jueves, 16 de abril de 2015

Spoiler.

¡Atención! Si estás leyendo Pedro Páramo o planeas leerlo, esta entrada contiene spoiler: un párrafo del final de la novela.

¿Cuántas veces me ha mencionado alguien a Juan Rulfo dentro del boom de la literatura hispanoamericana del siglo XX? Solamente una, en mis apuntes de lengua de este año.
Al terminar de leer Pedro Páramo, mis sentimientos confusos me dejaron cara de boba. La última página, intensa, resonaba aún en los confines de mi voz mental; por eso voy a copiarla aquí mismo. Quizá entonces entendáis por qué no comprendo su "olvido".

" Allá atrás, Pedro Páramo, sentado en su equipal, miró el cortejo que se iba hacia el pueblo. Sintió que su mano izquierda, al querer levantarse, caía muerta sobre sus rodillas; pero no hizo caso de eso. Estaba acostumbrado a ver morir cada día alguno de sus pedazos. Vio cómo se sacudía el paraíso dejando caer sus hojas: << Todos escogen el mismo camino. Todos se van.>> Después volvió al lugar donde había dejado sus pensamientos.
- Susana - dijo. Luego cerró los ojos-. Yo te pedí que regresaras...
>> ... Había una luna grande en medio del mundo. Se me perdían los ojos mirándote. Los rayos de la luna filtrándose sobre tu cara. No me cansaba de ver esa aparición que eras tú. Suave, restregada de luna; tu boca abullonada, humedecida, irisada de estrellas; tu cuerpo transparentándose en el agua de la noche. Susana, Susana San Juan.>>
Quiso levantar su mano para aclarar la imagen; pero sus piernas la retuvieron como si fuera de piedra. Quiso levantar la otra mano y fue cayendo despacio, de lado, hasta quedar apoyada en el suelo como una muleta deteniendo su hombro deshuesado.
<<Ésta es mi muerte>>, dijo.
El sol se fue volteando sobre las cosas y les devolvió su forma. La tierra en ruinas estaba frente a él, vacía. El calor caldeaba su pueblo. Sus ojos apenas se movían; saltaban de un recuerdo a otro, desdibujando el presente. De pronto su corazón se detenía y parecía como si también se detuviera el tiempo. Y el aire de la vida.
<< Con tal de que no sea una nueva noche>>, pensaba él.
Porque tenía miedo de las noches que le llenaban de fantasmas la oscuridad. De encerrarse con sus fantasmas. De eso tenía miedo. "

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