miércoles, 22 de junio de 2022

Más suya que mía.

     Había un poco de nostalgia, de anhelo. Creo que pensaba en nuestros comienzos cuando, el otro día, le supliqué con voz rota que me quisiera. No es que no me quiera o no lo demuestre, es que no era agresividad lo que me pedía el cuerpo en aquella ocasión mientras hacíamos el amor: creo que solo quería queme abrazara, cuanto más fuerte y más cerca mejor, y ralentizara el ritmo un poco. No quería manos en el cuello, palabras subidas de tono o epítetos guarros, era intimidad lo que necesitaba.

Hoy lo ratifico. No es insatisfacción ni aburrimiento, como yo me temía. No es cuestión de las rutinas, ni echo tanto de menos los juegos de manos y miradas y velas y encaje fino. Yo pensé que quería sexo, pero cuando nos desnudamos y nos abrazamos, ambos nos sentimos tan cómodos y seguros que terminamos por quedarnos dormidos en un nudo apretado y cálido. He comprendido pues que eso que me falta es tiempo para disfrutar de él y de nuestra intimidad, y por eso fantaseo tanto con hacerlo lentito y con mimo.

¿He comentado ya alguna vez cuánto me gusta su piel? Quizá sea que yo siento la mía más viva y despierta a su lado, como si encendiera mis terminaciones nerviosas. Él es mucha piel, una particularmente cálida. Me detengo a enamorarme de cada una de las mil pecas que le adornan los hombros como un chal de melanina. Me gusta que su olor sea fuerte y lo impregne todo con facilidad, porque solo así puedo reconocerle fácilmente en cada esquina de la cama, en la ropa y en mi propio cuerpo cuando me abraza. Su piel tiene la virtud de calmarme y de alojar un refugio para cada parte de mi ser: desde el rostro en el arco de su cuello, los brazos a su espalda, su mano en mi cintura, mi pierna entre las suyas. Un sándwich humano muy bien enredado, como los cables de los auriculares de antaño. Jamás pensé que podría llegar a sentirme cómoda con una persona tan cerca, tan tocándome, tan oliéndome, tan abrazándome y sintiéndome. Recreándose, incluso, en mí.

Mi piel nació para albergar su tacto, para delinearla con nuestro tatuaje, para recibir sus besos y para recordarle cuando no ande cerca. Mi amor.

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