Hoy han ligado conmigo.
Es la primera vez en mucho tiempo que recibo un fichazo, y os digo más, es la primera vez en mucho más tiempo todavía que me siento halagada de recibir atención masculina. Por supuesto he rechazado el contacto con firmeza, faltaba más, pero la idea de que ese hombre tan guapo se interesara por mí me ha puesto contenta y nerviosa como una adolescente.
Me hace gracia la situación, claro. Es todo tan superficial y surrealista que parece una broma; yo no soy lo de lejos lo que ese chaval quiere y de todas formas nunca lo sabremos porque estoy comprometida. ¡Qué poco respeto tienen los hombres por el hecho de que una mujer esté en una relación! la conversación ha sido una red flag tras otras, pero mis hormonas desbocadas solo podían pensar en una cosa...
¡Ah...! Qué poca acción tengo últimamente. Jamás pensé que ese aspecto de la vida en pareja me afectaría tanto. Aunque mi mejor amiga tenga la teoría de que me he aburrido de mi vida sexual, yo diría que es más bien al contrario: solo quiero más, y más, y más..., pero la vida se interpone en mi camino. Y últimamente, cuando tenemos un respiro, se me antoja tan apresurado que hasta me decepciona. Siento que estoy pidiendo demasiado, así que he decidido callarme; voy pasando poco a poco al estado de hibernación física.
Justo cuando decido que esto no puede ser y empiezo a idear un asalto sexual a mi esposo cuando regrese del instituto, oigo sus llaves y le siento entrar por la puerta. Arrastra pasos lentos cuando sube las escaleras, está cansado. Le oigo toser y sonarse la nariz escandalosamente y el morbo que empezaba a despertar entierra la cabeza poco a poco.
Entra y me da un beso.
- Me encuentro fatal - murmura lastimero, con voz nasal.- Me voy a la cama.
Pues nada...
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