Aquí, en este sinvivir que es la vida, una se pasa el día entero esperando a que lleguen eventos especiales. Como esa comida con amigos que te dejan tirada en el último momento, o una tarde de feria que también, por paradojas del destino, termina por cancelarse apenas unas horas antes de hacerse realidad. Una ilusa como yo se apoya en acontecimientos anhelados y deseados para aguantar los sinsabores del trabajo, el trajín del día a día..., ya se sabe.
Una espera, después de una larga semana, dormir por fin con su prometido, con su amor, pero un súbito e inesperado calor nocturno les impide abrazarse. Él duerme profundamente y ella se desvela una vez más para vigilar a la perra, a las pelusas sobre el terrazo, a las musarañas de la imaginación insomne de una trabajadora nocturna. Una espera un beso de buenos días, pero obtiene resoplidos airados por parte de un compañero cansado e infeliz, que se despierta mascullando "¡mierda!" y "¡joder!" porque se ha levantado un poco pillado de la garganta. El beso y los arrumacos de buenos días se quedan ahí, en sueños, en las expectativas de este sinvivir que es la vida moderna.
Buenos días, feliz sábado, bonita feria y bendita soledad.
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