jueves, 31 de julio de 2014

Relax.

Esa noche, cuando me voy a dormir, me siento muy bien. Después de todo un día de actividad física, montando en bici y nadando entre otras cosas; todo mi cuerpo está relajado. Probablemente mañana tendré unas agujetas impresionantes en los muslos.
Sin embargo, en este momento, nada puede ser mejor. Mi piel es suave, huele a crema y a jabón, mi cabello húmedo deja una estela frutal por donde camino, y las sábanas recién lavadas me huelen a gloria. Mi cama es firme, el colchón de Látex se adapta perfectamente a la forma de mi cuerpo, la almohada es suave, blanda y firme al mismo tiempo. Abrazan todos los puntos doloridos de mi cuerpo, los brazos tensos, la espalda erguida, las manos ásperas y doloridas a causa del manillar, los músculos de mis extremidades..., y una indefinida quemazón profunda e incómoda cuando me siento, culpa del duro sillín.
Aún me huele a cloro, a sol de atardecer, siento la bajada de la temperatura en la piel y oigo las risas de mis amigos. Me escuecen los ojos, así que los cierro; recordando las canciones extrañas de Xopre, que casi se duerme encima mía, y el vicio LoLero de Lily, y a mi Silvia, claro, a la que había echado mucho de menos en sus vacaciones.
Es solo otro de esos días perfectos.

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