domingo, 3 de febrero de 2013

Siempre ha estado ahí.

Cuando nadie más quedaba para decirme lo importante que era. Yo tampoco podía más. También a mí me estaba doliendo mucho.
Entonces, entonces me rodeó con sus brazos. Muy fuerte, casi temblaba. Y no podía respirar, pero eso era muy agradable. Como sentir sus labios en mi piel y sus dedos acariciando mi mejilla para borrar la senda de lágrimas. ¿Por qué seré tan llorona? Nunca he podido ser fuerte delante suya.
Tampoco es necesario. Nunca cuelan mis excusas. Siempre aparece con sus brazos y su sonrisa bonita.
Siempre quise ser alguien de quien él pudiera estar orgulloso. He tardado mucho en darme cuenta de que él me va a querer siempre, aunque sea tonta y débil, mientras sea yo misma.
Yo solo puedo seguir viviendo si formas parte de mi vida, tonto.













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