domingo, 1 de julio de 2012

Capítulo cuatro

Crucé corriendo y sin mirar. Un vehículo de aspecto un tanto decrépito se detuvo bruscamente, y el (o la) conductor@ hizo un gesto amenazante con el puño
-Quieto, mambrucio. Ahora paso yo.
Y entrecerré los ojos con rabia.
El Ginnos no estaba muy lejos. Y a escasos cinco minutos de mi casa. Mientras reducía el paso y recuperaba la respiración, saqué mi móvil y lo desbloqueé
"Mamá, no como en casa. Ézhor me invita al Ginnos. Vuelvo para cenar"
<< Al diablo>> pensé << Hoy es viernes>>
Viernes, al fin. Cero deberes, cero obligaciones, cero horarios. Fuera del instituto, claro.
-¡MERLUZOOOOOOOOOOO!
Toda calle se quedó mirando cómo yo vociferaba uno de los tantos motes que le tenía puesto a mi mejor amigo y me lanzaba a sus brazos. Tiré la mochila con desprecio al suelo y salté sobre él, rodeándole con brazos y piernas.
-¡Una semana ya sin vernos!-protestó- Canija, ya pensaba que tenías otro amigo mejor.
Me estrechó hasta que me quedé sin aire. Después de unas cuantas mesas me dejó en el suelo. Mareada, me incliné hacia el asa de mi mochila, blanca y bastante fea. Deformada por el peso y el uso.
-¿Por qué no la has dejado en tu casa? No me importaba esperar diez minutos más
Seguí la dirección de su mirada, hacia la pesada maleta.
-No quería darle una excusa a mi madre para no permitirme venir-repuse con sinceridad
Él no dijo nada más. Se limitó a apartarme la silla cuando fui a sentarme, con una sonrisa burlona
-Gracias, Sebastian
Lanzó una risotada (Sebastian es un mayordomo de una serie Anime).
Se sentó delante mía y me cogió la mano. Siempre tenía ese tipo de gestos conmigo, así que en lugar de retirarla, le apreté cariñosamente los dedos.
Nunca mirábamos la carta. Siempre pedíamos lo mismo.
-Tienes muchas preguntas en los ojos
-Ahora me dirás que puedes leerlas en ellos, como en los libros-puse los ojos en blanco
-Eres sinopsis abierta-hizo una pausa de un segundo-Cuenta
-No lo necesitas, lee mi mente-contesté, agria.
-Dije sinopsis. Porfaaaaaaa
-¡Que no!-vi venir la derrota. Ya me estaba riendo
Su labio inferior sobresalió en un puchero
-Veeeeeeeeenga
Suspiré
-Todo lo que sepas de él. Nombre, edad, cómo os conocisteis, dónde estudia o vive...
-He hablado con él dos veces-me quejé-. Daniel, creo. Ni idea. Nos cruzamos todas las mañanas lectivas. Creo que vive cerca de los pisos de Ciudad Aljarafe, o al menos siempre viene de allí. Si tenemos en cuenta la dirección que toma, puede que estudie en el instituto Juan de Mairena. Por su apariencia diría que está en Bachillerato, si no ha repetido nunca, claro-reflexioné-. Ah, y creo que puede ser dibujante o algo parecido.
Ézhor arqueó las cejas a modo de interrogación y yo le conté la historia del folio.
-Pero no sabes que es él-dijo
-Claro, todo esto es solo una teoría
-¿Por qué te esfuerzas tanto? Conoces a muchos chicos.
-¿Curiosidad?-no se me ocurrió respuesta mejor.
Salió el Jefe de la cocina. Era ya viejo amigo -Y nosotros clientes habituales-, solía salir a recibirnos si le avisaban de nuestra presencia. Solo por el formalismo de saludar, claro, ya sabía lo que íbamos a pedir. Lucía un traje negro a rayas verticales blancas, muy pulcro, y un delantal sencillo, blanco, a juego con el gorro de Chef. El delantal era lo único que, en ocasiones, tenía alguna mancha.
-Buenas tardes, amigos. ¿Comenzando el fin de semana?
Se palmeó la prominente barriga con aire alegre, sonriendo con jovialidad.
-Ten por seguro que sí, Víctor-rió mi amigo-, somos unos suertudos
-Ya lo veo, ya. Esta mocita cada día está más linda, Ézhor
Y le guiñó uno de sus ojos grises. Yo esbocé una gran sonrisa mientras sentía mis mejillas teñirse de color bermejo. Ézhor clavó en mí una mirada cariñosa
-A mí me lo vas a decir...-¿había un deje triste en su voz?
-¿Va a ser lo mismo de siempre?
-Eso tenlo por seguro. Me muero de hambre
No miré a mi amigo a ver si estaba de acuerdo. Estaba segura de mi decisión.
-¡Marchando, amigos!

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