miércoles, 13 de mayo de 2015

Nietzsche y cagalera.

Café versus bebidas energéticas. Por un lado, el café me gusta mucho pero me da cagalera. Las bebidas energéticas, sin embargo, me proporcionan energía pero me dan terribles taquicardias.
Por un momento me he planteado redactar este texto con otras palabras, he buscado cómo rectificar el pensamiento ipso facto; pero, ¿a quién le importa?
Este lugar es mío, y si así es como lo he pensado, así es como quiero decirlo. ¿Por qué tengo que someter mis pensamientos la falsa y mezquina corrección de la sociedad?
No pretendo ser políticamente correcta, porque así es mi personalidad. No necesito esconderme ante nadie ni ante mí misma: si he pensado que es una pena que el café me provoque cagalera, esa es la idea y no precisa otras palabras más que las mías propias. Es inútil pretender que las mujeres seamos limpias, recatadas, sin nada sexual o escatológico. Somos humanas, y como tales, hacemos lo necesario para satisfacer las propias necesidades.
También creo que he pasado demasiado tiempo estudiando filosofía recientemente y que esto ha derivado en una excesiva medición del lenguaje tratando de hacer que la belleza de lo expresado prime sobre el contenido.
Como si la lengua sirviera para expresar la vida.

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