miércoles, 26 de diciembre de 2012

We both know...

Sentada en su sofá, rodeé mis piernas en un abrazo. Miraba pensativa a mi chico, inclinado junto al lector de Blu Ray. Se puso en pie, y a mí llegaron los crujidos de sus articulaciones. En la película desfilaron los créditos iniciales de la película. Pero yo no los veía. De pronto, no existía nada más que su brazo sobre mis hombros y el apartamento vacío. Me estaba poniendo nerviosa, así que escondí las manos bajo los muslos para que no me viera temblar y apoyé la cabeza en su hombro. Él acariciaba mi pelo.
-Te quiero, conejito.
-Te amo, maicito mío.
Cogió mi barbilla con la diestra y atrajo mi rostro al suyo. Me sudaban las manos. ¿Por qué? ¿Acaso no nos besábamos todos los días Min y yo? ¿Acaso no éramos una pareja?
Pero el beso se prolongó, y nuestras respiraciones se aceleraron juntas. Necesitaba aire, así que viajé por su cuello con mis labios, arrancándole una exclamación ahogada. Ni siquiera él se lo esperaba. Deslicé mi lengua por su cuello. Le clavé los dientes con lascivia. Yo, controlando de una vez.
El pensamiento me dio seguridad. Enredé los dedos en su pelo, haciéndole alzar la cabeza para besar sus labios, con el cuerpo pegado a cada curva del suyo
En ese instante lo quise todo. Sentí que el deseo tomaba el control. Pero él no era de piedra, y me empujó contra los cojines. Sus manos, deseosas de recorrerlo todo, domaron mi cuerpo, memorizaron mis curvas, descubrieron mis secretos. Me estaba volviendo loca. Sus labios, su lengua, su cuerpo, su olor, el placer. La ropa en el suelo, la película olvidada, el ambiente cargado. El calor, el sudor.

Porque ambos lo sabemos. Lo sabemos siempre. Qué, dónde, cuándo, por qué. Todo tiene su respuesta a su lado. Ya sea un paseo por el parque, una tarde lluviosa viendo una película, o una noche haciendo el amor en su cuarto. Aprendí a adorar, a atesorar cada uno de sus "Te amo". Cada cita, cada cena, cada momento a solas. Cada centímetro de ese cuerpo que me pertenece ahora. El amor apasionado, fogoso, intenso, profundo, dulce.
Es único a tu lado, bebé, conejito tonto.

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