viernes, 20 de mayo de 2022

The office?

     Durante varios días me cuestioné si era buena idea publicar una entrada de este calibre, pero mi ansiedad me lo pide, así que aquí estoy. Hay algo de miedo y mucha inseguridad en mis palabras, pero en ningún caso es la desconfianza lo que me hace tener un nudo en la garganta a cada momento que doy vueltas a ciertas imágenes mentales, sin llegar a nada, sin éxito, sin consuelo, sin sazón.

    Hay algún recuerdo de otra época y un poco de imaginación. Él no es responsable de ninguna de las dos cosas: ni de su pasado, ni de mi locura. Hay una vaga idealización, una imagen de un Él joven, fresco y estilizado, con el aspecto fresco que tenía antes de que las responsabilidades nos cayeran encima, con el pelo de punta, la barba perfilada, un polo blanco impecablemente limpio y esos vaqueros que me hacen bizquear de tan bien como le quedan. En mi cabeza están su sonrisa socarrona de niño malo, su porte seguro y sensual, ese olor que desprende su piel del que nunca tengo suficiente; pero también hay una camisa negra entallada y arrugada, marcas de besos en el cuello, ojeras de desengaño y restos del perfume dulzón y hortera de otra mujer.

    Tanto es así que esta suerte de collage de imágenes del pasado y de un potencial futuro se han infiltrado en mis sueños, creando imágenes confusas en el territorio limítrofe entre la bruma y la pesadilla, y, desde hace días, me acosan cuando cierro los párpados. Quizá sea por eso por lo que no puedo dormir. Mi corteza cerebral emite una película coreada por tañidos ansiosos, una en la que yo vigilo tras un cristal, aferrando el volante con nudillos blancos, y un montón de mujeres tersas y voluptuosas se le insinúan desde cerca con pestañas de plumero y bocas mullidas.

    Pero, ¿qué está más cerca de la realidad? aunque solo el tiempo puede decirlo, es probable que el teorema polo-vaquero sea acertado. Seguramente incluyamos en la ecuación mi bolsita azul, esa que me llevaba antes al trabajo, con tuppers de la comida que le prepare por la noche, durante mi turno. Si atiendo a su estado de ánimo, es probable que esté irascible e impaciente con las personas de su entorno...al principio. Quizá, aunque quiera ocultarlo, esté un poco aliviado en el fondo. Y me arriesgo a decir que no tardará en mostrarse bromista, risueño, encantador como él es, enamorando a todo el que le escucha en su indefectible despliegue de carisma..., a mí, que no estaré vigilando tras ningún cristal, incluida. 

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