Pude ver que su intención era darme un beso suave y a dormir. Lo sentí en la dureza de sus labios comprimidos, que depositaron un beso breve pero firme en los míos, y una caricia de sus manos amables que quisieron empujar mi rostro contra su pecho en la postura en la que solemos dormir.
Pude ver que lo intentaba con sincera preocupación por mi bienestar y mi descanso, pero mi cuerpo tenía otras ideas y sentí cómo sus dulces intenciones se hacían añicos con un jadeo cuando deslicé la boca húmeda sobre sus labios una vez más; balbuceó una leve protesta, algo que quiso sonar a "pero..., no vas a descansar nada", pero pude silenciar esas leves interjecciones...
... y comprobé, con gran satisfacción, que el volumen de su excitación crecía y se manifestaba a través de jadeos, murmullos y quejidos de placer.
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