jueves, 4 de diciembre de 2014

Meaning.

Qué curioso. Toda una adolescencia pensando que podría vivir sin mis amigos. Tanto tiempo pensando que, aunque apreciase su compañía de forma circunstancial, nunca iba a quererlos.
¡Qué necia!
Qué preciosos son los amigos. He necesitado bajarme mucho de la parra para darme cuenta de que siempre los he querido, a pesar de los más y los menos. Quiero a los que continúan a mi lado como quise a los que se fueron.
Y, sobre todo, aprecio mucho lo que hacen por mí, aunque no se den cuenta. Un buen rato con ellos consigue evadirme del mundo como no puedo hacerlo leyendo, escribiendo, dibujando o durmiendo. Puedo reírme, puedo relajarme y sentirme extremadamente niña, extremadamente tonta y absolutamente irresponsable de cuando en cuando. Es importante para mí que se acuerden de mi cumpleaños, que organicemos cosas para estar juntos en navidad o que se acuerden de mí cuando estoy pasando un mal momento; como es importante demostrarles que son imprescindibles en mi vida y les quiero. Quiero ayudarles, consolarles y cuidarles. Dar buenos consejos si lo necesitan, regalarles por sus cumpleaños, por navidades o simplemente por placer. Necesito que mis amigos sepan que les quiero, y que me preocupo por ellos. Y que son más de lo que podría parecer, porque una de las mejores cosas que he aprendido este año (de filosofía, de hecho), es que no existe término medio para la amistad. Aristóteles ha tenido a bien enseñarme que un amigo no puede serlo solo por placer o por conveniencia, un amigo es aquel para quien deseas lo mismo que tendrías para ti mismo. Un alter ego. Y parándome a analizar esa sencilla y hermosa idea me he dado cuenta de que tengo muchos más amigos de los que creía, aunque muchos digan que no puede haber tantas personas importantes que te cuiden. Yo tengo a mis artistas, a mis yankis, tengo a mis chicas del Aljarafe, y por supuesto a mi preciosa Esse y a todo lo nuevo que ha traído a mi vida con ella: serenidad, sensatez, amabilidad, libros y nuevos-buenos amigos.
Puede que la vida sea dura, pero yo soy la persona más afortunada del planeta. Tengo una familia preciosa a la que adoro, unos amigos maravillosos, ganas de aprender y posibilidades para ello y muchos proyectos de futuro. Durante mucho tiempo pensé que cada día era prescindible, porque no se diferenciaba en nada del anterior; pero lo mire por donde lo mire sus sonrisas dan sentido a mi vida. Y cada día traerá nuevas sorpresas y revelaciones como ésta, porque aquellos a los que amo estarán ahí para darle sentido a cada momento, a cada sonrisa y a cada hora.

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