Había mucha ternura en la forma en que apoyó el rostro contra ese punto concreto de mi cuello que ya era suyo. Inspiró, como queriendo calmarse con mi olor, y delicadamente depositó un beso sobre mi piel.
Calor en mis huesos. Calor de estufa, de calentito suave y pelusón, de sus brazos reteniéndome entera, como para que no terminara de romperme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario