viernes, 20 de agosto de 2021

Pieces

     Entreabrió los labios antes de pegarlos a los míos y sacó la lengua a explorar. Sus manos se alzaron hacia mi pómulo y mi mandíbula, recolocándome el rostro para servir a los propósitos de esa boquita de bizcocho tan exigente, y de pronto un puñado de mariposas salidas de la nada me inundó el pecho y la garganta, dejándome sin aire, sin sonido.

Estaba acostumbrada a sentirme pequeña, pero en un sentido físico. No diría que ahora sea la misma sensación, con Diego, puesto que en esta ocasión nuestros tamaños son mucho más compatibles, compensados y equilibrados; pero de alguna manera vuelvo a sentirme..., no pequeña, diría, pero sí niña. Será su despliegue abrumador de masculina seguridad. Será su forma de corregir mis posturas, reconducir mi cuerpo entre sus manos amables, como enseñándome a amar de una manera nueva. ¿Será el ansia que me come? ¿podría ser el cuerpo en sintonía con el suyo, tensándose en su presencia y humedeciéndose bajo su mirada? o... Serán sus besos en la frente, el tono dulce que emplea conmigo, será que me siento cuidada y protegida como en mi juventud; podría, quizá, deberse a ese nudito de nerviosismo, a esas mariposas a las que aludía antes, que hacía tanto que no aparecían que pensé que las había soñado, hasta que él las despertó con su brazo firmemente anclado a mi cintura, con su forma de dominar mi cuerpo retorcido de placer, a través de su mirada seria, su rictus firme, su amabilidad haciendo encajar todas mis piezas en su vida, abrazando todo lo que soy y haciéndome suya como no lo he sido nunca antes. 

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