viernes, 8 de mayo de 2015

Feria de las ciencias, entrada personal.

- Os ha salido muy bien, ¿eh?
Los espectadores nos estaban consolando. Después de dos días de trajín con la acústica, amplificadores, altavoces, petacas y estaciones, los espectadores observaban nuestro fracaso con una sonrisa de lástima.
- Está bien, a recoger-. voceó Germán.
Nunca sabrá cuánto agradecí esa intervención suya, el movimiento me salvó justo cuando comenzaba a sentirme frustrada y..., bueno, llorosa. Así que por enésima vez lo desmontamos todo...

Hoy ha sido nuestra segunda jornada en la Feria de las Ciencias, y debido a los mismos problemas técnicos, también la última. Esta tarde pudimos finalmente representar la obra con dificultades para que se nos oyera y muy poco espacio para movernos. Y la verdad es que ha sido un alivio.
Recuerdo un cierto pasaje de "El cuento número trece" en que Margaret se preguntaba si los autores sentirían algún cierto cosquilleo en sus conciencias cuando alguien leía sus palabras. Por un momento he imaginado que Émilie de Bretuil y Sofía Kovalevskaya estaban un poco más felices gracias a mí.
Vaya chorrada.

En lo relativo a la feria en sí misma..., bueno, ha sido alucinante. Me ha recordado que no tengo por qué sentirme cohibida ante mi ignorancia científica, sino ponerle solución. Es por ello que he tomado la firme determinación de ampliar mis conocimientos de física y biología este verano en la medida de lo posible (mientras repaso el hiragana y el katakana).
Los distintos stands estaban integrados por alumnos y profesores, desde primaria hasta la universidad. También asociaciones y ONGs como Green Peace. Todos ellos me han recordado que sé un poco más de lo poco que creo que sé, y he aprendido cosas muy interesantes a partir de unos inventos y experimentos muy bien planteados:
Unos muchachos de bachillerato me han explicado el funcionamiento de los colores (aunque ya lo sabía) mediante dos sencillos experimentos. En el primero de ellos había un globo verde, y al iluminarlo con un láser azul, el globo estalló. Esto es debido a que la superficie del globo absorbe los colores azul y rojo, reflejando el verde (que es el que vemos). El segundo experimento tenía lugar dentro de una cámara tenuemente iluminada, en la que los muchachos tenían tres luces de colores primarios y una pantalla blanca. Pues bien, al encender la luz roja, la sombra proyectada por mi mano era negra, pero al añadir la luz azul, se producía una doble sombra bícroma con un fondo rosado. Por último, con la luz verde, se producía todo un espectro de colores (ámbar, rojo, azul, verde, rosa, lila...) y el fondo, que absorbía todos los colores, era completamente blanco de nuevo.
También vimos el puestecillo de los arquitectos, en que habían colocado un cajón de arena con un proyector y un kinect que calculaba la distancia de la arena, de forma que el agua que el cañón proyectaba aumentaba o disminuía en función de la distribución de la arena.
Tratamos de resolver un problema de matemáticas con puentes, calculamos el PH de distintas sustancias, recibí una descarga eléctrica, aprendí sobre el fenómeno de refracción de la luz en un medio más denso y, por supuesto, a montar amplificadores
Además he conocido a muchas personas interesantes, entre ellos una catedrática de física y química que es el vivo ejemplo de lo que implica ser un humanista: me pareció una persona sumamente sabia, inteligente, interesada por todos los campos del saber humano. Por supuesto también me siento más unida a mis compañeros, Alberto, Irene y Javi, todos ellos personas muy peculiares de las cuales he aprendido muchas cosas nuevas.
Volveré el año que viene para ver nuevos proyectos, y para entonces me llevaré a Silvia, que sé que le encantará. Ahora toca ponerme a estudiar historia (para compensar...), pero no antes de colocar un par de fotillos.






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