Diego me dijo que, cuando finalmente cortara los lazos del todo, lloraría.
Como siempre, me gusta desafiar las expectativas ajenas; da igual cuántas emociones se hayan estancado en mi pecho: ni una sola lágrima ha franqueado las fronteras de mis párpados. Al fin y al cabo, nadie que me considere una molestia merece ni una lágrima mía, nunca más.
Los recuerdos se funden como un bizcocho marmolado. ¿Será verdad que lo bueno permanece? sonrisas, motes, reproches, lágrimas y un millón de canciones. La música es, probablemente, lo único que sigue vivo de lo que fuimos. Lo que más duele, por lo mismo; y escucharlas - como él me pidió que siguiera haciendo - es como masticar cristales.
Y sé que, a través de "Hold on" prometí que siempre estaría ahí, que nunca dejaríamos de intentarlo, que solo nos estábamos malentendiendo. Una más de mis mentiras y traiciones, supongo, pero ahí está, cargada de culpa hasta la última estrofa por haberme elegido a mí misma por primera vez..., a mí y a nadie más.
Recuerda, Cris. Ni una lágrima. Que no te tengan que volver a "aguantar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario