martes, 10 de abril de 2012

Delirando.

Yo seguía ignorándole, deliberadamente. O al menos, seguía sin dirigirle la palabra. Le clavaba alguna que otra mirada furiosa, alguna sonrisa torva. Aceleraba, a la salida, esperando no verle, sabiendo que él si contemplaría mis pasos alejándome. Hoy me retrasé. Andaba tan distraída que se me olvidó caminar deprisa, no tardó en alcanzarme. Sentí un escalofrío cuando sus ojos de hielo se me clavaron en la nuca. Ignorante de mi ira homicida, creyéndome ausente por la música, pasó un brazo por mis hombros. Le lo sacudí bruscamente, él pensó que de la sorpresa. Tiré del auricular.
-Me alegro de verte-murmuró, componiendo una sonrisa casi tan falsa como sus palabras.
En realidad, él sí podía alegrarse, sonreír de verdad. Él no sabía que yo estaba enfadada... Y esa sonría me derretía, sus ojos azules me derretían, su mano sobre mi hombro me derretía..
¿Qué estaba diciendo? Alza la muralla, vamos, fría, distante, tú puedes...
Pero esos ojos azules me miraban inquisitivamente.
-Ya, supongo.-qué cortante. Sus ojos se estrecharon, estupefactos.
-¿Qué hay?
Sus esfuerzos por mantener la conversación a flote me hicieron sentir fatal.
-Nada nuevo.-me encogí de hombros, displicente.
No de devolví la pregunta, fingí que no me interesaba saber cómo estaba. Tensó los labios en una mueca adorable.
Para entonces, se adivinaba la fachada de mi casa, con la acera de color azul y amarillo, recién pintada.
-Es aquí.-me detuve en seco.
Él suspiró, parecía que supiera que no tenía muchas opciones. Haberlo pensado mejor antes de hablar tan a la ligera, jum.
-Vale, hmm...adiós-y volvió a sonreír, casi forzosamente. Y mi corazón era como de gomaespuma.
Se dio la vuelta, comenzó a alejarse
-¡Espera!
Me latían las sienes conforme se acercaba con palpable desconcierto. Se quedó cerca, muy cerca.
-¿Sí?
Pude sentir su respiración, y se me confundieron las ideas. Pese a todo, supe aparentar calma.
-Lo siento. No tiene que ver contigo, ya no.
Mentirosa, mentirosa, mentirosa. Aléjate ahora mismo, corre a refugiarte en casa, no vuelvas a decir alguna estupidez...
-No lo comprendo, pero tampoco espero una explicación.
Mi corazón echaría a volar, sonaba como las palas de un helicóptero.
De nuevo, parecía que iba a alejarse. Vaciló. Yo le cogí la mano, le retuve a mi lado. Me puse de puntillas para poder estar a la misma altura, rocé suavemente sus labios con los míos.
-Hasta mañana-susurré
Y después salí corriendo.

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