa de mi mejor amiga no se me habían hecho tan interminables hasta aquel día. Tres tramos de peldaños hasta la casa número ocho.
-¿Quién eeeees?
Calurosa acogida, ¿eh?
-Tu madre en almíbar.
No estaba de gran humor.
Cam, conversaciones, patatas fritas, chocolate, dulces. Un rato de violación fingida, risas con la cara colorada de "el otro", chistes pervertidos y muchas sonrisas. Casi como cualquier tarde de mi semana feliz.
por otra parte, muchas ideas en la cabeza. Pronto iba a ser su cumpleaños (Al día siguiente) y yo aún no había terminado su regalo. O sus regalos. Bleh. Tendría tiempo por la noche de seguir, o eso me dije.
Quedamos en cenar las tres juntas. Era sábado y todo iba bien.
Iba.
Joder.
El Kebab estaba relativamente tranquilo. Escogimos ese sitio porque ninguna quería gastar mucho dinero -Se acercaba el salón del manga de Sevilla- , estaba cerca y a mí me traía muy gratos recuerdos. No míos, sino de otra persona.
-Menú Kebab y coca-cola.
-¿Con todo?
-Sí, por favor.
-¿Salsa?
-Mucha
Y de nuevo mi sonrisa feliz. Y no sé qué fue de ella.
Cena tranquila, mucha conversación, calma relativa.
La misma que precede a la tempestad, suele decirse.
Decidimos volver a casa de mi amiga. Ninguna tenía que estar demasiado pronto en su domicilio, y en cualquier casi, ninguna vive demasiado lejos de Simón Verde.
Creo recordar que él no estaba disponible en skype, o algo parecido.
Fui al baño y a por una coca-cola. Estaba muy tranquila.
Le saludé como cualquier día. Todo aquello comenzó en tono de broma, lo normal, lo prometido
Entonces, todo se tornó extraño y oscuro. Yo estaba atrapada, no podía leer entre las lágrimas y gritaba. Todo el mundo estaba enfadado, y yo no puedo recordar qué se dijo ni se hizo.
La pantalla del ordenador se había vuelto negra. Yo no era la única que seguía gritando y llorando, y la otra muchacha había desaparecido de escena.
Me marché. No sabría decir si estaba enfadada, decepcionada, o solo triste. Mi mundo había dado la vuelta en...minutos. No podía asimilar, ni quería pensar en lo que vendría a continuación. ¿Cómo describir el sentimiento? Es desazón, es un nudo en el pecho, presencia de catástrofe, tener los ojos húmedos e irritados, sentir frío, pero que nada te importe demasiado. Y más que eso, el dolor. No es físico, no está localizado, sin embargo, te hace querer arrancarte el corazón, pensando que es él quien lo genera. Pero yo muy bien sé que proviene de mi cabeza. De los recuerdos, los pensamientos y los sentimientos que queman como ácido. Es un dolor punzante. Cuando algo me recuerda a él, tengo la necesidad de encogerme sobre mí misma, y soy incapaz de controlar las lágrimas, delatoras, cuya presencia asusta tanto en mis alrededores. Es más que eso. Es la pérdida del apetito y el sueño. Es la inapetencia generalizada. No quiero pensar. No quiero leer. Ni jugar. Ni comer. Ni dormir. Ni salir. Ni sonreír. Ni vivir. Pero te ves obligado a hacerlo, y el dolor no remite nunca, porque le ves, le hablas, sueñas con él, y te ignora.
Me derrumbé el el regazo de mi hermano y lloré largo rato. Ahora no soy capaz de eso, porque me duele el pecho de tanto sollozar. He roto en pedazos su regalo de cumpleaños. Había decorado un papel con su nombre en finas líneas de colores combinados con el negro y había hecho una flor de Loto con el folio, utilizando un tutorial de Origami. La flor descansaba sobre la madera de mi escritorio, entre rotuladores de colores y pilot de punta fina y tinta líquida. Ahora, lo que queda de la flor imperecedera está en la papelera que hay a mi lado.
Tantas preguntas en mi mente. Si me quiso, al menos como su amiga, ¿No es lo normal dialogar? ¿Sabiendo que me duele su ignorancia? nunca había sentido un dolor así. Me pregunto si podré y cómo voy a sobrevivir a esto. Él cree que se ha acabado. Pero yo no puedo imaginar una existencia sin él. Además, yo no hablé, ¿Por qué diablos se enfada conmigo? ¿Por qué tengo yo la culpa? ¿Acaso pienso yo así? ¿Acaso escribía yo?
No me quedan ya fuerzas para enfadarme. Al menos ya puedo dejar de expresarme en frases cortas y empezar a escribir. Quizás si purgo lo ocurrido, sea más llevadero, como hablar de ello con un especialista. Sólo que sería yo misma, o algo así. Al menos me he sincerado y ya no tengo que fingir. Vuelvo a ser zombi, y reconocida además. Es una lástima que mis escrituras no sean tan bellas como el pasado invierno. Pero aquel sufrimiento, comparado con este, era delicioso, como flotar en una piscina de agua helada.
En fin, me voy a la cama, a tener otra pesadilla.
Espero que esto sea el comienzo de un final, el mío...

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