martes, 21 de septiembre de 2021

Warmth in the soul.

     Podía acusar el cansancio de los últimos meses. Las emociones, a veces, son lo más pesado que uno puede llevar a cuestas, pero entonces yo solamente lo intuía.

Cuando llegué a casa me golpeó un olor dulce, hogareño y poco familiar. No encajaba. Por la hora, debería poder percibir el aroma de la comida a punto de servirse, pero no era eso lo que me llegaba. Escuché el deje cascado y cansado de mi madre al hablar y seguí el sonido, intrigada.

La temperatura siempre estaba varios grados por encima del resto de la casa cuando uno entraba en la cocina. Lo primero que percibí fue vapor; entre la bruma, la sonrisa de mi madre iluminó la estancia. Parecía tremendamente pequeña y frágil, tan cetrina y tan gris, asomando la cabeza desde las ollas.

Arroz con leche.

¿Por qué se le ocurrió aquel plato en particular? no lo sé, pero si me preguntaran a qué sabe el hogar...

...diría que a regresar cansado a casa y probar la melosa cremosidad, el dulzor discreto y levemente cítrico, el amor de quien piensa en el ser querido y dedica su esfuerzo a devolver la calidez al alma ajena. 

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