martes, 10 de mayo de 2022

Motherhood.

     Yo siempre he querido ser madre. Es fácil desearlo cuando te han grabado a fuego toda tu vida que no tienes más alternativas vitales que ser esposa, madre y ama de casa. También parece idílico ser madre cuando tu única referencia para con el asunto son los reels de Instagram de bebés tiernos, tranquilotes, rechonchos y juguetones; especialmente si van acompañados de perritos...

No es que haya cambiado de idea, sé que a veces parece que es así y no es el caso. Durante algún tiempo lo dudé, pero se debía más a la compañía que a mí misma..., ahora ese no es el caso. Mi familia parece convencida de que estaré embarazada antes de que se acabe el año, por más que yo lo niegue, pero me sorprende la mirada de angustia que veo en mi marido cuando hace observaciones sobre mi poca predisposición actual hacia la maternidad.

¿Estoy lista para ser madre? en sentido relativo, sí. Puedo gestar, llevar un embarazo a buen término y cuidar de un bebé. Creo que sería buena madre, tengo un compañero de vida que será un maravilloso padre (y ahí no me cabe duda) y recursos financieros para capear el temporal. Sé que le querría más que a mi propia vida, sé que desde el momento en que respire por primera vez seré completamente suya, hasta el día en que me muera. Pero - siempre hay peros - hay cosas que, en este momento de mi vida, no estoy dispuesta a asumir porque me encuentro psicológicamente muy inestable y un crío borraría del mapa todos mis esfuerzos por estar bien conmigo misma y con el mundo: adiós a ir al gimnasio, adiós a la terapia, adiós a mí misma como ente individual, adiós al sexo en la medida en que a nosotros nos gusta tener sexo. Mentiría si dijera que no me aterran los cambios que va a sufrir mi cuerpo, el cansancio, los llantos, los vómitos, las fiebres, los dientes, el bajón hormonal, el sentirme culpable por dedicarme un solo segundo, el andar agotada todo el tiempo, el llenarme de caca y vómito unas doce veces al día, el reciclar y remendar la ropa porque los ahorros se los lleven íntegramente sus necesidades. ¡Por Dios! no sé si tendría paciencia incluso para salir de casa cargada de carro, sillita, bolsa con pañales, ropa, baberos, chupetes y vainas varias que ahora mismo hasta ignoro.

No, no es el momento. Podríamos decir que no quiero ser madre... aún. Me hace ilusión, pero por ahora somos dos y me encanta, y solo quiero disfrutar de cada día mientras lo seamos, poder dedicarnos a nuestros maratones amatorios las noches que durmamos juntos y abrazarnos desnuditos en la cama. Luego vendrá esa etapa maravillosa que es la maternidad, y lo hará con un sistema de apoyo excelente al que no le puedo pedir más en esta vida.

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