viernes, 1 de diciembre de 2023

Cuarto día

    Exactamente igual que la última vez, me he dado tres días para sentir a máxima potencia. Como diría Gandalf, al amanecer del cuarto día, mira al Este.

Pero no, no ha salido el sol. Cuatro días lleva el cielo tan gris como mi alma, deshaciéndose en lluvias frías tan constantes como las lágrimas en mis mejillas. Seguiré sufriendo, lo sé, porque así es como se limpian las cicatrices del corazón, pero ya cada vez menos, ya toca pasar página. Borradas fotos, conversaciones y regalos, solo toca olvidar este mal sueño.

Hoy he dormido, y he dormido bien, sin pesadillas ni desvelos. Acunada en brazos de mi marido, desnuda, mimada y satisfecha. Así como ocurrió hace tres años y a pesar de lo que le he confesado que he hecho, él me perdona, me cuida y me devuelve al hogar donde moran los besos que derriten el alma.

Al final, contra todo pronóstico, se ha despejado el cielo. He desayunado un poco, he hecho ejercicio y, aunque tengo algún corte por el cuerpo, soy un poco más yo. Sigo siendo yo. 

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