martes, 28 de junio de 2022

Forgiveness.

    En ese momento, todas las emociones del mundo parecieron pesar como losas de toneladas de grosor. Las que había sabido expresar en terapia y las que no, las que llevaban 25 años cociéndose a fuego lento entre los abanicos y las capas de mi alma y las que eran tan nuevas como las tiernas hojitas blanquecinas del poto de la cocina; pero, especialmente, las emociones vulgares y oscuras teñidas de la frustración de las palabras mal dichas, de mas ideas mal expresadas y de las intenciones dañinas.

Él me abrazó y yo me quedé rígida, intentando soportar tanto peso sobre los huesos, pero rompiéndome. Conste en acta que todo lo que yo quería era devolverle ese abrazo y sentirme en casa, pero opté por los "no lo sé", por los silencios incómodos y por clavarme las uñas en las palmas de las manos. ¿No supe, o no quise hacerlo de otra manera? quizá el mundo de los sentimientos sigue muy verde para esta lengua mía que es muy torpe, muy joven, muy desagradable, muy intrépida, muy inmadura. Quizá estoy mejor calladita. Quizá él sigue teniendo razón después de todo y no puedo evitar ese impulso innato mío de hacer sentir mal a los demás, que es lo que mejor se me da.

Fingí estar mejor cuando una noche apabullantemente estrellada aplastó el calor húmedo que había coronado el resto de la jornada, pero lo cierto es que he decidido estar sola esta noche. Ni marido, ni gata, ni sueño, ni abrazo, ni amor. Sola para saborear toda esta amargura que sé que me merezco. Sola para asumir la ristra de certezas de sentirme tan como Ella, tan mezquina, tan egoísta, tan cínica, tan cruel, tan hiriente, tan malvada. Es agotador dejar de luchar y dar por cierto todo lo que alguien asumió de ti en el fracaso de los sueños rotos. Es agotador rendirse. No libera, no alivia. Es momento de aceptar que el mal también forma parte de mí.

Al final, en algún momento de la noche, me perdoné y me concedí un abrazo, uno solo y me marcharía. Su piel olía a hogar, su calor bastó para que esa persona parezca ajena, lejana como un sueño, como una vieja conocida. Puede curar cualquier cosa cuando me intuye cerca y me busca, como perdonándome él también sin saberlo.

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