sábado, 14 de abril de 2012

Another day has been revoured.


Sentíamos todas la tensión en el ambiente. En realidad, aunque se presentía catástrofe, tampoco hacía daño un poco de llorera y desahogo. No todo puede ser siempre entre dos o tres de nosotras. Somos cinco, para lo bueno y para lo malo. Mei comenzó con su historia. Yo, que la conocía bien, descubrí en sus pestañeos y vacilaciones la mentira. Ya lo dejaría para después. Sussy encaró con ella, comenzó a discutirle cosas que sabía...a medias y en su pellejo. Dos grandes lágrimas resbalaron por las ruborizadas mejillas de mi amiga. La música ahogaba una conversación. Amor, siempre amor.
-Tía, yo sé lo que sientes, yo he salido con un tío de Granada y otro de Madrid...-Esa era Sussy, cómo no.
-Pero es diferente. Yo daría...-Su voz flaqueaba con las lágrimas- lo que no tengo por estar un ratito con él. Por decirle que le quiero. Sólo eso.
-Tú, al menos-intervine con voz rota-tienes la certeza de que él te dirá que también te quiere. O te besará. Yo no sé ni si me reconocería por la calle. No sé si le importaría lo más mínimo.
No podía ver nada con los ojos empañados. Cualquiera pensaría que llorar era un consuelo. Pero no, sólo una manifestación de tristeza, como lo son mis frecuentes sonrisas a la alegría. Pero no felicidad. Sea como fuere, llorar no me alivia, sino que me turba. Tengo la teoría de que la tristeza es la energía que utilizo para moverme. Dañina y eficaz, como las energías fósiles.
Las cinco llorábamos abrazadas a alguien. Sussy, Cherry y Richie se fueron a tomar el aire. Mei aprovechó para contarme lo que yo ya sospechaba. Ella estaba triste por mi culpa. Debí callarme. Pero, ¿Realmente es tan malo prevenir a alguien de que tenga cuidado? ¿Es mejor esperar a que algún día, aunque no sea hoy, se estrelle contra un muro?
-Ahora te hace feliz-declaré con sencillez-pero si esa circunstancia cambia, yo misma le estrangularé con sus entrañas, le arrancaré el corazón y beberé su sangre. Y no sentirá en todo el cuerpo más dolor que yo en cada centímetro del mío, si te hace daño.
Ella me miró con terror.
-Eso es porque tienes un corazón enorme-murmuró como para sí misma.
-Mei, mi corazón está muy lejos de aquí. Y está roto en mil pedazos.
Ella guardó silencio.
-Hace mucho que las cosas perdieron el sentido para mí.-Musité. Seguía llorando. Dicen que las lágrimas salen del corazón y escapan por los ojos. Pues así debe ser, porque las mías me dejaron surcos negros en la cara.
La voz de mi amiga tenía un deje casi aterrorizado cuando volvió a tomar la palabra.
-Cris, dime la verdad. ¿Cómo te has hecho el corte del brazo?

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